lunes, 21 de mayo de 2012

En espera de juicio

Los consecuencialistas dicen que el camino al infierno está adoquinado con buenas intenciones. Esta corriente filosófica sostiene que el análisis moral de una acción depende únicamente del fin y no de los actos. El camino al cielo, suponemos, en vez de adoquinado estará adornado con mármoles pero el catolicismo añade una antesala en la que se espera el ingreso definitivo en el paraíso. En dicho recibidor, el purgatorio,  se permanece un tiempo indefinido, el necesario para que se borren las manchas delebles del alma. El que allí permanece sufre tanto como si tuviera hospedaje en el infierno pero con una diferencia sustantiva: tiene asegurada la salvación eterna. Esa estancia no debe diferir mucho de la de quien se enfrenta a un expediente que nunca avanza, siempre falta un papel o una firma. Parece ser, también, que si los que aún estamos entre los mortales pedimos, rezos o pagos de indulgencia mediante, misericordia al Juez Supremo, este puede mirar a otro lado y obviar ese trámite pendiente. Como la picaresca no es patrimonio exclusivo de nadie, la Iglesia azuzó el miedo a este paso intermedio y durante la Baja Edad Media realizó pingües negocios con el tema. Este negociete fue uno de los motivos expuestos por Lutero en sus 95 tesis que a la larga supusieron la ruptura del cristianismo.
No sabemos si la venta al por mayor de bufandas o señuelos con los tonos blanco y violeta es una especie de indulgencia pagada para que el alma del Pucela acceda pronto a los cielos, pero se parece. Los pecados mortales que se han cometido a lo largo de la temporada ya fueron purgados en vida por medio de la debida confesión, la prueba es que ha habido propósito de enmienda, y tanto Álvaro Rubio como Alberto Bueno ostentan plaza de titular. El resto son leves faltas que, vaya usted a saber, pueden impedir el gozo eterno. Pero viendo jugar al Real Valladolid debería tener el cielo ganado sin necesidad de esperar en esa maldita antesala. Dado que no es así, la hipótesis más plausible es que el acceso al cielo de la Primera División se asemeje a la que proponen los Testigos de Jehová: la entrada al paraíso se rige por unos estrictos númerus clausus. Para ellos hay 144.000 plazas, para subir a Primera tan solo 2.

A veces el juego de los pucelanos es bueno en el doble sentido del término, por la calidad y por la candidez. No es comprensible que se sufra tanto jugando tan bien. Con esta lectura el Real Valladolid tendría garantizado el acceso al limbo al final de la vida de esta temporada. Lo malo es que de ahí no se sale, lo bueno  es que la existencia de este no es una verdad dogmática. O sea, que puede existir pero no lo sabemos.
Sea como sea, no recuerdo haber disfrutado tanto y tan seguido del fútbol como ahora con el que ofrece el Real Valladolid, no es exagerado decir que estamos ante uno de los equipos con un juego más grato para los ojos. Quizá no sirva de nada y concluido el curso esté condenado a penar. Los consecuencialistas dirán que la Segunda está empedrada con buenas intenciones, los católicos rezarán para que del 'play-off' salga raudo, los Testigos asumirán que dos son dos. Cada uno que elija la que más le convenza pero tras la final de la Liga de Campeones estoy seguro que los consecuencialistas son todos del Chelsea y yo disfruto de un juego hermoso. En blanco y violeta.

Publicado en "El Norte de Castilla" el 21-05-2012

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