La desolación a
lo largo de las distintas geografías invade cuerpos y almas a medida que las
noticias, las imágenes y los sonidos procedentes de la Gaza arrasada -y en
menor medida, aunque respondiendo a la misma lógica expan’sionista’, de la Cisjordania
silente, expectante, consciente, con las barbas en remojo- alcanzan cerebros y
sentidos. Desolación que se vigoriza y transforma en un coraje que impele a la
protesta, a la demanda de medidas que detengan la fiereza de los ataques.
Ataques que envueltos en palabrerías justificadoras, disertaciones ideológicas
o hermenéuticas sagradas responden, como siempre, al interés de sus élites.
Intereses de sus
élites, también las de esa Europa acostumbrada a los lamentos impostados. La
Europa nunca integrada: aquel gigante económico, enano político, con pretensión
de referente ético que mengua a marchas forzadas, desaparece por sumisión y provoca
risa en un mundo que desprecia esos valores. La inercia nos hace creer que
mantiene su capacidad de influencia, que aún, si le exigimos, puede.
Mientras, en
nuestra España, para justificar el borrado palestino escuchamos (¿será por
carencia argumental?) denuestos contra quienes reivindican detener la masacre.
Alguno “Israel tras el 11-M ayudó a España, en Gaza brindaban por nuestros
muertos”, aparte de falaz -Arafat condenó los atentados- no justifica nada. A
un ‘amigo’ no se le puede consentir todo. Otros “¿Por qué no protestas por
otras cosas también graves?”, exigen lo que nunca se había planteado, un
listado de demandas en el que hay que excluir causas por ser de menor calado
que el hambre en el mundo. Olvidan un hecho: existe desde hace decenios un
entramado social denunciando la catástrofe palestina que anula el argumento de
que el conflicto comenzó el 7 de octubre de 2023. Uno más “¿qué hiciste cuando
en España…?”, se podría contestar que lo que la mayoría. Buena parte, seguro
que más. Como colofón “entre los manifestantes había gentes indeseables”, como
entre los no manifestantes, en manifestantes de otros asuntos, asistentes a un
concierto o a un partido de fútbol, como en cualquier circunstancia que agrupe
a decenas de miles de personas. Dedos señalando dedos, escondiendo lunas.
Publicado en El Norte de Castilla el 23-09-2025
No hay comentarios:
Publicar un comentario