Leo en redes, en
artículos, escucho en la calle reprobaciones que catalogan de movimiento
impostado las movilizaciones que reclaman el fin de -escriban el sintagma que
deseen- al pueblo palestino debido al silencio que escuchan sobre -escriban
también el sintagma que prefieran- que acontecen en otros lugares. Resulta que
las gentes que se movilizan por una causa, los ‘fermines’, tienen presente al
resto. Quien pretende silenciar la palestina suele, salvo por interés
argumental, no alzar la voz por las demás. La razón del eco apúntenla en la
duración -no comenzó hace justo dos años (no justifico, indico) con la
barrabasada de Hamas-, cercanía, vinculación política o capacidad de
influencia.
Se anuncia ahora
un plan de paz propuesto por Trump y, en principio, aceptado por las partes.
Ojalá se convierta en el preámbulo de un acuerdo duradero. Para ello, los
negociadores de la parte subyugante habrán de considerar la inconveniencia de
confundir acuerdo de paz con trágala. Uno aspira a la permanencia. El otro obliga
a firmar. Uno apacigua. El otro hincha la vena hasta reventar. Evocando
la Alemania de entreguerras, quizá sea peor el remedio que la enfermedad. Se
sabrá pasado un tiempo, pero sería idóneo tenerlo en cuenta antes. Al menos
para que Fermín pueda centrarse en otros empeños, que no faltan.
Artículo publicado en El Norte de Castilla el 07-10-2025
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