domingo, 4 de septiembre de 2011

Sostiene el Pucela

Pereira no cuenta, ni relata, ni dice. Pereira Sostiene. Un verbo que requiere firmeza. Cuando Pereira se enfrenta al juez, no se limita a expresar su visión de unos hechos ocurridos sino a defender una forma de actuar basada en unos principios que nunca antes había defendido porque nunca antes se encontró en esa tesitura. Para su defensa, Pereira necesita tiempo, no es posible sostener sin asentar los hechos en unos pilares firmes construidos con sensaciones, reflexiones y sentimientos. En el fútbol, al igual que en la economía, es fácil encontrar analistas que juzgan a posteriori, que hablan a cojón visto y decían saber que era macho, pero no hay tanta gente que sostenga. Djukic es uno de ellos. Sus principios parten del balón y quiere tenerlo. Viendo el desarrollo en el campo comprendemos que necesita tiempo para que el relato quede redondo. Falta ajustar las distancias entre las líneas, encontrar el modo de que Óscar adquiera mayor protagonismo en el juego; falta, sobre todo, vencer los instintos primarios que llevan a los defensas a alejar la pelota con premura en vez de guardarla con mimo y entregarla a quienes tienen capacidad para hacer daño con ella y a estos les falta ese punto de paciencia que permite buscar la mejor solución en vez de la primera. Faltan muchas cosas pero Djukic sostiene el estilo y, a la vez, es capaz de modificar algunos detalles para sorprender al rival: si en la primera parte la presión del Córdoba cercenó la salida del juego, en la segunda se introduce un tercer central, se libera a los laterales y de las botas de Tekio parte el centro que permite romper el partido. Poco antes, Peña, el otro lateral, había recibido un balón en fuera de juego.  

viernes, 2 de septiembre de 2011

JERIGONZA Y JORNADA

Parece que nunca falta un rebaño si hay un pastor con buenos altavoces. No había hecho sino terminar la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) y se nos ha venido encima la Jerigonza de Jose Mourinho (JJM). Del pontífice de los católicos conocemos su discreción cuando de encubrir se trata; del de los blancos,  batucada de esemeses y letra de jota castellana, que si que, que no que, no sabemos si le gustan los albaricoques pero le encanta el palique. El suyo o el de otros mientras él sea el centro. Silencio y ruido con el mismo propósito, responder solo ante Dios, pedir perdón solo a los madridistas, lejos de las leyes de los hombres. Son los primeros de la fila y hacen –pretenden hacer-  creer que allí en lo alto, donde solo ellos pueden encaramarse, se diluye el horizonte.  
Multitudes atentas a la música, pero ciegas ante la letra, siguen el toque de corneta. Se apela al mito, antes, eso sí, se mutila. Nos recuerdan al Cristo doliente mientras esconden -para que olvidemos-  al que entró en el templo expulsando de allí a los que se hacen publicidad y después desgravan. Al César lo que es del César. 
Bajan el volumen de los altavoces del estadio cuando el himno llega a esa parte que define al club como caballero del honor pero atruena en el momento que se llega por el verso del bélico adalid.
Cojitranca la esencia, afianzan su discurso con la verdad revelada, con verdades como puños. Voz atiplada el uno, puñetazo en la mesa el otro, utilizan el victimismo como factor aglutinante. Ellos, nosotros, sin nadie en el medio y si lo hay se le dispara para que no estorbe. 
El teólogo progresista de antaño mutado, metamorfosis por contacto con el poder, en guardián de las esencias. Primero como orfebre del discurso preconciliar de su antecesor, Penélope nocturna del sudario del Papa bueno, ahora con el atuendo de estrella pop. 
El entrenador, discípulo formal de Mussolini, no es más que la máscara que se ha creado. Hay quien dice que es muy bueno en su profesión, pero los excesos le pierden. No lo creo. A diferencia del dios de los católicos no es uno y trino, es uno y solamente uno. Tácticamente no es nada del otro mundo, quien le definió como Clemente con idiomas no sabía hasta que punto daba en la diana. Su virtud entra en el terreno de lo emocional, dirige guerreros, compra guerreros a precio de azafrán. Sus mayores éxitos no parten del fútbol sino de la aplicación en este de las enseñanzas de Sun Tzu, el arte de la guerra. Desgaste físico, dominio de los tiempos y los espacios, monopolio del discurso. 
El antes llamado Ratzinger vende parcelas en el cielo, el ahora idolatrado Jose marca la linde entre los madridistas y los pseudomadridistas y la frontera, faltaría más, es él.
No, nunca faltarán fieles que, donde debiera haber razón, pongan el sueño de un paraíso futuro en el que ateos y barcelonistas ardan hasta el confín de los tiempos. Gentes que dicen creer en Dios o defender los valores eternos del madridismo pero que siguen, sin más, los designios excesivamente humanos de sus líderes. Quienes jalean al entrenador olvidan la historia de su Madrid; quienes reciben con palmas de olivo a su Sumo Pontífice caen en el pecado de idolatría, al Señor tu Dios adorarás, solo a él darás culto. En el fondo los compadezco, no sabrán disfrutar del camino a Ítaca.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Septiembre: Garbanzos, colegio y liga

De la misma manera que al pasar bajo el quicio de la puerta de la casa de mis padres te invade el olor a cocido, al cruzar el límite de agosto huele a colegio, a fábrica y al tran tran de la liga de fútbol. Los niños, a estas alturas, ya tienen los libros preparados y su álbum de cromos a medio llenar, sin embargo los clubes aún andan peleando con el reloj para cerrar definitivamente sus plantillas y, en el caso del Pucela, con el calendario para cuadrar la presentación del equipo una vez que la liga ya ha arrancado. Pero, cosas de la zozobra que rodea al fútbol, la huelga de futbolistas de la primera jornada ha permitido que el Trofeo Ciudad de Valladolid haya sido el primer partido del Real Valladolid ante su afición. Escasa, dicho sea de paso, porque un partido amistoso es poco menos que metadona para quienes estamos acostumbrados a dosis de sustancias más potentes. Un trofeo guadianesco que ha vuelto a aparecer tras pasar un año bajo tierra y que, visto lo visto, se acomoda en otro momento -que quizá no hay-, o está condenado a la extinción.

lunes, 29 de agosto de 2011

La boca que besa el fútbol



El listado de normas y recomendaciones que los frailes nos habían enviado antes del comienzo del curso no dejaba lugar a la duda, los alumnos no pueden traer al colegio aparatos de radio. Lógicamente ninguno de los nuevos lo llevaba. Al poco tiempo de estar allí los veteranos nos quitaron el miedo. «Si queréis escuchar el fútbol, venid con nosotros». Evidentemente les recordábamos la carta que nos llegó en verano. «No os preocupéis, no pasa nada». 
Los domingos por la tarde, cuando el Palencia jugaba fuera de la vieja Balastera, los más aficionados nos encerrábamos en una salita para escuchar las voces del fútbol. Estaba prohibido pero los frailes hacían la vista gorda porque, aunque incumpliéramos la letra, acatábamos el espíritu de la norma.

lunes, 22 de agosto de 2011

Por las calles de Nueva York


Los que van regresando de sus vacaciones tienen la insana costumbre de contar los detalles, fotos mediante, de sus días de asueto a quien tenga la osadía de ponerse en medio. Si, por un casual, el amigo turista estuvo en Nueva York, no podrá evitar decirte que la ciudad es tal cual se ve en las series o en las películas, que paseando por sus calles uno tiene la sensación de compartir escenario con, por ejemplo, Tom Hanks o Jennifer Aniston. No sorprende la afirmación, a fuerza de repetir insistentemente las imágenes, de que la industria cinematográfica ha conseguido convertir cualquier aspecto local en icono universal. Sin embargo, ese efecto arrastra de partida, una gran mentira: llamar ciudad a lo que solo es su epidermis, los edificios, los monumentos, los parques, los taxis...Pero la apariencia se impone e, igual que el visitante tiene la impresión de que la Estatua de la Libertad es algo ya visto, tendemos a creer que lo que observamos en la pantalla es la realidad y así la lluvia fina del 'american way of life' cala en nuestros interior.

miércoles, 6 de julio de 2011

Suárez y los indignados

Desde hace mes y medio, en las calles de muchas ciudades españolas resuena el eco del mismo vacío que varias generaciones instaladas en el poder han horadado. Durante el tiempo en que las cosas parecían ir bien no existía descontento. Al fin y al cabo una burbuja te aísla del exterior y desde dentro poca gente es capaz de, siquiera, vislumbrar las amenazas que se ciernen. Pero ya estaban, y estaban tan vivas que se han corporeizado con un apetito lascivo.
Las calles, decía, se han llenado de indignados, la de los que así se hacen llamar y la de muchas otras personas que se encuentran tan anonadados como si Mike Tyson les hubiese propinado un directo en la mandíbula; con ganas de levantarse de la lona pero sin fuerzas para ello o, peor aún, con la sensación de que, en caso de conseguirlo, volverían a besar la lona tras otro zurriagazo similar.

Pregón de Joaquín Robledo y tortilla para todos



Joaquín Robledo, excoordinador provincial de Izquierda Unida y premio de Periodismo Francisco de Cossío en la modalidad de Cooperación Exterior, fue el encargado ayer de pregonar las fiestas del barrio de La Victoria. Tras este acto, se celebró la fiesta de la tortilla, organizada por la Asociación de Amas de Casa.

Publicado en "El Norte de Castilla" el 06-07-2011

lunes, 13 de junio de 2011

Don Juan y el magistral

El Pucela, como la Regenta, había creído sentir sobre la boca el vientre viscoso y frío de un sapo. Acababa de recobrar la consciencia y tuvo la sensación de haber recibido un beso cuando su cuerpo estaba separado de su entendimiento. Unidos, al fin, la materia y el alma de Ana Ozores, esta fue consciente del cúmulo de tragedias acaecidas en su entorno.

En realidad, antes de todo eso, tampoco se puede decir que su vida hubiese sido feliz. La poca sintonía entre sus deseos y la presión que ejercían sus circunstancias eran constante fuente de conflicto interior. A esa insatisfacción había llegado por un doble motivo: los que la querían jugaban un papel distinto -y a veces opuesto- al que ella quería y los que la deseaban no la consideraban más que una presa, un animalillo puesto en juego para saciar el orgullo de dos prebostes sin escrúpulos, dispuestos utilizar cualquier asechanza para salir victorioso de duelo tan miserable.

«La memoria es útil. Mi trabajo consiste en demostrarlo»





Bajo el nombre de Joaquín Díaz podemos colocar varios epígrafes que, unidos, conformarían el puzle de su trabajo. En resumen, se podría decir que ha dedicado su vida a buscar en las grietas del pasado para ayudarnos a conocer lo que somos. En esta entrevista para El Norte de Castilla y radiocastillayleon.com, el colaborador de 'La sombra del ciprés' desgrana pasajes de su vida y nos alerta ante el exceso de velocidad con el que circula nuestra sociedad.
-Empezó muy pronto a dedicarse al estudio de la música tradicional, del folclore, ¿de dónde parte esa vocación?
-Ya de pequeño me gustaba escuchar la radio. Me aprendía todo lo que oía y lo cantaba en la cocina. De la música empezaron a surgir preguntas. Me preguntaba de dónde vienen esas canciones tradicionales, por qué se mantenían, unas sí, otras no. Empecé a recordar relatos tradicionales contados por mi abuelo. Todo en mi casa estaba relacionado con el mundo de la tradición. En el colegio, también había desarrollado un sentido artístico, me habían enseñado a cantar.
-¿Esos primeros pasos los compatibilizaba con el estudio o se dedicaba exclusivamente a bucear en la tradición?
-El estudio siempre me ayudó mucho. Mi madre había sido pianista y en casa me decían que no podía ser músico porque se mueren de hambre. Finalmente la vocación pudo más. Empecé Derecho, Filosofía y Letras…, pero lo que más me interesaba era salir a algún pueblo, hablar con las gentes y preguntarles cómo habían vivido y qué les habían cantado.
-Usted abandona demasiado pronto la música en directo.
-No sé si demasiado pronto, diría que en el momento oportuno. La música es comunicación. Esa necesidad de expresar cómo siente cada uno se manifiesta de muchas formas, la más normal era saliendo al escenario. Algunas noches estaba muy motivado y transmitía, otras me sentía ajeno a lo artístico y tiraba de oficio. Eso es profesión, no arte. Decidí grabar discos para transmitir lo que quiero.
-Ese año, el de 1976, fue crucial en la historia moderna de España, una época de florecimiento de los diversos folclores.
-Fue una época complicada. La política, la sociedad y la cultura necesitaban una renovación, pero cada uno lo veía de una forma. He pensado en las consecuencias de la falta de interés por lo antiguo. El ser humano, para caminar, necesita dejar un pie atrás y echar otro adelante. Si no se apoya con el pie de atrás, pierde la referencia. Entonces solo existía el futuro. No era un fenómeno planetario, era español. Un error de filosofía que estamos pagando.
-¿Ese error repetía la idea del franquismo de marcar un kilómetro cero?
-Eso sería pensar que en la dirección de la dictadura había gente inteligente. Lo suyo no era un proyecto filosófico y social, sino una negación de lo anterior, una protección contra un pasado que no interesaba. Se anclaban en el esplendor imperial, lo que ellos consideraban más extraordinario en la historia de este país donde hemos tenido tantos aciertos como desaciertos.
-¿Las generaciones posteriores entendieron la historia como un proceso lineal?
-Las generaciones se suceden con recelo, tenemos la sensación de que los anteriores lo hicieron peor, una soberbia que luego nos pesa porque la siguiente generación va a pensar lo mismo. Lo difícil es relacionar los hechos, no verlos aislados; es inexacto concebir la historia con linealidad, con un eje principal. Los hechos se superponen, se acumulan, no se pueden observar aisladamente. Es un peligro que tiene hoy la educación, se conocen asignaturas con cierta profundidad, pero no se relacionan las disciplinas. Cada departamento trabaja en un tema a escondidas, lo más científico es ofrecer compartir, contrastar y discutir los aspectos de cada disciplina con personas de diferente visión. Hemos considerado un mantra a la competencia, pero a veces cercena caminos. Nos priva de la posibilidad de que otros aporten miradas, preparación, eso acrecentaría los recursos que nos ayudarían a comprender los fenómenos que se producen.
-Su profesión es similar a la de un minero, picar en ese subsuelo de la memoria. ¿Siente que ahora mismo está poco valorado el concepto de memoria?
-A la memoria le damos poca utilidad, aunque siempre ha sido una rica fuente. Recibimos experiencias de nuestros antepasados que nos sirven para desenvolvernos en el entorno en el que vivimos. Efectivamente, la memoria es útil. Mi trabajo consiste en demostrarlo.
Principio y fin
-Muchas veces se demuestra que lo que creíamos novedoso es una repetición de situaciones que ocurrieron en otros momentos, aunque cada generación, cada persona, lo viva de otra manera.
-No hay nada nuevo bajo el sol. Nos podemos empeñar en demostrar que hemos inventado cosas, pero son anecdóticas, superficiales, en ocasiones hay inventos relacionados con la salud que pueden parecer trascendentes, pero todo gira en torno a la mayor o menor longitud en el tiempo de nuestra vida y cosas que en el fondo siguen siendo lo mismo. Al principio está el nacimiento, y al final, la muerte.
-Y lo que sucede en el medio, la vida, ¿es eso que ocurre mientras estamos ocupados en cosas menos importantes?
-La vida es lo único que tenemos, es nuestro patrimonio más valioso. Si alguien nos transmite sensaciones, experiencias, conocimientos, nos sirven de 'cojín'. Eso no quiere decir que nos fiemos de ello. La historia demuestra que cada persona necesita volver a vivir lo que otros han vivido porque no es su experiencia. Le parece que han vivido por él.
-¿La vida urbana nos está alejando de nuestra tradición oral?
-Vivimos una existencia apresurada que nos impide hablar con tranquilidad. La vida hay que tomarla con tranquilidad, a eso ayuda la reflexión, doblarse sobre uno mismo y ver si todo lo que estamos haciendo se corresponde con lo que deberíamos y nos gustaría hacer.
-¿Esa falta de reflexión tiene que ver con el ritmo con el que se trabaja? ¿Firmaría un elogio a la pereza al modo de Tom Hodgkinson?
-Hemos llegado a un momento en el que es preferible que paremos la máquina y nos planteemos si para llevar un tipo de vida agradable es necesario todo ese desasosiego. 
Publicado en "El Norte de Castilla" el 13-06-2011