Cuando algo no ha funcionado como debería, giramos los
ojos buscando en quien cargar la culpa, alguien que acarree con las previsibles
consecuencias de todas las iras que pretenden escaquearse. Hay quien dice que
es parte de la idiosincrasia española, pero me temo que se podría generalizar
de forma casi universal. Para ello, uno de los recursos más sencillos, pero con eficacia
probada, es el convertirse a uno mismo en víctima. Un buen manejo del lenguaje,
una memoria selectiva y pocos escrúpulos son los condimentos necesarios para
articular un lenguaje que deje poco margen para la confrontación de los hechos.
Es lo que se conoce como victimismo. Decía que suele ser un recurso eficaz
aunque esa eficacia sea poco duradera ya que la insistencia en este tipo de
conductas pierde valor en la medida en que se repite y, sobre todo, impide la
autocrítica imprescindible para seguir creciendo como personas (o como
sociedades).
Blog sin más pretensión que la de poner un poco de orden en mi cabeza. Irán apareciendo los artículos que vaya publicando en diversos medios de comunicación y algunas reflexiones tomadas a vuelapluma. Aprovecharé para recopilar artículos publicados tiempo atrás.
lunes, 12 de noviembre de 2012
jueves, 8 de noviembre de 2012
EL PODER DE LAS MANOS CON CALLOS
El 'poder', como la crisis o el
Dios de los católicos, es uno y múltiple. Y no, no me refiero a esa ingenua
separación clásica que lo divide en tres, legislativo, ejecutivo y judicial. El
poder, el de verdad, trabaja de la misma manera que los directores teatrales:
no aparece cuando llega el momento de la representación, pero ha marcado las
pautas que seguirá todo el elenco cuando el público no estaba delante.
Ese poder es básicamente
económico, por más que pueda vestir toga, sotana, birrete o uniforme. Hacernos
pensar que está en manos de los políticos es parte de ese juego de
mistificación. Y caemos en la trampa. Ahora, cuando se desacredita todo lo
relacionado con la política, muchas voces reclaman, por ejemplo, que se limite
el tiempo que un político puede permanecer en un cargo. No creo que falte buena
intención en quienes esto sostienen, sin embargo yerran el tiro. Puedo estar de
acuerdo en los segundos, terceros y cuartos escalones políticos, pero no en el
primero. Ese tope supondría, en muchos casos, la imposibilidad de llevar a cabo
verdaderas transformaciones sociales ya que, para ello, se necesita un poder
político fuerte para contrarrestar las resistencias del poder económico. No es
casualidad que en los EE.UU. se tomase esta medida tras el fallecimiento del
único presidente que ganó cuatro elecciones, F.D. Rooselvelt. Este, uno de los
presidentes mejor valorados por el conjunto de la población, fue repudiado por
el poder económico del momento, al que no le hizo ninguna gracia eso del New
Deal.
martes, 6 de noviembre de 2012
LA SOLEDAD DEL QUE ESTÁ SOLO
Son más de veinte personas sentadas en una sala de pocos metros cuadrados, más de veinte soledades que esconden su cara con ambas manos tratando de esconderse de los demás, pretendiendo modificar el pasado. El silencio suena como un estruendo cuando nadie habla porque ninguno de los allí presentes encuentra la palabra precisa. En cada cabeza bulle un instante, un error con el que habrán de cargar, una decisión inoportuna, un golpe de infortunio, un escaqueo, un ‘si hubiera llegado antes’, un reproche, un ‘por qué no haría aquello’. Pero los hechos son testarudos, precisamente, porque no tienen vuelta atrás.
El caso es que todos, hasta hace unos minutos, se imaginaban nadando, el agua les llegaba al cuello pero se sentían fuertes, sus brazos respondían a las órdenes de la cabeza aunque la orilla aún quedara lejos. Pero un golpe de mar, cuando la luz parecía más clara, ha vuelto a sumergir, una semana más, la cabeza que tanto cuesta sacar. Todos se sienten solos, pero no todos lo sufren igual, porque no es la misma soledad la del que se siente culpable, que la del que se evade, la del que rebusca las causas entre los demás o la del que, simplemente, se siente solo.
Hace cinco años, Jaime Rosales dirigió una película titulada precisamente así, ‘La soledad’. Dos mujeres de dos generaciones diferentes, Adela y Antonia, ven como las pequeñas estructuras sobre la que asientan sus vidas se desmoronan. A partir de ahí, lágrimas y culpa, mucha culpa. Lágrimas por la pérdida y culpa por no haberla evitado por más que en ningún caso tengan nada que reprocharse, a pesar de que, poco antes, celebraban unos pasos adelante en sus vidas.
Poco antes Kike Sola veía como el balón se dirigía hacia él, la portería parecía enorme. Remató, y cuando ya celebraba el gol, surgió del aire la mano de Dani para evitar el gol. Más pendientes de lamentar la mala suerte que del propio juego, lanzaron un córner sin convicción. El balón llegó a los pies de Óscar, lo condujo magistralmente hasta que encontró el momento oportuno para hacérselo llegar a Omar, este levantó la cabeza y, de forma tan inmediata como precisa, lo cedió a Ebert que aparecía por el otro lado. Allí acabó todo, un toque sutil de este torete rubio superó al portero y desentrañó el partido. Óscar y Omar, protagonistas de la jugada de una película en la que ni habían participado, permitieron que Ebert asestara una puñalada, quizá la última, a Mendilibar.
Todos continúan sentados y en silencio. Rubén se dice que podría haber frenado antes para evitar la expulsión, Andrés que podría haber retrocedido un par de pasos...Pero uno, solo uno, está solo y cuenta las horas. Huele a RIP. Sufre tanto como lo que, no hace tanto, hizo que disfrutásemos. Se merece que le deseemos todas las venturas.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 05-11-2012
jueves, 1 de noviembre de 2012
LA HISTORIA, UN MUERTO VIVIENTE
Los sepultureros de la historia
tienen prisa por enterrar el reciente
pasado que parece morir ante sus ojos. El politólogo norteamericano Francis
Fukuyama raudo se aprestó a inhumar, allá por el 92 del siglo pasado, los
despojos de la historia; un escritor, Eduardo Jordá, no esperó ni 24 horas para
arrojar tierra sobre el cadáver de Miguel Delibes, asegurando que su mundo se
había extinguido mucho antes que la vida del literato.
Pero ambos se quedaron cortos de
tierra porque la historia recompuso sus cenizas, salió de la tumba y ahora vuelve
a aparecer como muerta viviente o como viva muy viva. “El gran éxito de la película ‘Los santos
inocentes’ se debió a que todos comprobamos con alivio que el mundo de Delibes
ya había desaparecido para siempre” dice Jordá. No se sentirían tan aliviados
los que pensaban como él si tuvieran a bien levantar la vista para comprobar que
los desprecios de los dueños del cotarro al saberse inexpugnables, los
distintos servilismos asumidos por los muchos Alfredo Landa que no aciertan a
ver otro camino que les garantice un plato caliente, ya no son retahílas
contadas por un abuelo pesado, sino escenas cada vez más cotidianas.
martes, 30 de octubre de 2012
Ser lo que se es
No hay nada más difícil que ser como uno es. Bueno, sí, ser como uno quiere
ser. Porque para ser como uno es hay que saltar los mil obstáculos que cada día
esperan al salir de casa, e incluso dentro de ella. Mil obstáculos distintos
unos de otros, colocados unos por los que te quieren mal, otros por los que no
ven en ti más que a un enemigo y alguno, los menos pero quizá los más altos,
por los que más te quieren debido a su
afán por tratar de reconducir lo que nadie les pidió que condujesen o,
simplemente, porque el camino elegido no es fácil de digerir, de
compatibilizar. Pero para ser como uno quiere ser, necesita, además, conocerse
y cuestionarse; analizarse y aprender, reflexionar y estar dispuesto a conocer
los propios límites, asumir los errores
y, sobre todo, se precisa una potente dosis de valor para enfrentarse a uno
mismo, para no creerse el centro del mundo imponiendo sus deseos, sus
apetencias, como patrones por los que se tienen que mover los demás.
La intención, imprescindible para ese empeño, no es suficiente porque
cuando llegan los momentos duros dudamos hasta de lo que somos, de lo que
queremos, y nos quedamos a expensas del viento. En esos tiempos dejamos de ser
y pretendemos demostrar; en vez de vivir
con naturalidad, estamos pendientes de las opiniones externas, de lo que
piensen o digan los demás. Javi Guerra ha sido el bastión bajo el que se ha
guarecido el Real Valladolid durante los dos últimos años, pero algo se torció
al comenzar este. Sobrepasada la treintena y con una carrera futbolística más
que digna, no ha conseguido marcar ni un solo gol en la Primera División. No lo
hizo mal en los primeros partidos pero el gol no llegó. Manucho ocupó su puesto
en el equipo titular y, para sorpresa de casi todos, tuvo un rendimiento de
notable alto. Guerra dejó de ser pilar, perdió la titularidad y ahora se ahoga
en la duda. Si lo que soy no vale tendré que demostrar algo más, pero ese algo
más no está en el catálogo de sus virtudes. La presión se le agolpa en el
costado y, hasta el balón, desobedece sus instrucciones. Cuanto más se obceca,
Javi es menos Guerra. Cuanto menos atención preste a lo anecdótico, ese primer
gol, antes llegará y vendrá con hermanos.
Lo agradeceremos todos, porque el Pucela se empieza a parecer a aquel
chaval que disfrutaba del sexo casi todos los días, casi los lunes, casi los
martes...Los partidos de fuera casi se empatan y los de casa casi se ganan. Y
así, entre casi y casi, el Valladolid vive cómodo gracias al colchón de las dos
primeras jornadas, desde entonces casi, tras casi, cinco puntos en siete
partidos, números rojos. Si Javi vuelve a ser el que es, el Pucela volverá a
reencontrarse y podrá caminar con garbo y taconeando, digan lo que digan los
mediocres que se esconden en sus voces.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 30-10-2012
domingo, 28 de octubre de 2012
TRIPLE CONDENA
La
fuerza del fútbol, la misma que la de la vida, radica en que está lleno
de imperfecciones, se juega en campo abierto y por tanto la lluvia, el
aire o el frío actúan como condicionantes. Los errores son
consustanciales a la propia existencia, ahí radica buena parte de su
grandeza. En el fútbol hay quinielas y la vida es, como cantara Marisol,
una tómbola. El árbitro forma parte de ese conjunto de factores
imperfectos que afectan al desarrollo y, por tanto, más que
posiblemente, al resultado final. En nuestro particular parlamento
abrimos un hueco para que se siente un exponente de este colectivo
vejado pero siempre imprescindible, los árbitros, un mal necesario.
Nuestro protagonista debe de ser masoquista, en él se unen tres de las
tareas menos apreciadas en nuestra sociedad, a la condición de árbitro,
hay que añadir que ejerce como abogado y es representante político en
uno de los municipios más poblados de la provincia. Julián Rodríguez
Santiago sonríe mientras recuerda y lanza una pregunta que suena a
resignación ¿de qué vivirían, dice, los periódicos de no ser por
nosotros?
jueves, 25 de octubre de 2012
ENSALADA DE NADA
En épocas de hambre nadie sueña
con ensaladas. Y esta es época de hambre de política. Puede parecer, a tenor
del desprecio generalizado a todo lo que evoca este término, que no es hambre
sino hartazgo; pero no es así. Lo que se palpa es un descrédito a las formas de
política que nos han traído hasta aquí basadas en la reiteración de mensajes
caducos e insustanciales, unido a prácticas agrestes que decoloran, con prisa y
sin pausa, el catálogo de derechos sociales.
Las elecciones del pasado domingo
en Galicia y Euskadi, a pesar de la aparente disparidad de los resultados,
dejan una reflexión común: el desplome de los referentes del PSOE en ambos
territorios. Una caída que ni empieza ahora, ni es exclusiva de nuestro país.
domingo, 21 de octubre de 2012
A LA SEGUNDA, JOAQUÍN
Cada generación que llega pone en entredicho a la anterior pese a ser, siempre, demasiado parecida por el simple hecho de que la vida obliga a los que ya no son jóvenes a mirar desde otra perspectiva. Cuando fueron hijos quisieron romper las viejas estructuras que representaban sus padres, era lo natural y así se lo parecía. Años después son ellos los padres, sus hijos quieren romper, es lo natural, pero ya no se lo parece. Entonces leen que «los jóvenes de hoy aman el lujo, tienen manías y desprecian la autoridad. Responden a sus padres, cruzan las piernas y tiranizan a sus maestros» y lo suscriben. ¿Ves?, dicen, no soy el único que lo piensa. Hasta que descubre que la cita tiene casi dos mil quinientos años y pertenece a Sócrates.
Cada generación que se incorpora aporta cambios, es obvio, pero en lo sustancial todas repiten algunos patrones que se pueden resumir en dos apartados. Por una parte, han de derribar las puertas que abren la estancia de los adultos y eso no se puede hacer sin ruido, y por otra necesitan experimentar en propia carne lo que hasta hace bien poco tenían prohibido. El cuerpo, además, genera energía suficiente para pelear en ambas contiendas.
jueves, 18 de octubre de 2012
LA LUZ DE LA LUNITA BUENA
Quizá fuese en casa de su abuela
Remedios, porque de labios de esta, al calor de la lumbre, había podido
escuchar el fragmento del Evangelio atribuido a Lucas que relata cómo Jesús, en
presencia de sus apóstoles, levantó la mirada y vio a unos ricos que ponían sus
ofrendas en el tesoro del Templo. Jesús, le decía la abuela, observó también cómo
una viuda pobre ponía dos pequeñas monedas de cobre en el mismo lugar y dijo a
los que le seguían que esta mujer había dado más que nadie, porque todos los
demás dieron como ofrenda algo de lo que les sobraba, pero ella dio todo lo que
tenía para vivir.
Tal vez hubiera sido paseando por
la orilla del canal de Castilla porque pudo oír a su tía Fernanda las viejas
historias de sus camaradas que dejaron de lado una vida cómoda para poner fin a
una dictadura, que se jugaron el tipo para mejorar las condiciones de vida de
sus compañeros. Pudo ser en una de esas caminatas porque le explicó que la
solidaridad no es ayuda sino compromiso, la capacidad de sentir lo que siente
el otro y actuar, por tanto, como si uno mismo lo sintiese.
Por eso, por haber sabido
escuchar, sacó sus propias conclusiones, y cuando la profesora de Sociales le
preguntó de dónde provenía la luz que llegaba a la Tierra, Miguel respondió con
toda la convicción de sus 9 años que llegaba del sol y de la luna. Y añadió
que, sin duda, la de la luna es mucho más importante porque, aunque sea poca,
nos permite ver por la noche; la del sol, sin embargo, aun siendo mucho mayor,
es menos necesaria porque se emite de día, cuando ya hay luz suficiente.
La profesora rio y trató de
explicar a Miguel que toda luz viene del Sol, pero el niño seguía pensando en
las palabras de su abuela y de su tía. El sol da lo que le sobra, la lunita buena
entrega todo lo que tiene. Y con estas cosas rondándole por la cabeza volvía a
casa buscando con su mirada al sol acaparador. Pero el día estaba nublado.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 18-10-2012
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