De la misma manera
que un vidente no es un señor con dos dientes aunque vaya mostrando los
paletos, el bipartidismo no es una alternancia entre dos partidos aunque dos
partidos sean los dientes visibles. El bipartidismo, como el gótico, el barroco
o el neoclásico, es un estilo de arquitectura, una manera de entender el diseño
y el desarrollo en la construcción de los edificios: las plantas más altas tienen
una fachada amable y unos muros gruesos que garantizan su uso a los que allí
viven mientras la casa se sostenga. La parte de abajo es un conglomerado de
estancias y pasillos que forman un laberinto en el que sus habitantes no
terminan de saber donde están. De esta forma, en cada conversación, estos permanecen
entretenidos sintiéndose libres para debatir de lo que quieran, e incluso
pueden fantasear con que ese corredor conduce a la parte alta de la estancia, y
se les permite mientras no caigan en la tentación de querer jugar con las cosas
de comer. No por nada personal, como dijera Michael Corleone, son solo
negocios.
Blog sin más pretensión que la de poner un poco de orden en mi cabeza. Irán apareciendo los artículos que vaya publicando en diversos medios de comunicación y algunas reflexiones tomadas a vuelapluma. Aprovecharé para recopilar artículos publicados tiempo atrás.
jueves, 5 de junio de 2014
jueves, 29 de mayo de 2014
PARTICIPAR PARTICIPANDO
Un voto rara vez es
el resultado de una comparación entre programas electorales, es, casi siempre,
la asociación entre una imagen y una idea, el resultado de una transmisión
empática, un juego simbólico entre el elector y la cosa elegida. Desde otro
punto de vista, un voto puede ser un deseo o un compromiso, un encargo o una
disposición. Puede ser una carta a unos reyes magos que no existen, una seña de
identidad, una intención de certificar una pertenencia, una reafirmación; pero,
también, puede ser una manera de expresar una voluntad.
Cada cual, cuando
decide a quién votar, incluso cuando decide si votar, lanza un mensaje en una
botella. Contar los mensajes es fácil, interpretarlos es harina de otro costal.
Contar se contaron el domingo y está todo dicho, los números son los que son;
interpretaciones, sin embargo, se hicieron después casi tantas como bocas se
abrieron, aunque buena parte de ellas tengan dos elementos como denominador
común: existe un amplio sector de la sociedad que anhela un cambio profundo y que
exige una mayor participación.
jueves, 22 de mayo de 2014
¿QUIÉN QUIERE QUE SE SALVE?
Hace poco más de
tres semanas a Miguel Arias Cañete le sacaron un billete para Bruselas que
tenía que tomar sí o sí, dejando de esta manera libre su asiento en el
Ministerio de Agricultura. Inmediatamente después conocimos el nombre de quien
iba a ocupar la silla vacante, Isabel García Tejerina. Supimos al instante que
la nueva ministra era vallisoletana y por estos lares se le dio máxima
relevancia a este dato del DNI. Siempre hemos dado excesiva importancia al paisanaje
en la arena política, se asume de forma natural que un alto cargo privilegie a
los de su terruño, debe ser un vestigio de una mentalidad caciquil tatuada a
fuego a lo largo de muchas generaciones.
lunes, 19 de mayo de 2014
YO, TARZÁN; TÚ, JANE
Los ingredientes eran escasos: unos pocos verbos sin conjugar, un puñadito de sustantivos y algún pronombre. Suficiente material para que Tarzán pudiera comunicarse con los humanos, amén de arrancar las sonrisas de varias generaciones de niños. Ese uso primario del lenguaje puede servir para salir del paso, para transmitir una información básica, pero poco más. Si lo que se pretende es transmitir un sentimiento profundo, una información compleja o aportar matices sobre cualquier tema, necesitamos el cemento con el que amalgamar las palabras para construir oraciones. Ese ungüento se forma, en buena medida, con las preposiciones, esas palabras modestas, sin apenas valor cuando las tomamos fuera de su contexto. Busco en el diccionario la definición precisa (palabra invariable que introduce otros elementos de la oración) y pienso que el Valladolid de esta temporada ha sido un equipo sin preposiciones, un equipo cuyo juego colectivo no ha pasado del ‘Yo, Tarzán; tú, Jane’.
jueves, 15 de mayo de 2014
EL HUESO Y EL CALDO
Muchas de las
películas de John Ford entran dentro de la categoría de westerns, pero si hay
algo que las ha convertido en obras de arte imperecederas es que el viejo Oeste
no era más que un decorado, una excusa para acercarse a lo que de verdad le
importaba: el ser humano expuesto a situaciones límite en un medio hostil. ‘El
hombre que mató a Liberty Valance’, por ejemplo, bien pudo haber sido ideada
como una película de romanos o ‘La diligencia’ como una road movie ambientada en
los años cuarenta, esencialmente hubieran sido las mismas. Los valientes se hubieran
seguido comportando como valientes y los cobardes como cobardes; quien tiene el
poder hubiera utilizado las mismas estrategias y quienes no lo tienen se
habrían aferrado a las mismas emociones. Al fin y al cabo, es muy poco lo que cambia
en la historia de la humanidad salvo el decorado que va evolucionando.
lunes, 12 de mayo de 2014
UN BOTE, UN BARCO...
Sin pamplinas. La palabra esperpento suele ir asociada a Ramón María del Valle-Inclán, pero antes de que el gallego la emplease referida a su obra, la palabra ya existía. Sin ser consciente, la persona que muy antaño acuñó el término nos dotó del instrumento que define implacablemente la página que el Valladolid perpetró ayer en Sevilla. Un esperpento, una historia sin héroes arquetípicos de esos que acuden puntuales a última hora para enfrentarse al mal, un relato sin antihéroes de esos que se autorredimen acudiendo impuntualmente a tiempo a donde nadie les espera, una novela sin villanos de esos que conocen perfectamente el mal para poder llevarlo a cabo. Un esperpento, un cuento amorfo de un equipo que, teniendo el objetivo en la mano, lo ha dejado escurrir como escurre el agua del mar que se arroja en un agujero abierto en la playa.
viernes, 9 de mayo de 2014
CABALLO DE CARTÓN BAJO LAS LUCES DE NEÓN
Pues hace ilusión que te publiquen un relato, aunque sea micro...
Puedes encontrar el libro en el siguiente enlace:
jueves, 8 de mayo de 2014
SE HACE GRANERO
Las palabras
esdrújulas siempre me atrajeron por la rotundidad con la que resuena su acento,
por otra parte, siempre disfruté jugando con los dobles
sentidos de los términos por la capacidad de provocación o descubriendo
nuevas palabras inexistentes que se formaban solapando dos que sí tenían vida.
Pero este mismo juego puede servir para explicarnos mucho mejor la naturaleza
de algunas cosas. Filantrópico y antropófago son palabras hermosas por su
contundente sonoridad, la primera eleva al infinito al simple generoso de a
pie, la segunda nos traslada en un viaje en el tiempo hasta aquellos tebeos de
la infancia en los que un grupo de negros (los malos siempre son de allí) danzaban
alrededor de una enorme caldera de barro en la que se cocía a un explorador. Dos
palabras que fundidas en un crisol forman una tercera, filantropófagos, que no
aparece en ningún diccionario, pero que define a la perfección todo un mundo de
instituciones vinculadas a las grandes empresas que afirman pretender erradicar
las injusticias del orbe; sin embargo que en realidad solo buscan apuntalar un
sistema y hacer negocio en él hasta las últimas consecuencias. Un negocio que
consiste en sumar pobres y multiplicar, aunque sea por un solo euro al día. Un
grano no hace granero pero cuatro mil millones ayudan al compañero.
EL EMPATE RELATIVO
Una de esas leyendas apócrifas que labran el mito de algunos genios se refiere a Albert Einstein cuando, tras formular su teoría de la relatividad (aunque él nunca la denominó así), su reputación había trascendido más allá del ámbito en el que trabajan los investigadores. Durante aquella época, el físico recorrió diversas universidades de los Estados Unidos desgranando los vericuetos de tan revolucionaria teoría. Un día de tantos, a caballo entre dos ciudades, su chófer le espetó: «Tiene usted mucha cara, le pagan barbaridades de dinero y lo único que hace es repetir siempre la misma copla, ahora que ya le he oído, yo también podría hacerlo». Einstein le tomó la palabra y aceptó la propuesta: «La próxima conferencia la impartirá usted». Dicho y hecho, antes de llegar, intercambiaron sus ropas y se caracterizaron convenientemente. El chófer expuso palabra tras palabra todo lo que había oído al genio tantas veces.
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