martes, 12 de agosto de 2014

DON SEBASTIÁN Y EL CAPITALISMO

Cuentan los que de esto saben que en Marruecos, durante la batalla de Alcazarquivir, moría en 1578, el rey portugués Don Sebastián. Como no dejó herederos, el trono luso acabó en manos de Felipe II de España.

Al haber muerto en plena batalla, en tierra extraña y lejana, casi nadie pudo ver su cadáver; un cadáver que, en cualquier caso, tardó en aparecer o nunca apareció. El pueblo portugués, así lo cuentan, no quiso aceptar el hecho. Esto, unido a la muy humana necesidad de creer en algo que alentara sus esperanzas en un futuro mejor, ayudó a crear y propagar la leyenda de que el rey no había muerto, simplemente preparaba las condiciones para regresar, liberar a Portugal del dominio extranjero y recuperar su trono.

A este movimiento se le denominó sebastianismo. Este mito, que aúna ilusión pasiva y resignación activa, se sustenta en algunos aspectos del melancólico carácter portugués. El sebastianismo, como concepto, fue más allá de aquella época. Se podría definir como la suma del malestar con un presente ingrato más la esperanza en que un hecho milagroso –una resurrección de un ilustre fallecido- les guíe a la tierra prometida. 

miércoles, 23 de julio de 2014

CARTA AL SEÑOR CAROD ROVIRA

Estimado Señor Carod:

Antes de que le revele el interés que mueve a escribir estos renglones a quien es un absoluto desconocido para usted, permítame unos apuntes de contexto.

Le escribo desde un punto indeterminado de esta tierra que usted denomina vagamente Madrid o Castilla, en concreto desde la submeseta norte. Si presta un poco de atención puede ubicarnos en cualquier mapa de la Península Ibérica: puede enclavar el remite dentro del territorio sito en ambas márgenes del río Duero antes de que sus aguas, camino del Atlántico, baldeen la vecina Portugal. La nomenclatura política autóctona, bien con alguna tirantez, bien con rictus de prosopopeya, se refieren a ella como Castilla y León y a su gobierno como Junta.

jueves, 17 de julio de 2014

DOLOR CINCELADO EN LA PIEL

Un pueblo sin tierra para una tierra sin pueblo, dictó la Jefa de Gobierno israelí Golda Meir. Una tierra sin pueblo. Les echaron y no habían existido. En Palestina se teje el futuro con el hilo de la memoria, Israel, cual Penélope nocturna, descose las costuras.

Ahí mismo, un poco al este, un pueblo lamenta su desdicha. Cada día, desde hace casi sesenta años, el ejército israelí traza una esquirla en ese mapa. La historia reciente de Palestina es una alegoría del quebranto que sólo el ser humano es capaz de infligir a sus semejantes, pero a su vez el pueblo palestino ha escrito páginas de dignidad. Es la historia reciente de un pueblo que sobrevive porque de su acervo histórico supieron extraer una enseñanza: un colectivo es más que la suma de sus individualidades. Les mintieron, expulsaron de sus casas, redujeron su territorio, esquilmaron sus tierras, arruinaron sus medios de subsistencia, sufrieron la traición de los que consideraban suyos. Muchos se fueron con la esperanza de un próximo retorno, nunca volvieron. Otros con idéntica esperanza tomaron el mismo camino del exilio, siguen esperando. Aprendieron. El resto no se irá. Saben que sería el triunfo definitivo de quienes usurparon su pasado para esquilmarles el futuro. En su reducto resisten, es la esperanza ardiendo a la que se agarran.

miércoles, 16 de julio de 2014

CINE EN LOS MÁRGENES

NUEVE PROYECCIONES AL AIRE LIBRE EN EL BARRIO DE LA VICTORIA 

Son ya tantos los años que nadie recuerda cuál fue el primero. Sin embargo, el desconocimiento de ese dato no impedirá que hoy arranque una nueva edición del ‘Cine al aire libre’ que organiza la Asociación Vecinal “Los Comuneros” del barrio de la Victoria. La Plaza de la Solidaridad volverá a ser el rincón que dé cobijo a los amantes del cine o a quienes, sin más, encuentran en el séptimo arte la perfecta excusa para compartir un par de horas con amigos y vecinos. Serán nueve las proyecciones que se llevarán a cabo a lo largo de  los meses de julio y agosto: habrá sesión todos los miércoles y, además, dos martes, el 22 y el 29 de este mes. Hoy, para abrir boca, se proyectarán diversos cortometrajes de la realizadora vallisoletana Pilar Álvarez, entre ellos los premiados ‘Bello, bello, bello’ y ‘Toma dos’. En los dos martes antes referidos podremos ver los documentales ‘Nosotros’ en el que los protagonistas son los trabajadores de SINTEL que estuvieron acampados más de medio año en el centro de Madrid y ‘Las maestras de la república’. Los más pequeños también tienen su espacio y así el 23 de julio se proyectará la película de animación ‘Zarafa’ y el 20 de agosto la premiada con el Goya 2014 a la mejor película de este género, ‘Futbolín’. El 30 de julio es el turno de ‘Pago justo’ una película que evoca los hechos reales ocurridos en 1968 en una fábrica de Ford cuando un grupo de trabajadoras se enfrentaron a la discriminación que sufrían. Los clásicos siempre actuales encuentran acomodo en este ciclo, con la película elegida para el día 6 de agosto, ‘La  quimera del oro’,  ‘Los comuneros’ pretenden homenajear a Charlie Chaplin en el 125 aniversario de su nacimiento; el 13 será el turno de ‘Las uvas de la ira’. El 27 de agosto se pondrá punto y final a esta edición y qué mejor guinda para este pastel que llenar de vida la pantalla con una de las iniciativas culturales más destacadas de cuantas han surgido en los últimos años en Valladolid, por la plaza desfilará una selección de los mejores cortometrajes exhibidos en la edición de este año del ‘Festival de cortos Rodinia’. Después llegará el FIN, un fin que solo será hasta el año que viene. 


EL CINE ME ATRAPÓ DESPUÉS DE UNA EXPERIENCIA FASCINANTE EN LISBOA

Ella se define como una cineasta de vocación tardía, no en vano, Pilar Álvarez (Santander 1982) recuerda que en su casa no se veía buen cine y que ella ya era talludita cuando entró, por primera vez, en una filmoteca. Tras haber realizado varios trabajos, sobre todo cortometrajes y piezas de videoarte, ahora está inmersa en la realización de su primer largo. Hoy, los cortometrajes de esta vallisoletana que dejó todo, trabajo incluido, por el cine serán los protagonistas en la inauguración del ‘Cine al aire libre’ en el barrio de la Victoria.

¿Cuándo y cómo se produjo el flechazo?
Yo estaba estudiando Bellas Artes en la universidad de Salamanca, poco más que dibujar sobre escayolas y pintar bodegones. Tuve la suerte de irme a Lisboa con una beca Erasmus. Allí conocí a un grupo de personas que me acercaron a un cine diferente del que conocía. Esa experiencia fue fascinante, el cine me atrapó. Regresé del ‘Erasmus’, terminé la carrera y volví a Valladolid. Empecé a hacer algunas cosas, encontré trabajo pero quería hacer cine y necesitaba formarme.

Formarse significa salir de Valladolid.
Sí, sí. Estuve un año en Madrid y tres en la escuela San Antonio de los Baños en Cuba. Este periodo de formación permite poner en marcha los primeros proyectos.

¿Cuál es el camino que recorren esos primeros trabajos hasta su exhibición?
Normalmente a través de los festivales específicos. Aunque he de decir que este camino tiene sus pros y sus contras. Por un lado te da la oportunidad de conocer a gente con inquietudes similares lo que permite que no te sientas como un bicho raro, facilita la exhibición y, en el caso de obtener algún reconocimiento se consigue dinero para poner en marcha nuevos proyectos y motivación para seguir. Pero por otro lado en las escuelas incitan de tal forma a ocupar este espacio que puede convertirse en una obsesión. En cualquier caso falta un circuito sólido, hay buenas iniciativas pero muy dispersas, Se necesita tejido, poso, para que este tipo de cine que se sitúa en los márgenes pueda llegar a ser exhibido.

A usted no le ha ido mal este camino.
Es cierto, el corto ‘Toma dos’ lo presenté al festival Punto de Vista de Pamplona, que lo seleccionaran ya fue una alegría, obtener el premio… Mi último corto, ‘Bello, bello, bello’, también consiguió el premio IPECC en Documenta Madrid al mejor documental.

Habla de cine de los márgenes. ¿Quiénes son sus referentes?
Son muchos aunque cabe citar en primer lugar a José Luis Guerín. Es un agitador del conocimiento. También me gusta la forma de trabajar de Elías León Siminiani. Ambos han conseguido visibilidad haciendo un cine muy diferente al convencional.

¿En qué proyecto está embarcada en este momento?
Estoy preparando un largometraje a partir de los más de 6.000 vídeos que ha grabado mi hermano con su móvil. Es una reflexión sobre esa necesidad de registrarlo todo, ese anhelo de atrapar los momentos. 

Publicado en "El Norte de Castilla" el 16-07-2014

miércoles, 25 de junio de 2014

LA PALABRA: DE LA QUIJADA A LA BOMBA

Tras innumerables visitas a su pasado, a su propia niñez, Ana María Matute ha regresado al momento anterior, al abismo de la nada. Queda lo que de ella queda, pero ella ya no. Permanece lo que escribió de sus viajes “la infancia no es una etapa de la vida: es un mundo completo, autónomo, poético”, un mundo, el de la inocencia, que nunca se pierde completamente. Seguirá vivo el vehículo en el que emprendía estos viajes “La palabra es la alarma de los humanos para aproximarse unos a otros. La palabra es lo más bello que se ha creado. La palabra es lo que nos salva”. La que nos salva, dice Ana María, la que nos puede destruir, añadiría yo. La palabra es esencialmente lo humano y por tanto en ella cabe el amor y el odio, la vida y la muerte, con ella se puede caminar desde lo heroico a lo mezquino. Desde la perspectiva de la escritora, un ser humano mirado individualmente está sometido a unos cambios necesarios aunque nunca se levante del todo de su asiento infantil. Pero, a la vez,  visto en su globalidad, el ser humano queda empequeñecido por una evidencia: la incapacidad para evolucionar. Ha evolucionado la tecnología, escribió Matute, pero el hombre sigue llorando como en la Edad Media, sigue odiando, sufriendo y muriendo de amor como Aranmanoth. Han cambiado las formas externas.

lunes, 23 de junio de 2014

TIEMPO DE SUEÑO

Cuando las cosas están por salir mal, salen mal. Viene a ser como ir caminando borracho por una dehesa y que de repente veas dos toros frente a ti. Sientes una temblequera en las piernas que no sabes si atribuírsela al alcohol, al miedo o culpar a ambos, miras hacia todos los lados y en algún punto encuentras dos árboles salvadores. Sales corriendo hacia ellos, intentas subirte a uno de los árboles y eliges el que no es y te empitona el toro que sí es. No sé si borrachos o no, pero ese efecto de ver doble va siendo de uso común: miramos a un lado y vemos dos Reyes, miramos al otro y aparecen dos Papas. ¿Cómo saber a cuál subirnos y quién nos puede empitonar? Pues esta dualidad no sería problema para los aborígenes australianos, para ellos el tiempo siempre es doble. Existe un tiempo que es el que vemos pasar, en el que se enmarcan nuestras actividades, ese mismo tiempo que Armando Manzanero pretendía inútilmente detener ordenando al reloj que no marcase las horas. Pero para los originarios habitantes de esa gran isla, existe otro tiempo de carácter espiritual, un ‘tiempo de sueño’ en el que se forjan los valores compartidos y los elementos simbólicos de sus sociedades. Un tiempo de sueño del que, futbolísticamente, la selección española se acaba de despertar de sopetón. Claro, es que no hay manera de seguir durmiendo si recibes dos bofetadas, una por mejilla. Los australianos, por el contrario, no se pueden despertar porque no se han acostado, el balón esférico no les quita el sueño ni se lo produce. O sea, que estamos ante un partido que más bien se parece al encuentro a las siete de la mañana en medio de cualquier calle entre un grupo de chavales y otro de monjas. Los primeros vuelven a casa tras una larga noche, las segundas, recién levantadas, acuden al rosario de la aurora. Coinciden en el mismo lugar y al mismo tiempo, pero es pura casualidad.


jueves, 19 de junio de 2014

LA METÁFORA DE LA METÁFORA

La profesora de inglés había decidido que el libro sobre el que trabajaríamos ese curso fuese ‘The grapes of wrath’. Un libro del que nunca antes habíamos tenido noticias, escrito por un autor estadounidense apellidado Steinbeck. Tenía ya veintitantos cuando volví a leer, ahora en castellano, ‘Las uvas de la ira’, la historia de un desahucio, un engaño, un sueño y una frustración, la historia de tantas personas, en tantos lugares del mundo, en todas las épocas de la Historia. Muy al principio del libro podemos leer cómo le comunican a uno de los protagonistas -Muley Graves- que debe abandonar su casa y la respuesta de este al hombre que llevaba la orden de embargo: “Os tenéis que ir, yo no tengo la culpa. ¿Y de quién es la culpa?, le pregunté yo. Porque al culpable le abro la cabeza. Es la Compañía de tierras y ganados de Shawnee. Yo sólo cumplo órdenes, y ¿quién es esa compañía? No es nadie, es una compañía. Para volverle a uno loco. No había nadie a por quien pudieras ir. Mucha gente sencillamente se cansó de buscar a alguien a quien echar la culpa y con quien descargar su furia. Pero yo no. Yo no me harto de estar enfadado y no pienso marchar”. Bien escribe Steinbeck, “para volverle a uno loco”. No hay culpables, nunca los hay, las compañías, las grandes empresas, son monstruos multiformes, engendros con mil cabezas con potestad para decidir sobre nuestras vidas. Los que dan la cara solo cumplen órdenes, las personas de a pie no saben de qué manera defenderse, porque el ataque se presenta como si fuera tan inexorable como las leyes de la física, una especie de ley de la gravedad. Es el sistema.

miércoles, 18 de junio de 2014

SOLAMENTE DOS PUNTOS CARDINALES

Somos así de exagerados; el doce de octubre de 1492 Cristóbal Colón pone un pie en un punto inconcreto de las Bahamas y para mentar el hecho decimos, así, de carrerilla, que descubrió América. Vamos, como ordeñar una cabra en el islote de Perejil y que tus descendientes cuenten que un antepasado suyo ya conocía África. Colón dejó, eso sí, la puerta abierta y a través de ella fueron entrando barcos y más barcos, gentes y más gentes, que dominaron todo el territorio y a quienes allí vivían. Pero América no era una habitación que se ve de golpe cuando uno asoma la cabeza, no. De hecho, cuando los españoles, ya en la América continental, fueron avanzando se encontraron con los Andes, una pared que no dejaba ver lo que había detrás. Hernando de Magallanes tuvo el impulso cotilla y se dijo: “Si no puedo atravesar la pared, la rodeo yendo hacia el sur, pero no me quedo sin saber lo que hay detrás”. Se montó en una nao que en un exceso de optimismo fue bautizada como Victoria y, navega, navegando, allá por 1520, supo que existía un territorio al que los lugareños llamaban algo así como Chile. Pero Magallanes había cogido el gusto por el mar y siguió su periplo. Tres lustros más tarde, ya sabiendo que tras la pared había un valle, los españoles intentaron apoderarse de él. Esta vez se dejaron de barcos y entraron por el norte. El primero que lo intentó fue Diego de Almagro, pero la cosa no le fue muy bien. Al poco, Pedro de Valdivia se puso manos a la obra con el tacto habitual y comenzó una guerra, la de Arauco, que terminó tres siglos más tarde. Alonso de Ercilla escribió ‘La araucana’ un poema épico en el que quiso relatar las vicisitudes de la guerra pero, claro, no hay poeta que trescientos años aguante, y aunque publicó tres partes, le faltó tiempo. Desde entonces sabemos que Chile: “La gente que produce es tan granada,/ tan soberbia, gallarda y belicosa,/ que no ha sido por rey jamás regida/ ni a extranjero dominio sometida”. Haría bien Vicente del Bosque en tomar nota porque pareciera que Alonso de Ercilla hubiera escrito estos versos tras ver algún partido a la actual selección chilena. Puede que no tenga los mejores jugadores, ni los más vistosos, pero ninguno de ellos traiciona sus convicciones, ni desiste en el empeño. Valdivia minusvaloró la capacidad de aquellos pueblos, pensó que le ofrecerían menos batalla que los incas, y perdió la vida.

viernes, 13 de junio de 2014

SAN NICOLÁS O EL HOMBRE DEL SACO

Quizá no lo recordemos, pero a última hora del día aquel en que descubrimos que los reyes eran los padres, nos sentimos estupendamente. Antes, un rato antes, pudimos haber gimoteado un poco pensando que, una vez descubierto el truco, nos quedaríamos sin los regalos. Sin embargo, pasada la llantina inicial nos rehicimos, respiramos profundamente tres o cuatro veces, elevamos el pecho y miramos por encima del hombro a todos esos pobres niños que todavía eran niños, que aún se dejaban engañar con ese pueril embuste sin sentido. Nosotros ya caminábamos en otra dimensión, éramos otra cosa, conocíamos la verdad, compartíamos el secreto y formábamos parte de los conjurados en su custodia: éramos, por fin, mayores.

Hasta hace cuatro años las selecciones española y holandesa creían en los reyes magos. Bueno, lo suyo era peor, allí, en vez de creer algo tan lógico como que tres abueletes viajasen a lomos de un camello desde las ignotas tierras de oriente hasta sus casas, piensan que es San Nicolás, que ni es mago ni nada, el que viaja a sus casas para llenar de regalos sus zapatos. Un santo, pobres incautos, que para más inri viaja en barco desde su residencia habitual en España. Algo inconcebible, porque aquí santos viven pocos y el milagro es llegar a fin de mes. Vieron a un anciano afable sobre la cubierta de un barco y han montado la leyenda, pero el abuelo no era San Nicolás, sino Chanquete.