No me sorprendería que más de uno hubiese llegado tarde o se hubiera
perdido alguna proyección por haberse distraído tertuliando en cualquier
terraza. Sí, amigo que lees esto desde fuera de Valladolid, has leído bien: 29
de octubre, Valladolid, terraza. El veranillo de San Miguel se nos está yendo
de las manos. Tanto, que le está empezando a sobrar el diminutivo. Un mes hace
ya de la celebración del santo arcángel y todavía quedan por ahí, paseando por
la calle, gentes en mangas de camisa. Tanto, digo, que a nada que se alargue
tres días más, va a terminar invadiendo la víspera de la noche de difuntos. A este
paso, cuando se explique el Tenorio en las aulas, va a haber que contar a la
chavalería que hubo un tiempo en que lluvias, brumas, nieblas y fríos eran, por
estas fechas, lo más propio en este nuestro páramo de mar adentro. Tanto,
insisto, que hace bueno hasta por la noche. No es aquello de alguna mañana
otoñal que nos alegraba la vista al mostrar el sol luciendo en todo lo alto,
mañanas de un calor mentiroso padre de buenos catarros.
Blog sin más pretensión que la de poner un poco de orden en mi cabeza. Irán apareciendo los artículos que vaya publicando en diversos medios de comunicación y algunas reflexiones tomadas a vuelapluma. Aprovecharé para recopilar artículos publicados tiempo atrás.
domingo, 29 de octubre de 2017
viernes, 27 de octubre de 2017
VIAJAR PARA VIAJAR
Si en dos escenas consecutivas de una misma película, por ejemplo, nos
encontramos a un parado y un ejecutivo diciendo en sus respectivas casas que
van a pasar la mañana en un banco de la Plaza Mayor, todos entenderemos que van
al mismo espacio de la ciudad pero no al mismo sitio. Posiblemente, el uno
sentado, el otro azorado, ninguno se vaya a percatar de la presencia del otro. Y
es que en los diccionarios habita una pléyade de palabras polisémicas. Vocablos
de esos que, dependiendo del ángulo desde el que lancemos nuestra mirada,
significan una cosa u otra radicalmente distinta. Pues bien, en el ámbito político, aún más.
Tanto que me atrevería a decir que este
fenómeno lingüístico se hace extensible a casi todas las palabras. Es así para
los términos más abstractos. ‘Democracia’, ‘libertad’, ‘derecho’ y tantas otras
significan lo que el orador de turno quiere que signifiquen y terminan siendo
piedras que se lanzan contra el adversario. Pero también, y esto tiene su
mérito, cabe la polisemia para las palabras aparentemente más concretas. Un
‘turista’ es una cosa y, al parecer, un ‘turista’ es otra cosa. Una primera
acepción es “Individuo ruidoso, sin modales, que cree que el lugar al que llega
es el espacio ideal para hacer lo que le salga del nardo”. En algunos lugares
se alzan protestas contra su presencia indiscriminada. Al eco de esas voces, el
alcalde de Valladolid lanza un reclamo: si ellos no los quieren, viene a decir
el ínclito munícipe, que los envíen para acá. Claro, el señor Puente entiende
‘turista’ por su segunda acepción: “Persona que, sin alterar el ritmo de la
ciudad de acogida, visita otro lugar diferente al suyo habitual con el fin de
contemplar los encantos de la ciudad receptora y/o disfrutar de las actividades
que en ella se realizan”.
jueves, 26 de octubre de 2017
CONTRADICCIONES SOLO APARENTES
Unos meses antes de que presentase el recurso de inconstitucionalidad
contra un Estatuto de Cataluña recién aprobado por las Cortes Generales, el PP
de Mariano Rajoy hizo lo propio contra la ley de matrimonios entre personas del
mismo sexo. Tiempo después, Rajoy, ya presidente del Gobierno, asistió bien
dispuesto a la boda de un alto cargo de su partido. Una unión de esas que quiso
evitar con aquel recurso porque “el matrimonio es y siempre ha sido una
institución entre un hombre y una mujer para la procreación”. Allí brindó
gustoso y dio los parabienes a la ilusionada pareja. Por esta aparente
contradicción le llovieron bofetadas a mano abierta que le venían de todos los
lados. Hipócrita fue lo más lindo que escuchó.
martes, 24 de octubre de 2017
LAMPARONES Y LISTAS
Nunca probé la coca. Oportunidades, claro, sí se presentaron, pero siempre rechacé ese primer encuentro. Podría pretender presumir y decir que fue una decisión apuntalada en sólidos pilares éticos. Mentiría como un bellaco. Si nunca la probé fue, única y exclusivamente, porque me acechaba un pánico atroz que impedía siquiera la tentación. Un pavor que se alimentaba con dos motores, uno externo y otro interior. El primero era un aparatito de tipo contextual. Llegué a la mayoría de edad en las postrimerías de los 80 y no era difícil constatar las secuelas que las drogas habían dejado en la generación que me precedió. Los golpes en cabeza ajena a veces sirven para activar motores del pánico, para escarmentar. El segundo mecanismo era -sigue siendo- mucho más virulento: mi propia personalidad. No sé decirme que no. Es hoy y sigo sin poder tener en el frigorífico cualquier cosa rica porque no pasa de la noche. Me apetece, lo cojo y ya. Ese ser consciente de como soy es el freno, la alarma que me impide dar pasos en dirección al abismo porque sé que si lo emprendo no tengo vuelta atrás, no hay retorno posible. Déjenme que les cuente un secreto: hubo alguna etapa en mi vida en la que tuve que sostener un enconado enfrentamiento contra mí mismo porque estaba sometido por lo que en mi pueblo llaman un vicio. Un enganche; vamos, una adicción. Quizá caí porque el motor externo no me mantuvo alerta y el interno no se percató del peligro. Tiempos pasados para siempre, espero.
CLAMÉ AL ÁRBITRO Y NO ME OYÓ
El Don Juan creado por Zorrilla se exculpaba de las bellaquerías que adornaban su currículum, «de mis pasos en la Tierra responda el cielo, no yo», de una de las formas más miserables que cabe imaginar: negando su libre albedrío, invalidando su capacidad para obrar de una manera u otra en función de su propia voluntad. Don Juan se ampara en la divinidad, «Clamé al cielo y no me oyó», para que esta le sirva como parapeto y así justificar sus infamias ante el inabarcable listado en el que se enumeran las personas que sufrieron tales agravios. Es de imaginar que los rezos del Tenorio nunca se produjeron. Sabe que la salvaguarda de su pellejo depende solo de su habilidad para esquivar los navajazos -figurados y literales- que a buen seguro habría de recibir. A ver, no quiero decir que el no rezar sea propio de canallas; afirmo que los canallas no pierden tiempo en esas menudencias. Aunque solo sea porque rezar es el reconocimiento de la propia debilidad. Un tipo de la calaña del personaje de Zorrilla no se puede permitir esas licencias que son marca de los flojos. Don Juan dice que lo hace sin haberlo hecho como ruin recurso para fortalecerse apoyándose en el conocimiento de la debilidad de sus rivales. Desde que se le puede considerar como tal, el humano ha dialogado consigo mismo, se ha envuelto en sus pensamientos. Cuando estas reflexiones le sobrepasaron comenzó a invocar a las divinidades para hacer eco de sus necesidades. Estas plegarias fueron el antecedente de todo rezo, de toda oración.
domingo, 22 de octubre de 2017
MÁS BESOS, MÁS VECES, EN MÁS SITIOS
No sé si somos nosotros los que caminamos sobre la senda que marca el tiempo o es este el que transita a través nuestra dibujando en el trasiego secuelas en los cuerpos que va pisoteando.
No sé si soy más de Heráclito y pretendo adentrarme por distintas veredas que acercan a una verdad cambiante o más de Parménides y asumir que nada cambia, que el camino solo es uno.
No sé si somos nosotros los que nos dirigimos a la Seminci y cada octubre nos topamos con ella o permanecemos quietos y es la Seminci la que emerge puntualmente para acudir a su cita otoñal. De una u otra forma, el momento del encuentro es este y ahí está la noticia, el meollo del asunto: que el festival de cine se ha recluido en las salas y arropado en las pocas fechas de su semana; que sea y exista solo para sí, en sí mismo. Parece, y si esto es así será la mejor de las noticias, que la Seminci pretende ‘desensimismarse’ y salir de ambas prisiones autoimpuestas–la del espacio y la del tiempo-.
jueves, 19 de octubre de 2017
AL CIELO SE LE OLVIDÓ EL OFICIO
La Victoria va envejeciendo, los hijos se emanciparon y ahora, acosados
por jornadas laborales difícilmente compatibles con la crianza de sus hijos, requieren
de sus padres para cubrir los huecos de ausencia. La imagen no es, por
tanto, infrecuente en mi barrio. Una
niña que apenas levanta unos palmos del suelo tan pronto jugueteaba por la
plaza de San Bartolomé bajo la atenta mirada de su abuelo como correteaba hacia
él buscándole la mano. De pronto se queda quieta. A la vez que inmoviliza las
piernas, alza el cuello y mira hacia arriba. Baja de nuevo la cabeza, dirige la
mirada hacia sus brazos extendidos e, inmediatamente, busca la complicidad de
su abuelo.
martes, 17 de octubre de 2017
LA HISTORIA ES UN PUÑETERO CENTÍMETRO
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Foto "El Norte de Castilla" |
viernes, 13 de octubre de 2017
UNA IMPROVISACIÓN MUY BIEN PREPARADA
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Foto: El Norte de Castilla |
Leí en algún sitio, aunque ahora no sea capaz de recordar dónde, ni tan siquiera de traer a la memoria el nombre del protagonista, que tras una cena de esas pomposas en las que tras el postre se sirven unos discursos bien fríos, el anfitrión, un joven con ínfulas, un postulante bien predispuesto para escalar en los círculos del poder, se puso en pie y agasajó a los asistentes con una plática, «improvisada» se preocupó de apostillar, tan hueca de contenido como brillante en la forma. Tras los aplausos que prescribe el protocolo, un veterano político presente en dicha velada recogió el testigo de la palabra y, cortesía obliga, dirigió sus primeras palabras al novel orador.
- Qué improvisación más bien preparada. Magnífica. Le felicito.
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