lunes, 11 de noviembre de 2019

ELLOS, Y CADA VEZ MÁS ELLAS

Foto "El Norte"
No sé por qué me da que ya menos, pero hubo tiempos en que en determinados ambientes políticos o culturales el fútbol tenía mala prensa, estaba mal visto. A este subgenero de personajes, los aficionados al balompié les resultaban sospechosos de inanidad ética, estética e intelectual. Para poder subsistir sin merma en su prestigio, algunos de entre esos snobs, aficionados para sus adentros, se autoimpusieron una especie de clandestinidad que les impedía exteriorizar sus querencias. El fútbol, más que el opio del pueblo, era un barreñón lleno de materia tóxica que emponzoñaba el cuerpo entero de todo aquel que simplemente sumergiera sus manos en él. Una de estas personas –aprendí que en estos casos se dice el pecado pero no el pecador–, y sin embargo amigo, quiso afearme mi desmedida aficion por este deporte. La conversación fue avanzando, acalorándose, y él, que entre otras cosas se dedicaba a escribir análisis sociopolíticos, quiso dejar claro que prefería vivir al margen de ese algo por el que todo el mundo perdía la razón. Le comenté que su aversión por el fútbol podría conducirle a cerrar los ojos a la realidad, que tratar de entender esta sin tener en cuenta que el fútbol se entrevera en la carne de nuestro día a día vendría a ser como si un ateo estudiara la Edad Media prescindiendo de los factores religiosos porque él los desprecia.

viernes, 8 de noviembre de 2019

NOVIEMBRE DE 2019

La ciencia ficción tiene tanto de ficción como poco de ciencia. Lo que en los productos de este género se narra se sustenta en la pura especulación, nada de lo que se aparta de la materialidad científica actual está testado ni sujeto a método alguno. La solidez de los relatos depende únicamente de la verosimilitud que el autor sea capaz de transmitir. Dentro de este ámbito, me resultan especialmente interesantes las distopías, las obras cuyo ámbito de especulación son las realidades potenciales. Y entre ellas, las que escritas antaño, relatan hogaño: las que nos permiten comparar el grado de coincidencia entre la realidad y lo ficcionado. 

lunes, 4 de noviembre de 2019

HABLÉ MUY DESPACIO

Isa subía azarada las escaleras de su casa nueva. Tenía prisa por llegar. En su boca se le apelotonaban unas palabras que tenían prisa por salir. Llamó al timbre. Ni esperó a que su madre terminase de abrir la puerta.
-Mamá, no sabes lo que me ha pasado.
-Claro, hija, si no me lo dices, ¿cómo lo puedo saber?
-Verás. He parado en los columpios de abajo y solo había una niña china. ‘La’ he hablado muy despacio porque no sabía si ella sabía el castellano y me ha preguntado que si me pasaba algo en la boca, que hablaba raro.
-Es para que me entiendas.
-Si yo te entiendo. Soy de Valladolid.
-Pues yo pensaba que eras china.
-Pues no.
No acababa el torrente de la niña.

-Nos hemos reído mucho. Pero espera… que lo mejor fue después. Cuando ya me venía ‘la’ he dicho que si jugaba más veces en esos columpios y me dijo que sí.

viernes, 1 de noviembre de 2019

AMENAZAS Y CONSUELOS

Tengo cáncer, o lo tuve, que ya no sé cómo se debe decir. Me enteré hace trece meses. Hace doce, justo un año el pasado sábado, me abrieron de par en par; en el quirófano quedó el riñón derecho con su uréter correspondiente. No sé cómo será, ni siquiera si será, el mañana. Tampoco lo sabe nadie entre los que no han recibido este preaviso, en esta discoteca todos bailamos sin saber cuándo dejaremos de escuchar la música.
Habrá muchas más, pero así a bote pronto, se me ocurren un par de diferencias entre los picados y los no picados por el bicho. De un lado, la estadística: si nos controlan tanto es porque los datos informan de que es más probable una segunda parte o un remake que el estreno de una nueva obra. Que nuestro cuerpo ya es terreno conquistado y, como Polonia, parece que está más expuesto a una nueva conquista que los territorios vírgenes. De otro, pasamos de la ‘incertidumbre de la seguridad’ - solo la razón aportaba zozobra a nuestro seguro caminar; estábamos vitalmente muy lejos de una experiencia que nos enfrentase de forma tan nítida al posible fin de nuestros días- a la ‘seguridad de la incertidumbre’, a solo tener claro que ¡quién sabe!

miércoles, 30 de octubre de 2019

NINGÚN DÍA ES BUENO PARA MORIR

Foto El Norte
Ningún día es buen día para morir. Se puede alegar que existen personas que prefieren retirarse de la circulación antes de que la biología dicte sentencia y se ponen a ello bien de propia mano, bien reclamando asistencia para cerrar sus días. Pero por suerte, el número de quienes han habitado o aún habitan en el páramo de ambas dramáticas coyunturas es comparativamente muy pequeño respecto al de los que encontramos cualquier excusa para querer despertar mañana. Lo de 'mejor morir de pie que vivir de rodillas' dejémoslo en el terreno metafórico, quienes tal cosa afirman desean, por encima de todo, que no les tengan que arrastrar tumbados.

lunes, 28 de octubre de 2019

DICEN, PERO NO

Foto El Norte
Estoy de acuerdo con Los Panchos, ¿qué quieren que les diga? Al igual que el trío mexicano he escuchado por ahí que la distancia es el olvido, que la memoria -y en el fútbol por antonomasia- es excesivamente corta, que el hoy es como una pedrada que destroza la farola del ayer. Y, a la par que ellos, encuentro demasiados 'peros' en tal aserto, tampoco yo concibo esa razón. Por más que el día a día nos encadene; por más que los manuales de autoayuda insistan en el 'aquí y ahora'; por más que los gurús de la economía y de la publicidad, valga la redundancia, nos emplacen a un futuro siempre por llegar; la memoria habita en el presente, el pasado vuelve y encuentra un espacio en el que se acomoda. El fútbol, también por antonomasia, recurre continuamente a su pasado. Por más que se hagan apelaciones al presente, el fútbol como fenómeno social sería inconcebible si se le priva de su memoria. La distancia no es el olvido sino el espacio y el tiempo que necesitamos para colocar en nuestra alacena emocional todo lo que vamos viviendo. A unos objetos les ubicamos en lugares perfectamente visibles, otros encuentran sitio en rincones relativamente escondidos y, ¡qué bueno quien sea capaz de tirar lo que no sirve de nada!, un buen número son retirados y depositados en el contenedor de la desmemoria.

viernes, 25 de octubre de 2019

¿A DÓNDE VA EL BUS?


Debe de ser que no me entero, que existe algún sobreentendido del que todo el mundo está al corriente menos yo. El caso es que en multitud de temas de debate político y social no sé, más allá de obvias vaguedades, qué es lo que se pretende, no sé a dónde queremos llegar. Observo y veo a seres extraños discutiendo sobre quién está más facultado para conducir el autobús pero sin respondernos cuando preguntamos que hacia dónde lo quieren llevar. 
Escucho, y dicho con prosopopeya como para aparentar conocimiento, con formas rotundas como para mostrar seguridad, qué medidas tomaría cada cuál; pero, insisto, no estuve pendiente en el momento en que se explicaba el ‘para qué’. De esta manera, las retahílas de propuestas, ellos dicen ‘soluciones’, se me antojan tan absurdas como la lectura de una guía de teléfonos.
Da igual si me pongo las gafas de cerca. Vaguedad: urge acabar con la despoblación. Huecas declaraciones de intención: ‘será nuestra prioridad’, ‘invertiremos en’. Listados de medidas sin más: ‘la cobertura telefónica llegará hasta el último rincón y tal y tal’. ¿Qué me está contando? No, por favor, antes de nada diga cada cual qué entiende por ‘acabar con la despoblación’. ¿Intentar -por dios, por dios, por dios, qué cosas- que se mantengan vivos todos los pueblos? ¿Pretender que se asiente la población en lo que podemos denominar como cabeceras de comarca, en las capitales de provincia y poco más?

viernes, 18 de octubre de 2019

LES TENGO ENVIDIA

Con demasiada frecuencia deseo conmoverme con esas mismas cosas con las que muchos de ustedes se emocionan, pero no, no me sale. Miro atrás y no caigo en la cuenta de si en mi pasado adulto hubo algún momento en el que pude acercarme con aires de trascendencia a todo ese material simbólico; tal vez sí, tal vez no, no lo recuerdo. Y siento un poco de lástima por mí.
Por ejemplo cuando me asomo y veo a mis vecinos rasuereños -amigos, familia- estremecidos acompañando a la Virgen de los Dolores. Me desborda. Me gusta, sí; cuando puedo voy, también; pero emocionalmente, todo lo más me atrapa la melancolía, me asalta la remembranza. Miro como quien asiste a una clase viva de antropología. Y siento que me pierdo algo. Supongo que, si mi patria hubiese sido la infancia en Valladolid, tal ocurriría con la Semana Santa.

viernes, 11 de octubre de 2019

LA PAZ DE LOS CEMENTERIOS


Al igual que los viejos revolucionarios de cartón piedra, tras comprender que sus certezas se postergaban, que el proceso deseado iba para largo, asumieron que su sino era esperar, los mesetarios vivimos aguardando la fecha señalada.
Al contrario, mientras aquellos bon vivant de la izquierda caviar esperaban -alguno todavía anda en ello- un fin de los días en forma de revolución que habría de traer a la humanidad justicia, paz, felicidad y prosperidad eterna; nosotros sobrevivimos pasando las horas sentados en la solana haciendo tiempo para que la solución biológica determine cuál habrá de ser el último de los días en que nuestras tierras serán habitadas. Este porvenir, el nuestro, digo, también vendría cargado de paz, la de los cementerios.
Ellos, gauche divine, entre brindis y brindis, concluían que las contradicciones inherentes al sistema inexorablemente arrumbarían el capitalismo en cualquier rincón perdido de la historia; nosotros, entre chato y chato, corto y corto, ahogamos las penas lamentándonos por el inexorable destino de ser la (pen)última generación de pobladores del Valle del Duero y adyacentes.