Supongo que las cosas
habrán cambiado desde entonces, pero cuando uno vuelve la vista hacia atrás y
la fija en aquella época en que la semana no era más que una larga espera que
encontraba sentido a partir de los viernes, rememora un tiempo envuelto en una
doble capa de optimismo y perseverancia. O sea, una concatenación de intentos
fallidos que culminaban en la vana esperanza de que la semana siguiente sería
distinto. Llegada la hora salíamos en tropel a la fiesta de cualquier pueblo o,
en su defecto, a la Peñaranda capital de aquella comarca en la que conviven
tres provincias. Ahora llegaban los de tal pueblo, ahora los del otro hasta
abarrotar el aforo de las calles. Los chicos de entonces, copa en mano, aires
de yo pasaba por aquí, nos acercábamos a las chicas con las que íbamos
coincidiendo en cada garito.
Blog sin más pretensión que la de poner un poco de orden en mi cabeza. Irán apareciendo los artículos que vaya publicando en diversos medios de comunicación y algunas reflexiones tomadas a vuelapluma. Aprovecharé para recopilar artículos publicados tiempo atrás.
viernes, 28 de marzo de 2014
jueves, 27 de marzo de 2014
CON LA FRENTE MARCHITA
Decimos por aquí
que en la mesa y en el juego se conoce al caballero. Si olvidamos el tinte
clasista que expele el tenor literal de este refrán, podremos obtener de él una
enseñanza: aunque uno se pase la vida queriendo disimular, hay ámbitos en los
que la verdadera personalidad, por más empeño que uno ponga en esconderla, se
impone a las apariencias.
La muerte de Adolfo
Suárez ha tenido este efecto. Las versiones oficiales han edulcorado una época
de cambalaches y posibilismos, ‘una tormenta que -como cantara Sabina- duró hasta entrados los años ochenta cuando el
sol fue secando la ropa de la vieja Europa’. Desde este hoy que se nos
desconcha ha brotado un arrebato melancólico como si ese ayer fuese
paradisíaco. Pero, sigo con Sabina, ‘no hay
nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió’.
domingo, 23 de marzo de 2014
CON DIGNIDAD
Llegada de la marcha a Valladolid - ROSI CASARES |
Han pasado cinco meses desde que Cáritas hiciese público el VIII Informe del Observatorio de la Realidad Social referido a 2012, un pormenorizado estudio que, piedra sobre piedra, dato sobre dato, certificaba con un número, tres millones, una realidad que, a estas alturas, no se le escapa a nadie: algún vecino nuestro es pobre de los de verdad. Pobre severo, si utilizamos la terminología empleada en el informe. El subtítulo del informe no puede contener más información en menos palabras: «El aumento de la fractura social en una sociedad vulnerable que se empobrece». Lo peor, con todo, no es el dato - tres millones de personas en España disponen menos de 307 euros al mes- sino la tendencia: cinco años antes el número era la mitad. La información que ofrece la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) confirma esta tendencia, sus análisis ratifican que en el periodo 07-10 España fue el país europeo donde más aumentó la desigualdad. Mientras los ingresos de las clases sociales más altas se mantuvieron, las más bajas habían reducido sus rentas en un 14%. Si extendiésemos los datos hasta hoy podríamos, de quedarnos vergüenza, ponernos colorados.
El fútbol, como buen crisol en el que se funden todos los metales de la sociedad, se mimetiza con la sociedad hasta reflejarla de forma fidedigna. Todos los focos apuntan esta semana en la dirección de ese Foro de Davos del balompié, de ese Wall Street futbolero, que es el Real Madrid-Barça, sin embargo, el partido en que más había en juego era el del Pucela frente al Rayo. Mientras aquellos se enzarzan en discusiones sobre quién tiene el mejor avión o despide a más empleados, estos se juegan en cada carrera el pan de cada día. Comparten planeta, pero son otra cosa. Aquellos rivalizan, decía, pero se ponen de acuerdo para quedarse con el pastel. Estos pelean por unas migajas, apenas por un salario que les permita vivir y mantener las fuerzas para poder trabajar al otro día. Nos han convencido de que una derrota es una humillación, de que un empate, si no da para llegar a fin de mes, es merecido porque, a buen seguro, no hace nada por salir de esa condición.
jueves, 20 de marzo de 2014
LA DESNUDA MUERTE DESNUDA
Las valoraciones de
las noticias que tienen capacidad para sobresaltarnos se convierten en un
retrato fidedigno de quien las emite, porque siempre pillan con el pie cambiado.
Es más fácil salir al paso con un comunicado oficial en el que la fina hipocresía
encubre la bajeza de los verdaderos propósitos. Cuando toca lidiar con la cruel
realidad a pelo, sin retóricas prefabricadas, a muchos se les ve el descosido
ético.
lunes, 17 de marzo de 2014
BATIR Y PICAR
Bien pudo haber sido así. Juan Ignacio Martínez, ese
entrenador que viste como lo haría cualquier señor castellano para ir a
misa, se quedó plácidamente dormido en el sofá. En su cara se podían
leer todas las letras de la palabra felicidad. De súbito abrió los ojos
–apenas le costó un instante reubicarse en su nueva condición de
despierto– se levantó, caminó hacia su despacho, allí se sentó, tomó un
bolígrafo y, en el primer folio en blanco que encontró sobre la mesa,
escribió unas notas que concluían con un ‘ganamos al Barça’. Volvió a
sonreír recreándose de nuevo en la escena con la que había soñado
momentos atrás. Estaba, como cualquier padre, a los pies de la cama de
su criatura leyéndole un cuento.
Un mozuelo pasaba la tarde en su taller, dado que no era mucho el
trabajo que le encargaban, pasaba buena parte del tiempo en su inopia
particular. Unas moscas, pesadas de oficio, no le dejaban de incordiar.
El chico cogió un trozo de paño y, de un golpe seco, mató a siete de
ellas. Satisfecho, quiso inmortalizar la hazaña con una leyenda estampada
en una de sus camisas: Maté a siete de golpe. Se la puso y salió a
pasear por la ciudad. Entre sus vecinos se acrecentó el rumor de que el
lema hacía referencia a siete soldados que nuestro protagonista habría
abatido de golpe. Su fama llegó hasta el rey que, impresionado por el valor
del chiquillo, le encomendó enfrentarse a dos gigantes que atemorizaban
a los habitantes de su palacio. El reto era de órdago pero el joven no
podía volverse atrás, a riesgo de hundir su reputación, y aceptó la
encomienda.
domingo, 16 de marzo de 2014
UCRANIA TAMBIÉN VIVE EN VALLADOLID
Pasean a diario por las mismas calles que nosotros, sus hijos acuden al mismo colegio que los nuestros, la crisis económica de nuestro país hace mella de igual manera en su día a día, pero estos días tienen una preocupación añadida. En su tierra natal se juega una partida de esas que si es difícil saber cómo han empezado, resulta imposible adivinar el rumbo que va a tomar. Iuliia Andriyevska, Tatiana Zhuravska, Oksana Guryn, Bogdan Marchuk y Vadim Bondarenko son cinco de los más de doscientos ucranianos que viven en Valladolid. Han querido compartir con El Norte de Castilla sus reflexiones y exponernos sus temores.
Van llegando de uno
en uno, en cada rostro se vislumbra la preocupación, esa forma de miedo
inconcreta, de temor a no se sabe qué cuando la mirada al frente no aventura
nada bueno. Al entrar en el bar en el que estábamos citados me encuentro a
Oksana Guryn que ya estaba esperándonos sentada en un taburete en la barra. Le
acompaña Chema, su marido, un vallisoletano con quien tiene dos hijos, los
saludo y les presento a Iuliia Andriyevska. Oksana muestra su sorpresa:
“¿También eres ucraniana?” Iuliia es la camarera que les ha atendido y no se
había percatado de que eran paisanas. Se ríen y se elogian mutuamente el nivel
de castellano. El punto de partida de Oksana es Staryi Sambar, una ciudad atravesada
por el río Dnister situada apenas a veinte km de la frontera con Polonia; el de
Iuliia está en la localidad de Skvyra, a poco más de cien km al este de Kiev,
el epicentro del terremoto ucraniano. A continuación entran Bogdan Marchuk y
Vadim Bondarenko, dos chicos que recién acaban de sobrepasar la mayoría de edad.
Ellos llegaron a Valladolid siendo todavía unos niños, pero no han perdido los
lazos con la tierra de origen de sus padres, son miembros de esa segunda
generación que eternamente padecerá la enfermedad del doble desarraigo, forasteros
aquí y extraños allá. La última en incorporarse es Tatiana Zhuravska. Al igual
que Oksana, lleva años afincada en Valladolid, aquí conoció a quien hoy es su
marido y aquí nacieron sus dos hijos. Ellos
dejaron Ucrania en su día, las cosas en la joven república no parecían
sencillas y eligieron emprender un camino cuyo destino tenía una escala, en
algún caso, si esto se puede afirmar alguna vez, puede que definitiva, en
Valladolid.
jueves, 13 de marzo de 2014
LA HERMANA REBELDE
La memoria es la
hermana rebelde de la historia. Si la segunda se plasma en los libros desde
donde camina despacio, pretende relatar los hechos y los ordena en función de
su importancia con una base más o menos objetiva; la primera bulle inquieta en
cada uno de nosotros, es voluble y a la vez pertinaz y señala la importancia de
los hechos en función de las cicatrices que van dejando. La historia cuenta
víctimas, la memoria las duele.
Las efemérides
proponen un viaje por el túnel de esa memoria, más aún cuando el número de años
pasados desde el acontecimiento llega a un número redondo. Entonces nuestra
cabeza nos reubica ¿dónde estaba yo? ¿Qué sentí en aquella jornada? Y vuelvo a
ser el niño temeroso que fui, por ejemplo, aquel 11 de marzo de hace 10 años.
Nunca antes me sentí tan débil como materia viva ni como ciudadano. Las bombas
vinieron a recordar que no hay distancia entre la vida y la muerte, que lo que
hoy vive mañana protagoniza un funeral, que el hombre puede ser el peor lobo
para el hombre, que no hay distancia entre los que asesinados de aquí y los que
vamos a asesinar allá. Las palabras oficiales no nos dejaron espacio siquiera
como ciudadanos, fuimos tratados como ganado al que se conduce al aprisco de
las urnas.
En medio de un dolor casi unánime, la respuesta social de aquellos días tuvo una parte meritoria: la imagen de un pueblo exigiendo decoro a su gobierno, miles de voces anónimas reclamando ser tratados como personas adultas. Pero también tuvo su envés, una vez sofocado el incendio emocional del momento volvimos a ser tratados de la misma manera y el silencio, con excepciones, no se volvió a romper.
En medio de un dolor casi unánime, la respuesta social de aquellos días tuvo una parte meritoria: la imagen de un pueblo exigiendo decoro a su gobierno, miles de voces anónimas reclamando ser tratados como personas adultas. Pero también tuvo su envés, una vez sofocado el incendio emocional del momento volvimos a ser tratados de la misma manera y el silencio, con excepciones, no se volvió a romper.
Estas víctimas, que
no fueron héroes porque ni eligieron su destino ni se enfrentaron a él, nos
hicieron humanos y dignos por un día. Víctimas, estas y todas, que merecen todo
el apoyo del estado, todo el respaldo de la sociedad, todo el aplomo de la
justicia. Hasta ahí. Porque cuando los entornos de las víctimas convierten su
condición en un cheque con el fin de condicionar las políticas del país pierden
el respeto ganado.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 13-03-2014
Publicado en "El Norte de Castilla" el 13-03-2014
domingo, 9 de marzo de 2014
SOLO ALGO MEJOR
Cuando recibió el aviso de que Jeanne St. Jean había
roto aguas, la anónima matrona, como cada vez que era requerida para
ejercer su profesión, preparó el material necesario y se puso en camino.
Para ella se trataba de un parto más, cierto es que los Bernadotte eran
una familia con posibles, no en vano, Henri, el padre, era procurador en
Pau, pero ni ella ni nadie en esta ciudad francesa podía pensar que ese
día fuera a quedar apuntado en los futuros manuales sobre la historia
de Suecia. Con el pasar de los años, el pequeño Jean-Baptiste se enroló
en el ejército. Tras el triunfo de la Revolución, subío con inusitada
rapidez los peldaños del escalafón militar hasta alcanzar el último, fue
convertido en mariscal del ejército napoleónico. En 1808 estuvo al
mando de las tropas francesas frente a las suecas. No tuvo éxito pero su
labor no debió pasar inadvertida para sus rivales ya que dos años
después fue reclamado para ocupar el trono vacante. Aquel frío día de
enero, la matrona caminaba sin saberlo, y quizá nunca lo supiera, para
ayudar a nacer a un futuro rey.
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