sábado, 12 de abril de 2014

INDULTO NO; TESÓN

Los humanos construimos nuestra realidad con palabras. No solo para explicarla, también para comprenderla. Por eso, nada mejor que la poesía para explorar en nuestros sentimientos, porque cuando se trata de lo profundo no es nada sencillo atinar con las palabras adecuadas para comunicar cómo nos encontramos. Cuando estamos realmente mal, sufriendo por alguna de esas jugarretas que la vida propone en nuestro camino, tenemos dificultades para transmitirlo. Llegados a este punto tenemos que recurrir a un poema o incorporar metáforas al lenguaje cotidiano. Tenemos que agarrarnos a palabras como ‘alma’ con las que pretendemos definir algo tan etéreo e inaprensible como la parte inmaterial de las personas o recurrimos a la metonimia dirigiendo al corazón el dolor de todo el cuerpo. El corazón, dicen los médicos, no duele, sin embargo utilizamos este órgano para referirnos a un dolor ilocalizado, a un pesar que afecta al todo, al vacío, por ejemplo, que sufre una madre cuando siente que puede perder un hijo.

jueves, 10 de abril de 2014

UN CINE EN PERPIGNAN

Unas hermosas vacas pastando por los campos verdes, tierras de labranza que ofrecían varias cosechas al año, en Europa siempre llovía cuando hacía falta. Platos llenos, varias comidas al día, frigoríficos repletos, lavadoras automáticas, televisores en color, en los diccionarios de Europa no aparecía la palabra preocupación. El homosexual español besaba a su pareja en la calle cuando soñaba Europa. Cuando soñaba Europa la madre soltera no sentía las miradas inquisidoras disparadas desde el vecindario, es más, la mujer era tratada por ley igual que el hombre. El trabajador no se refugiaba en la luz de la luna para afiliarse a un sindicato, es más, tenía derechos. Europa era el trayecto al sueño de cada uno. Las costa era un poco Europa,  en cualquier playa un perplejo trabajador de SEAT escuchaba a uno de Volkswagen decir que podía pagar un avión y venir a España de vacaciones. Las suecas venían de Europa, el rostro de Alfredo Landa se acaloraba porque pudo tocar Europa cuando España no se dejaba tocar, era pecado. España en sí era un cura reprimiendo. Hasta muchos curas se sentían abrumados de los curas y se quitaron la sotana porque era más europeo. En la tele no había rombos, en las calles nadie decía cómo vestir, los cines se proyectaban todas las películas sin necesidad de que un censor firmase el nihil obstat. Europa eran dos tetas en una pantalla de cine en Perpignan. Europa era el otro lado y los Pirineos eran una valla como la de Ceuta o Melilla.

lunes, 7 de abril de 2014

ÓSCAR, EL INSUMISO

El primer siglo de vida de los Estados Unidos cuenta la historia de una expansión territorial que duró prácticamente hasta que el propio país sufrió una implosión, esa guerra civil conocida como la Guerra de Secesión. México, el de abajo, sufrió en sus carnes el mordisco del gran vecino que acababa de ver la luz. En 1846 el ejército estadounidense invadió México tras un litigio originado un año antes cuando se formó, sobre territorio que había sido mexicano, la República de Texas. En aquel momento, Henry David Thoreau, un filósofo puritano de Massachusetts, se negó a pagar impuestos al considerar ilegítimo que se destinasen a esta contienda, así como a mantener un sistema en el que la esclavitud estaba amparada por la ley. Debido a ello, fue encarcelado. Para justificar teóricamente su decisión escribió ‘La desobediencia civil’, en la que defendía que los ciudadanos deberían tener más poder frente a los Estados y que esto solo sería posible si cada persona se implicaba en su comunidad. Desobedecer las leyes era, en alguna instancia, la única salida digna de un ciudadano coherente frente a ese poder. En nuestro país el mejor exponente de este compromiso colectivo lo tuvimos con el movimiento de objeción de conciencia que, a finales del siglo pasado, impulsó campañas a favor de la insumisión –la negativa a la realización del servicio militar– como forma de apostar por una sociedad en la que el papel de los ejércitos fuera progresivamente disminuyendo. Ilustres defensores de esta forma de entender la vida fueron el ruso Tolstói, el indio Mahatma Gandhi, el nor­teamericano Luther King o el sudafricano Mandela. Ayer, en el estadio Zorrilla, se sumó a esta lista el futbolista pucelano Óscar. El poder establecido le ordenó jugar por la banda izquierda, en la posición teórica de extremo izquierdo, pero él, después de remolonear un poco por aquella zona, decidió que ese terreno no era el suyo y caminó río arriba hasta la demarcación en la que se encuentra más a gusto, o en la que cree que más puede ofrecer al equipo. La diferencia entre una y otra razón no es menor porque afecta al meollo teórico que califica a una desobediencia como legítima. En el primer caso, que fuera por su gusto, estaríamos ante una actitud pueril de niño malcriado o de adulto egoísta que solo obra en su beneficio. En el segundo, nos encontraríamos ante una actitud madura, comprometida y que, siendo el jugador consciente del riesgo de que el peso de la ley del entrenador cayese sobre sus espaldas, asumiría pensando en el beneficio colectivo. Quiero pensar que ha sido la segunda más que nada porque en este caso, al menos por lo que a ayer respecta, Óscar dobló el peso de la autoridad y el entrenador decidió, con la entrada de Bergdich por Manucho, reubicar a los jugadores permitiendo que el salmantino jugase en la posición de ‘10’.

jueves, 3 de abril de 2014

DIFERENTES, NO RAROS

Mi madre quería que estudiásemos, le costase lo que le costase. Y le costó muchas horas de esfuerzo, alguna noche sin dormir y muchos desvelos, pero se salió con la suya. Al fin y al cabo, lo que su vista podía alcanzar no llegaba a ver ningún futuro en el pueblo, así que lo mejor era que nos fuésemos de allí y buscásemos en los libros el pan del mañana. Eran tiempos en los que estudiar era sinónimo de progreso económico, la única escapatoria de un espacio en el que el reloj parecía haberse parado quizá definitivamente. La montaña rusa de la historia se encargará de desmentir aquel axioma, pero entonces es lo que había. Cuando esa tarde llegué a casa, ella me mostró la  revista de un colegio en Palencia. Allí habría de ir. Leí cada párrafo, escudriñé cada foto, mi imaginación recorrió cada recoveco, soñé con un mundo tan diferente al que había sido el mío hasta ese momento. Un detalle, sin embargo, captó especialmente mi atención: entre los alumnos fotografiados estaba Enrique. Además de piscina, campos de fútbol, salas de juegos, había un negro. Podría ver frente a frente a alguien de otra raza. Enrique fue mi primera pregunta cuando, por fin, llegué al colegio. Desde entonces han sido muchas las cosas que he visto y una sola la que he aprendido, cada ser humano es radicalmente diferente al resto y a la vez esencialmente igual a los demás. En lograr ese difícil equilibrio entre diferenciarnos de los demás y ser, a la vez, parte de ellos se asientan buena parte de nuestras frustraciones y nuestras alegrías. Fito con sus Fitipaldis decía que no sabía si era él o el mundo el que estaba cabeza abajo y definía su malestar: se sentía raro, no diferente sino raro.

lunes, 31 de marzo de 2014

SIN ACUSE DE RECIBO

Estimado Señor Rubio:
Desde ayer, la Pucela futbolística se asoma por la ventana, cierra los ojos y se regodea mientras recibe en la cara ese tímido rayito de sol que, atravesando el cristal, parece venir a decirnos que ha llegado para derrotar al invierno. Pero en esta tierra sabemos que hasta el cuarenta de mayo no es conveniente desterrar la ropa de abrigo, por si acaso. Precisamente por eso, ahora que aún nada está conseguido y, a la vez, se está a tiempo de lograrlo todo, quería dirigirme a usted para decirle una palabra que, también a la vez, resume todas: ¡gracias! No me apetece esperar a que se confirme la permanencia del equipo, así será, cruzo los dedos,  porque daría la sensación de que ese agradecimiento sería un premio por haber alcanzado un fin. Quiero hacerlo en este momento en que todo está por escribir. En este sentido me da igual lo que ocurra al final, si alumbra ese rayo de sol es debido, sobre todo, a usted. Sí, ya sé que el fútbol no es una excepción, que el trabajo de uno carece de sentido si no está respaldado del de los demás. Y es cierto que usted pertenece a una plantilla que ha dado a lo largo del año muestras de una honradez que escasea en otros ámbitos de la vida social de nuestro país. Quienes así no lo entendieron tuvieron que hacer las maletas. Al resto nada que reprocharles, lo que tienen lo dan. Más no se puede pedir. Pero en medio de todos refulge usted, y no por brillar como lo haría una estrella, tampoco por arrancarse en carreras estériles a la manera de los demagogos que buscan el aplauso fácil, su mérito radica, ahí es nada, en hacer en cada momento lo que corresponde y hacerlo, casi siempre, bien. Ayer, sin ir más lejos, consiguió transmitirme la emoción que siento cuando observo ante mí algo que se acerca a la perfección.

viernes, 28 de marzo de 2014

SEGURO QUE SÍ

Supongo que las cosas habrán cambiado desde entonces, pero cuando uno vuelve la vista hacia atrás y la fija en aquella época en que la semana no era más que una larga espera que encontraba sentido a partir de los viernes, rememora un tiempo envuelto en una doble capa de optimismo y perseverancia. O sea, una concatenación de intentos fallidos que culminaban en la vana esperanza de que la semana siguiente sería distinto. Llegada la hora salíamos en tropel a la fiesta de cualquier pueblo o, en su defecto, a la Peñaranda capital de aquella comarca en la que conviven tres provincias. Ahora llegaban los de tal pueblo, ahora los del otro hasta abarrotar el aforo de las calles. Los chicos de entonces, copa en mano, aires de yo pasaba por aquí, nos acercábamos a las chicas con las que íbamos coincidiendo en cada garito.

jueves, 27 de marzo de 2014

CON LA FRENTE MARCHITA

Decimos por aquí que en la mesa y en el juego se conoce al caballero. Si olvidamos el tinte clasista que expele el tenor literal de este refrán, podremos obtener de él una enseñanza: aunque uno se pase la vida queriendo disimular, hay ámbitos en los que la verdadera personalidad, por más empeño que uno ponga en esconderla, se impone a las apariencias.
La muerte de Adolfo Suárez ha tenido este efecto. Las versiones oficiales han edulcorado una época de cambalaches y posibilismos, ‘una tormenta que -como cantara Sabina- duró hasta entrados los años ochenta cuando el sol fue secando la ropa de la vieja Europa’. Desde este hoy que se nos desconcha ha brotado un arrebato melancólico como si ese ayer fuese paradisíaco. Pero, sigo con Sabina, ‘no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió’.

domingo, 23 de marzo de 2014

CON DIGNIDAD

Llegada de la marcha a Valladolid - ROSI CASARES
Han pasado cinco meses desde que Cáritas hiciese público el VIII Informe del Observatorio de la Realidad Social referido a 2012, un pormenorizado estudio que, piedra sobre piedra, dato sobre dato, certificaba con un número, tres millones, una realidad que, a estas alturas, no se le escapa a nadie: algún vecino nuestro es pobre de los de verdad. Pobre severo, si utilizamos la terminología empleada en el informe. El subtítulo del informe no puede contener más información en menos palabras: «El aumento de la fractura social en una sociedad vulnerable que se empobrece». Lo peor, con todo, no es el dato - tres millones de personas en España disponen menos de 307 euros al mes- sino la tendencia: cinco años antes el número era la mitad. La información que ofrece la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) confirma esta tendencia, sus análisis ratifican que en el periodo 07-10 España fue el país europeo donde más aumentó la desigualdad. Mientras los ingresos de las clases sociales más altas se mantuvieron, las más bajas habían reducido sus rentas en un 14%. Si extendiésemos los datos hasta hoy podríamos, de quedarnos vergüenza, ponernos colorados. El fútbol, como buen crisol en el que se funden todos los metales de la sociedad, se mimetiza con la sociedad hasta reflejarla de forma fidedigna. Todos los focos apuntan esta semana en la dirección de ese Foro de Davos del balompié, de ese Wall Street futbolero, que es el Real Madrid-Barça, sin embargo, el partido en que más había en juego era el del Pucela frente al Rayo. Mientras aquellos se enzarzan en discusiones sobre quién tiene el mejor avión o despide a más empleados, estos se juegan en cada carrera el pan de cada día. Comparten planeta, pero son otra cosa. Aquellos rivalizan, decía, pero se ponen de acuerdo para quedarse con el pastel. Estos pelean por unas migajas, apenas por un salario que les permita vivir y mantener las fuerzas para poder trabajar al otro día. Nos han convencido de que una derrota es una humillación, de que un empate, si no da para llegar a fin de mes, es merecido porque, a buen seguro, no hace nada por salir de esa condición.