lunes, 9 de marzo de 2015

MÍMESIS DE LO HUMANO

En sí mismo, el fútbol no es nada, pero lleva más de cien años viviendo entre nosotros, viviendo con nosotros, y eso le ha permitido salir del rectángulo en el que se juega, le ha dado tiempo a teñirse con los colores del contexto y a convertirse en un fiel reflejo de lo que nosotros somos. Si el fútbol tiene algo, es una absoluta capacidad para mimetizarse con su entorno. El fútbol es, a la vez, el espejo en el que nos reflejamos, el alambique por el que se destilan los diferentes componentes de nuestra sociedad, el cofre en el que se guardan los mejores valores del ser humano y la cloaca a la que desaguan los ramales de todas las alcantarillas. El partido que ayer enfrentó al Valladolid con el Betis, incluso antes de que hubiera empezado, aportaba material suficiente para escribir un tratado que reflexionase sobre el ser humano. Un partido mediatizado por todo lo que le rodeaba, un enfrentamiento al que es imposible referirse sin caminar por las afueras del césped: por un lado, corrupción; por otro, machismo y silencio cómplice con las meritorias excepciones que siempre se dan; por los dos, defensa ciega de lo propio. Hace menos de un año se enfrentaron los mismos contendientes: el Valladolid se jugaba mantenerse en primera, el Betis la honra porque ya había certificado su descenso. Estos últimos vencieron a un Pucela cuyo partido definí en aquel momento como esperpéntico. Estos días hemos sabido que los verdiblancos tenían un aliciente monetario ilegal que provenía de Pamplona. Y por estas tierras hubo indignación. Pero esa prima no impedía al Valladolid ganar y no supo hacerlo. Buscar culpables ajenos no es el mejor camino cuando la responsabilidad propia es tan flagrante. Poco después, el mismo Betis, al menos algunos jugadores, recibieron otro botín, esta vez por dejarse ganar. Por suerte, ese miserable partido no tuvo mayor influencia. Esto pasa en el fútbol, nada distinto a lo que lleva años llenando las portadas de la prensa en otros ámbitos.

jueves, 5 de marzo de 2015

UNA DE DOS, O LAS DOS

Escribía la semana pasada que nuestros dirigentes (o aspirantes a serlo) no hilan dos frases seguidas sin agarrarse a la palabra ‘ciudadanía’ o sin apelar a los ciudadanos y las ciudadanas. Los unos, los de las organizaciones más ‘viejas’, lo utilizan simplemente como recurso, es su manera de atrapar voluntades con un sustantivo que resulta inocuo, que engloba a todos sin apuntar a ninguno. Es una simple forma de hablar. Para los otros, los de estos partidos de más reciente creación, el ciudadanismo es un concepto en el que asientan toda la potencialidad de su discurso. A pesar de su uso actual, el manejo de este término viene de lejos. La escritora Rosa Luxemburgo ya lo analizó en clave crítica allá por el año 1900 en su obra ‘Reforma o revolución’ donde venía a decir que “La palabra “ciudadano” sin distinciones (…) identifica al hombre en general con el burgués, y a la sociedad humana con la sociedad burguesa’. O sea, que la apelación a la ciudadanía no es más que la base de un discurso interclasista en el que se pretende hacernos creer que todos somos lo mismo, que si las cosas van bien para uno, consiguientemente, irán bien para todos; que esto se arregla (como ocurre en las conjuras de un equipo de fútbol cuando se reúnen tras una derrota) haciendo invocaciones del estilo ‘remar todos hacia el mismo lado’ y ‘apretar los puños’.

domingo, 1 de marzo de 2015

LA PIEDRA DE CHICA

Varios jugadores sentados alrededor de una mesa forman dos equipos. El mus -tapete verde, baraja española, amarracos en el medio- está en marcha. Uno de los jugadores reparte las cartas, una a una hasta cuatro, a los miembros de la partida. Una vez vistas, cabe la posibilidad de que haya sucesivos descartes, pero si alguno de ellos está satisfecho con los naipes que le han correspondido, indica que arranque el juego. El Sporting debió pensar que era hora de empezar y salió envidando a la grande. El Real Valladolid parecía dudar pero, tras alguna mirada temerosa, decidió aceptar el envite. Al final del juego se verán las cartas. Tocaba hablar de chica. Ahí el Pucela lanzó un órdago. Rieron los asturianos y tiraron de refranero: jugador de chica perdedor de mus. Y no quisieron. Los blanquivioletas sacaron una piedra. Una piedra que parece poca cosa en el cómputo general del juego, pero que, contradiciendo la fraseología popular, el juego de chica, de Chica, al Pucela le ha ayudado mucho en la suma de puntos. El lateral derecho, defensa y a un lado, suele ser una demarcación poco dada al brillo de sus inquilinos, pero desde ella se apuntala la solidez de un bloque. La carta pucelana, ya digo, piedra a piedra, sin levantar al público de los asientos, se ha convertido en un seguro. Javi Chica es, de largo, el jugador más regular en lo que va de temporada, es difícil recordar un error suyo. No brilla como otros, no marca porque no es su cometido, pero siempre suma todo lo que permite su posición en el campo. Es uno de esos jugadores pegamento que permiten que el bloque funcione, que arregla los rotos de otros, que no da una carrera de cara a la galería ni escatima ninguna que sea necesaria. Uno de esos jugadores que casi nunca encontraremos en esas listas de los mejores que aparecen en los periódicos tras realizar votación popular. Uno de los que quiero siempre en mi equipo.

jueves, 26 de febrero de 2015

UN TRAGO O UNA BOTELLA

El estado nación agoniza. Queda de él la cáscara y algo de fanfarria, algunas liturgias y un sentimiento de adhesión a una cultura, una historia y un territorio. Poco más. El hijo de las tres revoluciones (la liberal, la burguesa, la industrial) no ha resistido los envites de una época en la que el poder económico se ha puesto el mundo por montera. Los límites geográficos son para las personas, nunca para unos capitales que van, vienen y se depositan solamente en las casillas de valor seguro. Los estados asisten inermes a su estrangulamiento. Sus gobernantes se dividen en dos: los que son como ‘nuestro’ De Guindos, encantados de que así sea y los que, como el griego Varoufakis, terminan asumiendo que es así, que la alternativa a un trago de quina es beberse la botella entera. Unos como ‘la bien pagá’, los  otros como dóciles corderitos, son los últimos exponentes de un mundo que asienta, cada vez más, los centros de decisión en los sillones de piel de los consejos de administración de un puñado de grandes empresas.

lunes, 23 de febrero de 2015

EL PUÑAL NO PARA

Duele ver fútbol cuando poco antes estabas enterrando a un amigo. Duele la vida, tantas veces caricia, cuando se convierte en puñal y no se detiene como debiera. La vida empuja, me siento y busco el enlace que me permita ver el partido. Duele la música de John Coltrane; mientras decimos adiós, suenan de fondo los sonidos de su saxofón, ahora resuenan y se me clavan como aguijones de avispa. La música que embriagaba a Miguel Ángel, el jazz, talento para crear, mucho trabajo para poder improvisar, no aparece en Tenerife. El Valladolid callaba, no emitía sonido alguno, parecía esperar un momento que estaba seguro que iba a llegar, pero los momentos no llegan si no se buscan. Una estupidez, una expulsión y cambió la partitura, pero el silencio no se rompió, los intérpretes no supieron qué hacer.

jueves, 19 de febrero de 2015

POLVORONES AL SEDIENTO

Tengo miedo a los dolores físicos, me escondo, a la vez que mis músculos se contraen, cuando veo una aguja. Me da pánico pensar en tener una vida asociada de forma continua y constante a ellos. Pero supongo que, llegado el caso, aguantaría lo que me echasen si supiese que en ese aguantar reside la única esperanza de mantenerme con vida, la única esperanza de volver a tener ilusión por sentirme vivo. El dolor se aguanta voluntariamente cuando existe al menos la posibilidad de un mañana que merezca la pena, cuando ya eres consciente de que, sin pasar el trago, no queda más que una vana agonía en pos de encontrar un aire que paulatinamente irá desapareciendo. Y Grecia ya no tiene aire. Lejos quedan en la memoria aquellos años de atrás, ahora sufren las consecuencias lógicas de una perversión, la que hizo creer, a ellos y a nosotros, que habíamos dado con la fórmula del elixir de la eterna juventud. Pero la fiesta europea acabó como no podía ser de otra forma, recordándonos que, digan lo que digan y con el interés que lo digan, aún hay clases. Unos se quedaron con la recaudación y con el bar, los otros con los bolsillos vacíos y soportando la resaca.

lunes, 16 de febrero de 2015

SUFRIR DE MÁS

En las tripas de cualquier guerra siempre encontramos otras menores, pero no necesariamente menos virulentas. Guerras dentro de las guerras que tienen como objetivo colocarse en el sitio óptimo para recoger las medallas de la victoria y con ellas el dominio de la morgue o para salvar el culo si la derrota aparece en el horizonte. Peleas dentro de la pelea para imponer el dominio en el bando propio o con el objeto de adecuar el terreno para los futuros escenarios. En los momentos en los que el ser humano es llevado al límite, junto con los comportamientos más heroicos, en el mejor sentido de este término, aparecen todas las miserias para las que que el hombre está capacitado, o sea, todas las miserias. La guerra que sufrió España tras el golpe de estado del 36 es un claro exponente. Al margen del enfrentamiento entre los defensores de la república y los postulantes del golpe militar, hubo batallas internas más o menos soterradas con diferentes intenciones. En la parte republicana, los enfrentamientos internos fueron permanentes entre trostkistas y anarquistas que defendían que la revolución se debería llevar a cabo a la par que la guerra y el estado republicano junto con diversas organizaciones políticas cuya prioridad era vencer en la guerra y, por tanto, centrar en ella todos los esfuerzos. La explosión se produjo en mayo del 37 y Barcelona fue el campo en que se libró la batalla. El cineasta Ken Loach lo cuenta nítidamente en su ‘Tierra y libertad’. Entre los sublevados las tensiones venían derivadas de los distintos objetivos del variopinto entramado de intereses políticos, económicos y personales. Según la tesis defendida por varios autores, entre los que destaca el hispanista británico Paul Preston, para encontrar sentido a alguna de las decisiones tomadas por Franco hay que creer que su objetivo no era vencer con prontitud en la guerra sino retrasar la victoria. Sirve de ejemplo la decisión de posponer el avance hacia Madrid y el desvío de tropas a Toledo buscando una victoria simbólica que le enalteciese ante los suyos. Ralentizando el éxito ganaba tiempo para hacerse con el poder absoluto en su bando y, por consiguiente, para adueñarse del país tras la victoria. Por otro, además de vencer podría ‘barrer’ a cualquiera del que se sospechase que podría pensar distinto a lo que habría de ser obligatorio.

jueves, 12 de febrero de 2015

EGO ME ABSOLVO

Los confesionarios se han quedado vacíos. En parte es consecuencia del proceso de laicización que tras años de misa obligatoria ha vivido nuestra sociedad, pero no en menor medida se debe a que nadie tiene culpa de nada, no quedan pecados que confesar porque cada vez es más acusada la tendencia a ‘reconocer’ que los culpables siempre son los otros. Sabiendo de antemano quién es el asesino, es fácil después construir relatos que encandilen a una audiencia desmemoriada y ávida de encontrar al culpable de sus desdichas, basta con entregarle a esta el papel de sufriente víctima subyugada por unos desalmados. Unos seres perversos se aprovecharon de la candidez de una inmensa mayoría de la sociedad, personas por otra parte sin tacha, para saquearles y dejarles sin derecho alguno. Seres infectos que nos han arrastrado desde el paraíso en que antaño vivíamos hasta el lodazal del hoy. Así, sin más matices, sin más nada.

domingo, 8 de febrero de 2015

¡CÓMO ESTÁ LA LOREN!

La mitad de mis años los he vivido en el barrio de la Victoria. Llegué de casualidad durante esa etapa de estudiante en la que cada septiembre se buscaba un hueco en el que pasar el curso. Un solo paseo fue suficiente para descubrir que la gente se saludaba por la calle; que en cualquier esquina, aprovechando cualquier encuentro, se formaba un corrillo del que surgía una tertulia; que los camareros, los tenderos, los quiosqueros, llamaban a cada cual por su nombre. En ese mismo momento supe que, mientras viviese en Valladolid, podría cambiar de casa pero no de barrio. Me sentí a gusto, al fin y al cabo nunca perdí el pelo de la dehesa y en la Victoria me reencontré con ese aroma rural. Algo, por otra parte, lógico: la Victoria, en buena medida, se fue llenando con aquellas olas de emigrantes que, décadas atrás, habían vaciado los pueblos.
Mi segunda casa estaba enfrente del bar Medayo donde, entre cafés y partidas de dominó, pasaban la tarde algunos de estos hombres ya jubilados. Un día, cosa extraña, tres de ellos estaban embelesados delante de la tele. Miré: Charlton Heston, por enésima vez, cabalgaba por la pantalla recreando la figura de ‘El Cid’. Me acerqué y me contaron. Medio siglo atrás, antes de tener que abandonar sus pueblos, habían actuado como figurantes en aquella película cuyo rodaje alborotó los Torozos. Entre anécdota y anécdota, uno de ellos suspiró una exclamación en presente de indicativo: ¡Cómo está la Sofía Loren! Los tres intercambiando sonrisas maliciosas, a la par que sus ojos se iluminaron con la presencia casi real de la diva italiana con apenas veintisiete años. Cincuenta años después, la Loren es un mito que no ha perdido la elegancia, ni la fuerza que transmite su mirada, pero claro, los años no pasan en vano y ya no es la joven que enamoraba con su sola presencia.