jueves, 11 de agosto de 2005

CIERTAMENTE INTOLERABLE

Dora García, presunta artista, exhibe “Luz intolerable y La esfinge” en el Patio Herreriano de Valladolid. El título obedece a la realidad, dos boutades inconexas e inocuas. La ¿creadora? pretende, es su palabra, alterar la relación tradicional entre artista, obra y espectador. Dora lo consigue eliminando la obra, en realidad lo que presenta es nada y a partir de ahí una serie ritual de argumentos escritos se esgrimen como coartada a posteriori. Un regodeo en el vacío tan ineficaz por inconsistente que desnuda más el engaño, no es otra cosa lo que se muestra.

Luz intolerable –una pared de focos instalados en el fondo de la capilla- es justificada a partir de una certeza, es imposible permanecer en la sala más de unos segundos, se genera un manifiesto rechazo. Punto, no hay más, el resto retórica vacua.  

La esfinge es una joven que busca espectadores adecuados (sic) para responder a unas preguntas formuladas como un test. Si fallas una pregunta se acaba el juego, si aciertas tres ¡premio!; pero ¿qué es acertar? Coincidir con las respuestas de Dora a dicha encuesta. En resumen la genial idea de la artista no es otra que premiar a los que muestren una sintonía total, existencial e ideológica con ella. Al resto que les den. Cierto que no impone su verdad como la Verdad pero se reviste de esa tolerancia políticamente correcta hija bastarda de un fútil concepto de democracia, la generalización del valor del voto al mundo del conocimiento: todas las opiniones tienen la misma entidad. Su verdad por ser suya, sin más profundización, es el ombligo y desde ahí edifica la atalaya en la que reúne a la tribu de sus iguales. Una verdad espiritual, además, perfectamente definida por unos escuetos síes o noes a un acopio de preguntas. Vacío dentro de un hueco en el interior de una caverna.

La propuesta no da para más, carente de valor en sí sólo puede soportar reflexiones tangenciales. La constatación de un mundo que para seguir aceitando el engranaje del consumo necesita crear seres que se perciban como centro del universo, la evidencia de la pérdida referencias sobre la sensibilidad artística si en el mismo espacio puede convivir la obra de Tapiès con la no-obra de Dora García, la certeza de que en el cajón desastre del arte contemporáneo se cuela mucho impostor vendiendo hielo en los círculos polares.


La actual sociedad no se ve representada en el arte que se crea, tal vez Dora llegue a crear o la haya hecho, reconozco que de ella nada sabía, pero Luz intolerable y La esfinge es una invitación al escepticismo sobre el arte actual. En época veraniega lo perentorio es separar el grano, que lo hay, de la paja. Y del polvo.

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