viernes, 19 de agosto de 2005

EUROPA COMO OBJETIVO

Cuentan que hace mucho, antes incluso de que mi madre aprendiese a rezar el rosario, el emperador Calígula invistió a su caballo Incitatus con el ropaje de cónsul. El martes, mientras mi madre seguía manoseando las cincuenta cuentas, los americanos eligieron a su caballo como emperador. Cuatro años más de relinchos y alguna que otra coz sufriremos los que no teníamos capacidad de elegir. En tanto, mientras aparentan soliviantados, los jerarcas eclesiásticos de la Hispania sonríen para sus adentros al vislumbrar las sombras que se emanan desde el centro del centro del imperio: los cimientos de una antirrevolución apocalíptica. 

Nadie puede negar el carácter planetario de las elecciones presidenciales en los Estados Unidos, pero sorprende que la firma del tratado de constitución europea nos haya pillado con los ojos virados hacia el oeste. Un tratado que ha de ser ratificado por los veinticinco países miembros y que, al menos en el nuestro, nadie sabe de su contenido. Y así va a seguir siendo, porque ni gobierno ni oposición van a forzar más debates que los que corresponden a elementos puramente tangenciales. El 20 de febrero nos consultarán en referéndum y los escasos cien días por pasar hasta entonces se difuminaran entre  riñas estériles carentes de contenido. Asimilarán Europa a la constitución que se presenta, convendrán, PP y PSOE, que es la única posible y que rechazarla supone esconderse bajo el telón de los Pirineos, dirán que si estamos o no por una mayor cohesión continental. Embeleco. La consulta no plantea si queremos Europa, sino qué Europa queremos. No inquiere sobre si deseamos constitución, nos preguntarán si queremos la presentada. Para responder es imprescindible conocerla y para ello hace falta tiempo. Pero ¿por qué se vota en febrero cuando hay un margen de dos años? ¿por qué el gobierno, en vez de facilitar los cauces para el debate, abandona la neutralidad institucional exigida? ¿Por qué recitan como papanatas las bondades del proyecto sin abordar un análisis público de su articulado?


Tiempo habrá para cuestionar el contenido pero conviene airear que lo hay  y marcará el futuro de la unión. Un futuro parco en derechos sociales una vez cercenados parte de los disfrutados hasta ahora, el futuro escrito por unos políticos que no confían en sus pueblos y cierran una Europa a medio hacer. Virarán sus torvas cabezas hacia el oeste suplicando gracia a Incitatus. 

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