lunes, 29 de noviembre de 2010

MODESTO Y CHECHU MULERO

La fría guillotina sigue expuesta en la plaza pública, la cuchilla aún permanece sujeta a la cuerda pero el verdugo espera la orden. La decisión lleva semanas tomada y el ejecutor espera el momento propicio. El pueblo, parte de él, pide la cabeza del propio rey pero este, en su afán de supervivencia, querrá aplacar el enfado popular y buscará ganar tiempo entreteniéndole con una decapitación. Antonio Gómez es el reo. Sobre su cuello se balancea el gélido aliento de la muerte. Su única esperanza es que se aplace una semana la ejecución y se produzca el milagro de la multiplicación de los panes y los puntos que conlleve el indulto. Difícil, visto lo visto, no sé si lo uno pero seguro que lo otro. Eso suponiendo que no prefiera la muerte al sinvivir de vida que es servir a un monarca que paga sus inseguridades en cabeza ajena.
Tampoco es que Antonio Gómez tenga muchos argumentos con los que pueda elaborar su defensa. Si excluimos los tres primeros encuentros, caminamos a ritmo de punto por partido, velocidad que garantiza una plaza de descenso. Los últimos, fuera de casa, son catálogos de lo que un equipo no puede ser. En Zorrilla se cumplía el objetivo pero cada vez se intuía más cercana la debacle que ayer se produjo. Ayer que, precisamente, fue el día en que menos, a tenor de lo que vimos en el campo, se podía esperar. El Valladolid parecía dominar todas las vertientes del partido y que el gol local, tarde o temprano, habría de llegar. Pero todo era falso. Muchos partidos como este se han relatado con una premisa: la injusticia del resultado, pero es una engañifa. Los del Cartagena, conscientes del estado anímico del rival, llevaron el partido al punto que quisieron. Mientras el Pucela lo intentaba, los albinegros zigzagueaban como una avispa. Sobrevolaban esquivando los tímidos golpes del matamoscas mientras esperaban el descuido para clavar su aguijón en el cuerpo nervioso de su oponente.
En cualquier caso, el aparente dominio podría incluirse en el pliego de descargos del técnico y hubiera tenido algún valor de no venir de donde venimos. Unos meses en que, tras cada partido, me acuerdo de mi peluquero. Cuando me siento en su sillón me pregunta como quiero que me lo deje. Cada día, casi como un juego, le digo una cosa. Siempre salgo con el mismo corte. Al menos de la peluquería no me llevo ningún berrinche.
El dominio de hoy, los dieciocho córners a favor, son poco material para el abogado de un entrenador que debuta en el fútbol profesional, que nadie sabe lo que deparará su futuro, pero que en el primer intento está haciendo agua. Nunca he cuestionado, ni yo ni nadie en la ciudad, su capacidad de trabajo, su compromiso con la profesión, pero algo falla. Quizá, me voy a aventurar, estamos ante un técnico más dotado para otras labores que no son las de primer entrenador. En tiempos, el segundo entrenador era un meritorio que esperaba ascender o un alter ego del jefe. Hoy, en plena época de la especialización, es un profesional con otras atribuciones. Son personas cuyo trabajo es más metódico pero requiere menos dosis de liderazgo. El paradigma es Chechu Mulero. El segundo entrenador del Valencia Basket Club fracasó cada vez que intentó dirigir un equipo. Él asumió esa realidad y es probablemente el mejor técnico asistente de la liga ACB. Su currículum así lo atestigua. Quizá me tenga que comer estas líneas pero es la impresión que tengo desde hace semanas: estamos ante un estudioso del fútbol pero con dificultades para transmitir esa filosofía e implicar a un colectivo.
Ayer, tras el gol cartagenero no reaccionó. Inmóvil en el área técnica dio la impresión de estar muerto y saberlo. Pero no nos engañemos, cuando la cuchilla le rebane el pescuezo, no habrá llegado la salvación para el Valladolid. Su condena es una muestra, otra más, de un gobierno sin más plan que mantenerse. Ciegos ante la presión popular, la propiedad podrá hacer suyas las palabras de María Antonieta: si no tienen pan que coman tortas. No hace falta escribir que, cierto que después de muchos, ella también perdió la cabeza.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 29-11-2010

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