lunes, 15 de diciembre de 2025

UN BUCLE DENTRO DE UN BUCLE

 

Foto: Carlos Espeso

La decepción después de una ilusión que sucedió al desencanto sobrevino tras la esperanza que había sucedido a un desengaño producido tras la euforia que a su vez había relevado al chasco que se originó luego de aquel lejano alborozo inmediato a la decepción después de... y así, en bucle dentro un bucle, caminamos por la vida: entreveramos nuestras jornadas aprendiendo que los días de mucho son vísperas de nada; que en los días de nada, por más que llueva, siempre escampa. Y por si se nos olvida, siempre aparece el fútbol, descarnado en su esencia, para recordárnoslo.

Acudía el Pucela a Zorrilla tras dos previas decepciones consecutivas enfoscadas ya, tras el cemento de la esperanza preparada con la hormigonera del triunfo en Huesca, en algún ignoto muro del cerebro. De repente, de temblar mirando hacia abajo, un resultado pintón a resultas de un notable desempeño, vuelca la imagen, modifica las expectativas... distorsiona la realidad de un cuarto de hora antes y nos encontramos descontando en nuestro futuro perfecto la distancia que nos separa de los de arriba, de los que ocupan la posición que allá por mayo repartirá primarios regocijos, amnésicos deleites, antesalas que encubrirán venideras frustraciones.

En los mentideros blanquivioletas se debatía -como si las indisposiciones padecidas ya no afectasen, como si no pudiera aparecer ni el efecto de una secuela- acerca de si el equipo había encontrado (definitivamente) el juego o se limitó a plasmar un juego del que ya era depositario, por medio de la eficacia, en resultado. Que si tendencias rectificadas, que si inflexiones apuntadas, que si mínimos relativos indicadores del fin de un declive, del comienzo de un remonte... que si nada: ni ocasiones sin gol, ni goles sin apenas ocasión; ni juego sin eficacia, ni eficacia hija o no del juego. Diez minutos duró el impulso, la expectativa, la ilusión en su acepción de «concepto, imagen o representación sin verdadera realidad, sugeridos por la imaginación o causados por engaño de los sentidos». De nuevo a sufrir los estragos del deambular en bucle, del volver a la fase depresiva.

Si el Pucela hubiera ganado al FC Andorra, como daba por descontada la citada inercia levemente despuntada una semana atrás, el triunfo hubiera contribuido a olvidarse de vulnerabilidades, a apretar el paso por ese mundo que olvida el riesgo del derrumbe. Quizá, perdón por la disrupción, la holgada distancia a los puestos de descenso se asemeja a la tranquilidad, la relajación, que aporta un modelo de sanidad pública aun a los sanos por la certeza que les otorga la garantía de que no existe la línea del descalabro. Quizá, perdón por la disrupción, campañas como la de recogida de alimentos efectuadas en ese Zorrilla al que acudía el Pucela pretenden sumar al menos un punto en la clasificación de las personas más vulnerables, un punto que les aleja algo de la línea del descenso al último círculo del infierno. Por más que uno cuestione determinados usos interesados, la disposición y el empeño de muchas personas del común en alejar siquiera un poco la línea de la necesidad merecen el apunte, un remate final para que no se olvide, para saber dónde estamos, para recordarnos que el bucle vital nos puede conducir a una situación similar a la que se pretende combatir.

Artículo publicado en El Norte de Castilla el 14-12-2025