jueves, 5 de enero de 2017

SORPRENDENTE Y DEPRIMENTE

La rivalidad entre la nostalgia y la creencia en el avance lineal del tiempo siempre se desarrolló en los mismos términos: ocupan espacios vecinos, no dejan de mirarse con desdén, se mienten mutuamente y, lo que es peor, se engañan a sí mismas haciéndose ver mejor de lo que son. La nostalgia se dice, y nos viene a decir, que cualquier tiempo pasado fue mejor. Estudiar un poco de historia, solo un poco, sin embargo, desmiente el aserto. Las luces y las sombras se intercalan como los números racionales y los irracionales: siempre es posible encontrar una luz entre cualquier par de sombras por muy cercanas que estén, y viceversa. La añoranza por los tiempos pasados solo puede emerger gracias a ese talento tan humano para domesticar la memoria de forma que esta pueda difuminar los aspectos más negativos a la par que enaltecer los que nos fueron gratos.

Por otro lado, quienes profesan la fe en el progreso se muestran estupefactos ante lo que no les cuadra y lanzan al aire una pregunta: ¿Cómo es posible que suceda esta barbaridad en pleno siglo XXI? Una pregunta retórica que remarca esta lógica lineal. Como si nuestros antecesores hubieran sido todos unos bárbaros y nuestros contemporáneos, hijos predilectos de la razón. Mil veces, sin embargo, hemos escuchado aquella consigna del ‘nunca más tal cosa’ y la tal cosa, empecinada, reaparece a la vuelta de la esquina. Las vacunas de la experiencia duran poco más o menos lo mismo que la generación que las sufre. En el siglo XX murieron en guerras más personas que en cualquier siglo anterior y este XXI parece empeñado en desbancar a su hermano recientemente pasado.

Ambas, nostalgia y fe, son un par de impostoras; olvidan que el material con el que se construye la historia es el ser humano y este apenas ha modificado sus deseos, sus objetivos, su voluntad. Mafalda lo resumía en una de sus viñetas: “Desde el arco y la flecha a los misiles teledirigidos, es sorprendente lo mucho que ha evolucionado la técnica y  deprimente lo poco que han cambiado las intenciones”. Claro, que también el ser humano es capaz, con el mismo hilo de deseos, objetivos y voluntades, de tejer paños que abrigan y dan calor. Siempre fue así y así será el año que ahora se abre.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 05-01-2017

1 comentario:

  1. Mientras los humanos sigamos empecinados en dominar todo lo que vemos a nuestro alrededor,difícilmente acabará toda la espiral de violencias(en muchos sentidos)que están sucediendo continuamente en todo el globo terrestre.

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