Os dejo el artículo completo que escribí para Interviú sobre el 'megaproyecto' de Montealegre y que han publicado un poco recortado en la revista. Este artículo complementa el que firma Rosa Martínez y que también podéis encontrar allí. Además hay un estupendo reportaje gráfico de Dani Amo
ESPEJISMO DE FUTURO
Desde el pie del castillo de
Montealegre de Campos, podemos observar como se abre de par en par un inmenso mar de cereal en el que solo
destacan las torres de las iglesias de los pueblos que salpican la llanura. Es la
Tierra de Campos. Un conglomerado de pequeños municipios apenas distantes entre
sí que llevan siglos viviendo de la agricultura. Cada generación repetía lo que
había aprendido de la anterior, hasta bien avanzado el siglo XX. En
Montealegre, poco más de 35 km al norte de la capital vallisoletana, se han
encontrado los restos de lo que llegó a ser una ciudad vaccea, un pueblo
prerromano que se asentó en el siglo III a.c.
en la Meseta Norte. Desde ese momento, hasta el inicio del siglo pasado,
la agricultura evolucionó menos de lo que lo ha hecho en los últimos sesenta
años. Al menos si medimos esa evolución relacionando el producto obtenido y la
superficie cultivada o, sobre todo, si
contamos el número de manos necesarias para labrar una hectárea. No solo eran
necesarias menos personas para cultivar la misma cantidad de terreno, además
con la generalización del uso del automóvil, ya ni siquiera era necesario vivir
en el mismo municipio dónde se llevaban a cabo las faenas agrícolas. Visto de
esta manera, es fácil comprender como los pueblos han ido perdiendo población
hasta el punto de encontrarse en trance de desaparición.
A pesar de ello, existe en esta
tierra, como en casi todas, un apego por el territorio en el que se ha vivido
la infancia. El recuerdo de tiempos mejores, al menos de tiempos con vida, pesa
como una piedra de molino colgada al cuello, y ante el progresivo
envejecimiento y la inexorable despoblación, cualquiera que plantee un atisbo
de solución, por quimérica o extravagante que pueda parecer, será bien recibido.
No hace tanto, sirva como antecedente, Santervás de Campos un municipio cercano
a Montealegre, se postuló como candidato para albergar un almacén de residuos
radioactivos.
A Montealegre, sin embargo, le
han mostrado otro señuelo más acorde con los recién pasados tiempos del boom
inmobiliario, hasta allí llegaron unos desconocidos con traje mostrando una
maqueta de neón que mostraba un futuro dorado para la villa. Fue durante esos
años en que cualquier terreno era una oportunidad de negocio, donde cualquier
solar podría convertirse, al menos en los planos, en un edén a cuyo reclamo
acudirían miles y miles de millonarios en sus jets privados. Era la única
solución para detener la desaparición del municipio. Si, además, la Junta de
Castilla y León se había implicado en el asunto, quedaban pocas dudas de que
ese futuro esplendor habría de llegar.
Lo cierto es que poco quedaría
del pueblo de cumplirse las promesas, ya que ese proyecto, lejos de revitalizar
al pueblo, lo enterraría. Habría un punto del mapa localizado en el mismo
sitio, sí, y con idéntico nombre, pero sería otro pueblo. De la misma forma que
sobre los poblados vacceos se construyeron asentamientos romanos, este delirio
se construiría sobre un pequeño enclave agrícola al que habría enterrado.
De todo aquello queda hoy más
bien poco, en todo caso un manojo de dudas: ¿Alguna vez los promotores del
proyecto tuvieron en mente llevarlo a cabo o simplemente han diseñado una
operación propagandística con el fin de recaudar subvenciones de las administraciones?
¿Qué papel ha jugado la Junta de Castilla y León en todo este proceso? ¿Por qué
aún en 2011, cuando ya apenas nadie en el pueblo cree que nada se vaya a
realizar, el Bocyl, el Boletín de Castilla y León, informa de una suculenta
ayuda económica? Muchas dudas y ninguna respuesta cuando nos dirigimos a la
empresa promotora.
El castillo de Montealegre,
encaramado aún en los Montes Torozos, es testigo mudo del pasar de los años.
Desde su pie podemos entender el sentir de un pueblo que quiere huir de su
destino, contemplamos el cementerio al que miran de reojo los pocos habitantes
que aún quedan, y respiramos tranquilidad, una tranquilidad que se vio alterada
por una serie de maquetas que olían a estampitas, un puñado de papeles de
periódicos que se querían vender como décimos premiados de la lotería. Pero no
había ni sorteo.
Publicado en la revista "Interviú"
La AEAT subasta la mitad de los terrenos del proyecto en Septiembre.
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