En este carnaval de
sombras nadie es lo que dice ser, en este baile de máscaras no tienen siquiera
la potestad de elegir la que más les gustaría. Abren, sin más, el armario de la
ética intercambiable, toman el disfraz pertinente y se visten con las palabras
que más les convienen. Ahora Gallardón hace un mutis por el foro tras haberse
probado infructuosamente la retahíla de ropillas con las que viste un
aspirante. Los suyos nunca le quisieron, ni antaño le sirvió el disfraz de
palmero, ni hogaño el de Torquemada. El guión no tiene más texto para este
personaje; el actor, que aspiraba a protagonista, firma el finiquito de su puño
y letra.
Sale escaldado pero
no por el fuego de la calle, sino por no haberse dado cuenta de que los
silencios de Rajoy son el agua de un baño maría. Gallardón, tan listo él, no
cayó en la cuenta de que el presidente es tan taimado en el juego corto como
bajo de miras en el largo. Tan eficaz en ir eliminando uno a uno por
desesperación a sus más ásperos rivales –los del propio partido- como incapaz
de hacer frente a cualquier orden superior venga esta de Berlín o de la banca
patria.
A Rajoy la ley le
daba lo mismo, intuyo que desde el principio sabía que no se aprobaría ninguna
modificación y ha jugado con todas y todos. A sus hinchas radicales les hizo
creer que compartía fundamentalismo y ahora les decepciona, pero sabe que
seguirán ahí, ante los más tibios puede presentarse como el cortafuegos de su
partido frente a las veleidades más ultras. Las patadas al culo del amortizado
Gallardón.
Por su parte, los
colectivos que se han movilizado sienten, al calor de la dimisión, la alegría
por haber conseguido lo que ya tenían y que las encuestas sociológicas
garantizaban mantener. Cuando amaine el temporal verán que durante tres años
han sido parte de un frente en el que no iba a haber batalla. Serán
conscientes, también, de que ese triunfo había llegado mucho antes, cuando
vencieron el debate social, cuando los disfraces del ministro émulo de
Mortadelo empezaron a sonar a épocas muy pasadas.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 25-09-2014
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