lunes, 21 de septiembre de 2020

PREGUNTE A OTRO

Foto "El Norte de Castilla"
Enfrentarse a un nuevo reto desencadena sensaciones ambivalentes: por un lado, el desafío nos sirve como estímulo; por otro, genera una especie de pánico. En las horas previas, como espantando miedos, cerramos los ojos, fantaseamos con un desenlace fetén y recordamos aquel latinajo “veni, vidi, vici”  supuestamente pronunciado por Julio César ante el Senado romano.

Ese “llegué, vi, vencí” tiene su miga. No es que parezca una muestra de soberbia, efectivamente lo es. Si hacemos caso a los historiadores Suetonio y Plutarco, Julio César, enfrascado en una guerra civil que le enfrentaba a las facciones más conservadoras del Senado al mando de Pompeyo, quiso sacar pecho ante la alta institución de su victoria en la batalla de Zela, frente a las tropas de Farnaces II del Ponto. Consciente el cónsul de que las cosas no pintaban bien en Roma, con la necesidad pues de regresar, aceleró las maniobras para propiciar el inmediato enfrentamiento. En menos de una semana, Julio César pudo encaminarse a Roma con otro sello en su historial de victorias y, una vez en la capital de la república, alardear de ello.

Un portero, más un recién llegado, asocia el lema cesarista a un partido impecable en que sus intervenciones sean decisivas para cerrar a cero su portería. Se imagina sacando balones inverosímiles y, eso no falta nunca en el imaginario de un portero, atajando el penalti decisivo. Roberto, de seguro, llevaba toda la semana con sueños húmedos de ese cariz. Pero no fue así como arrancó una tarde que se encaminaba más a dar razón al miedo que al estímulo. En apenas un cuarto de hora tuvo que doblar el espinazo un par de veces para recoger el balón de dentro de su portería. Nada que reprocharse en el primero, algo más en el segundo; el sueño olía a pesadilla.

En cualquier caso, Roberto se reinició mentalmente al modo de aquel hombre que cayó al vacío desde un décimo piso. La gente que rondaba esa calle se apelotonó en torno al accidentado. Un vecino rezagado, observando a lo lejos el barullo correspondiente se acercó, metió la cabeza y quiso saber.

-¿Qué ha pasado? 

Nuestro protagonista se alzó, se sacudió el polvo y, en un esfuerzo de dignidad, se hizo el desentendido:

-A mí no me mire, pregunte a otro, yo acabo de llegar.

A partir de ese momento, nuestro portero pretendió no recordar –o hacer como que no- las heridas iniciales y demostrar que en esa guerra civil, fatricida, que es la lucha por la titularidad en la portería, aunque no pueda alardear con un “veni, vidi, vici” referido al debut, está capacitado de sobra para sacar pecho ante la parte más conservadora representada por Masip. En cualquier caso, Roberto cuenta con una ventaja, si por aquí decimos que ‘más vale llegar a tiempo que rondar cien años’, él, haga lo que haga, rinda lo que rinda en los entrenos, tiene aseguradas más titularidades que las que disfrutaron los competidores de Masip en temporadas anteriores.


Publicado en "El Norte de Castilla" el 21-09-2020

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