martes, 3 de noviembre de 2020

CLAROSCUROS

Foto "El Norte de Castilla"
Entre el hoy en que escribo esto y el hoy en que esto leen, los norteamericanos habrán decidido quién va a ocupar su presidencia durante los próximos cuatro años. En cualquier otro momento habríamos observado con mucho más que curiosidad. Éramos conscientes de que casi nos jugábamos más en aquellas elecciones que en las propias, en las que nos limitábamos a elegir la forma de obedecer –a regañadientes, a escondidillas, orgullosos o con los pies encima de la mesa-, la manera de supeditarnos a los designios de aquel. 

Entonces Europa, más aún España, bailaba al son de la música provocada por el romper de las olas de un océano al que se agitaba desde la otra orilla.

Esta vez caen como a trasmano, suenan como ajenas, se observan como un nuevo capítulo, de una serie que seguimos, emitido en fecha intempestiva. Tal vez sea porque EE.UU. ha perdido fuelle o, simplemente, porque esa es la sensación que se percibe, parece que la decisión nos atañe menos. Puede ser que sea así, pero el reflejo de su imagen sigue siendo un poderoso factor de imitación: su debate será el nuestro; ya es, de hecho, el nuestro.

Más que en época de cambio, huele a cambio de época. La pelea entre lo nuevo que anda naciendo, por más que ese término recaiga en el poseedor del título, y lo viejo que no termina de morir, bien representado por el aspirante, se muestra palmaria este martes electoral.

En este no saber qué hacer con lo que aterra de lo que vemos nacer –o renacer-, en este no saber si dejar morir al que muere o hacer como que creemos que está muy vivo, se produce el claroscuro, tal y como avisó Antonio Gramsci, del que surgen los monstruos. Monstruos disfrazados de ‘lo nuevo’.


Publicado en "El Norte de Castilla" el 04-11-2020

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