lunes, 19 de marzo de 2012

Fútbol sin cirugía

Lo que se encierra entre las cuatro paredes del psiquiátrico no es una locura sino unas palabras. Aislada del mundo, Catherine Holly no tendrá acceso a los salones en los que la alta sociedad de Nueva Orleans toma el té. Así, una de esas acaudaladas  fanfarronas, su tía Violet Venable, evita que se eleven a comidilla las circunstancias en las que murió su hijo Sebastian. Estamos en 1937, en Estados Unidos se está generalizando una práctica atroz para tratar a las personas que sufren ese misterio insondable al que llamamos locura: la lobotomía.
Violet, temerosa aún, decide dar un paso cruel: financiará la reconstrucción de un decrépito hospital con la sola condición de que operen a su sobrina para que con el tajo del bisturí el secreto vuele, ahora sí, definitivamente. Su dinero, la historia de la humanidad, compra voluntades y escribe diagnósticos. Mas siempre hay personas que no se dejan deslumbrar por el color del dólar, héroes anónimos enterrados sin fanfarria en la vida real que, sin embargo, consiguen sus propósitos cuando de cine hablamos. Este enfrentamiento entre Elizabeth Taylor y Katharine Hepburn se produce en ‘De repente, el último verano’ una película de Joseph L. Mankiewicz cuyo fin es una pirueta en la que se delata el secreto, se libera a la oprimida y se humilla a la millonaria. El responsable de este giro es Montgomery Clift encarnando al doctor Cukrowicz. Este médico, aunque experto en la mentada operación cerebral, comprende todo lo que está ocurriendo, sabe que el quirófano está de más y utiliza una práctica incruenta que también empezaba a estar en boga: el psicoanálisis.
Por suerte la historia enterró a la lobotomía con las arenas de las psicoterapias y los neurolépticos pero el ser humano se sigue dejando seducir con facilidad por las soluciones más drásticas, las menos elaboradas, en un comportamiento que resumió José María Aznar con una frase: teníamos un problema y lo hemos solucionado. Los análisis complejos tardan más tiempo en hacerse carne y solo lo consiguen cuando la evidencia lo pone de manifiesto. El fútbol no abandonó, y nunca lo hará definitivamente, el patapúm parriba hasta que diversos equipos lograron éxitos por medio de la comunicación con el balón. En España la Quinta del Buitre fue la pionera de una escuela que desarrolló Cruyff y que tiene sus máximos exponentes en los actuales Barça y Selección. Ayer, el Valladolid fue un digno representante de esa idea. Su partido ante el Almeria fue un lujo para el paladar y un alivio para estómago poco ahíto  de buen fútbol. ¿Qué no ganó? Bien ¿y qué? Este es el camino. Hasta Zorrilla sonaba de otra manera. No es una cuestión meramente estética, al revés, lo tres puntos no se quedaron en Valladolid por una serie de jugarretas del destino. El portero rival realizó uno de sus partidos más completos de su larguísima carrera, el poste en una ocasión y esa chispita que separa el gol del casi en otras muchas lo evitaron pero de diez partidos jugados así el Valladolid gana nueve. Si cabe un pero habrá que decir que el equipo, a ratos, precisa más ritmo y menos prisa. El Almería con un juego mucho más lobotomizador obtuvo tajada pero dejó una sensación de equipo menor que a mí me preocuparía. Un equipo menor, eso sí, con buenos intérpretes, vaya como ejemplo la tarjeta que recibió Soriano. El público le llamó tonto por ello porque, aparentemente, no venía a cuento, pero cortó de raíz el juego del Pucela al que después le costó arrancar. Esa acción por sí sola puede valer de poco pero fue como una mina en un campo de ellas. Ninguna es imprescindible pero todas son necesarias.
Este empate no debe ser una rémora, el juego encontrado junto con la derrota del Celta son dos motivos para alentar el optimismo. En lo que hagan los gallegos poco podemos incidir pero en el estilo hay que insistir y en esto es clave la vuelta de Álvaro Rubio a la titularidad. Nafti es un jugador honrado que defiende un fútbol que se hizo grande gracias a un teorema defendido de muchos entrenadores y que lo sustentan con una palabra: equilibrio. Álvaro al futbol le aporta fútbol. Y de eso se trata. A lo mejor así, de repente, el próximo verano…

Publicado en "El Norte de Castilla" el 19-03-2012

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