jueves, 4 de octubre de 2018

ESPAÑA ES UN DESASTRE

Imagen tomada de eltriangle.eu

Antaño fue con ‘terrorismo’, posteriormente con ‘matrimonio’ o ‘familia’, ahora con ‘unidad nacional’, más adelante con cualquier otro material que habite en el etéreo territorio del esencialismo y les interese para alcanzar sus fines, su fin, el poder. La derecha más conservadora de este país siempre pretendió, pretende y pretenderá  convencernos de que su parte es el todo, de que su parcial visión es la única forma de analizar, interpretar y juzgar, de que sus definiciones son la definición. El resto de entornos ideológicos no están exentos de este empeño tan acaparador de voluntades como cercenador del pensamiento, pero no han alcanzado tal nivel de excelencia, al menos a la hora de apuntalar a los propios y de chantajear a los ajenos.

Digo chantajear porque en el fondo esa reducción terminológica pretende colocar entre la espada a y la pared a la gente que defiende o se identifica con ese valor supuestamente definido al que previamente han castrado. Así, en su momento, ‘terrorismo’ fue lo que esa derecha definió como ‘terrorismo’. De esta forma, cuestionar sus estrategias te convertía inmediatamente en tibio, complaciente o equidistante cuando no directamente en apologeta de los asesinos. También en su momento, pretendieron atornillar los términos ‘matrimonio’ o ‘familia’ para que no pudieran escapar de los límites de sus propias e interesadas definiciones. Cuando alguien osaba romper aquellas murallas semánticas, verbigracia, defendiendo la posibilidad de extender el matrimonio a personas del mismo sexo, se encontraba con una febril oposición que, bien en discursos, bien en pancartas, apelaba a un concepto unívoco del matrimonio y lo enmarcaba en la defensa de la familia.
En el tiempo actual, el esencialismo que les viene a cuenta es el de la ‘unidad nacional’, una unidad que, faltaría más, es la que ellos definen con sus pelos y sus señales, como si no hubiera otras formas válidas de defender un proyecto de España diferente al suyo; ese suyo que ante sus ojos, por más que haya demostrado su agotamiento, es el único válido. Pero el chantaje ahí queda, cualquier insinuación al respecto se convertirá en anatema, en delito de lesa patria. Porque en definitiva, para ellos, ellos son la patria. Tan, tan, son la patria; tan interiorizado lo tienen, que cuando no gobiernan desprecian hasta su nombre. Valga como muestra la imágenes de Pablo Casado en las que, aprovechando un informal ¿qué  tal? de pasillo del presidente de la Comisión Europea Jean Claude Juncker, le espeta sin venir a cuento que España es un desastre.


Publicado en "El Norte de Castilla" el 04-10-2018

No hay comentarios:

Publicar un comentario