lunes, 10 de febrero de 2003

VÍCTIMAS Y VERDUGOS

Dos bramidos recorren las calles de nuestras ciudades, dos gemidos clamando silencio perpetuo a las armas: “No a la Guerra” y “ETA no” son esperanzas que manan desde el fondo herido de la mayoría de nuestras gentes, las que sueñan con desterrar a la violencia como medio de cualquier fin, las que no están dispuestas a comprar nada a precio de una vida. Sin embargo alguien pretende confundirnos enfrentando a esos dos sentimientos, anteponiendo uno sobre otro. Cuando el mundo del cine, en su fiesta, reclama al gobierno español que, ante la crisis en Oriente Medio, encamine sus esfuerzos hacia una solución pacífica son acusados de no haber realizado el mismo gesto ante ETA. Se equivocan. En primer lugar porque lo han hecho –en la gala de 1.998, tras el asesinato de Ascensión García Ortiz y de su marido, el concejal sevillano Alberto Giménez Becerril- y en segundo porque no es lo mismo. Mientras ETA no nos representa, nos asigna el papel de víctimas potenciales y eso produce un legítimo miedo por que estamos al otro lado del gatillo, frente a sus ansiosas pistolas, en la dirección de sus balas, el gobierno nos impele a asumir el papel de sayones de decenas de miles de civiles irakíes. A mi también me da miedo ser víctima, por eso no quiero ser verdugo.

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