martes, 24 de enero de 2012

BADENES, DE DI STÉFANO A MESSI

El escudo del Real Valladolid se deja ver un par de veces dando color a dos nombres que aparecen en el listado de los máximos goleadores de la Primera División. En ambos casos ese trofeo fue compartido con jugadores de otros equipos. El más reciente, lo recordamos quienes tenemos bastantes muescas en el DNI, lo consiguió el uruguayo Jorge ‘Polilla’ Da Silva con los mismos goles que el madridista Juanito. Aquello ocurrió en la temporada del 84, mítica en el imaginario pucelanista porque en ella se consiguió el único trofeo oficial depositado en la sala de trofeos del club, la Copa de la Liga.
Para encontrarnos con el otro Pichichi vestido de blanco y violeta hay que desplazarse mucho más allá en el tiempo, hasta la temporada 57-58. Ese año no dejó un gran sabor de boca a orillas del Pisuerga ya que, tras diez sesiones completas e ininterrumpidas en el primer peldaño, los huesos del Real Valladolid fueron a golpear en la Segunda División. El consuelo tuvo el nombre de Manuel Badenes quien, a pesar de lo infausto de la temporada, consiguió que nadie marcase más goles que él aunque hubiera dos que metieran los mismos: el valencianista Ricardo Alós y (pónganse de pie) Alfredo Di Stéfano.
Badenes había llegado el curso anterior tras un amplio periplo en el Valencia, allí había perdido la plaza de titular y, ya talludito, decidió emigrar desde el Mediterráneo al frío castellano. No le costó adaptarse, al menos en lo futbolístico, ya que, junto a Joaquín Murillo, formó una delantera letal; entre ambos consiguieron hundir el balón en la portería rival 35 veces en los 30 partidos de los que constaban las temporadas por aquel entonces. Al mando del técnico toledano Rafael Yunta, el equipo logró redondear uno de los mejores años en la historia del club, concluyendo en la octava posición. Al finalizar, el joven Murillo se fue a Zaragoza dejando huérfana la delantera y Badenes, aunque incrementó en tres su cifra goleadora, no pudo hacer el trabajo que el curso anterior se habían repartido entre dos. Sus 19 goles dieron lustre, pero no pudieron ser más estériles para un grupo que ocupó la penúltima posición. El equipo que le antecedió fue el Real Zaragoza, que consiguió la permanencia gracias a los goles, paradojas de la vida, de Joaquín Murillo. 
De Valladolid, Badenes fue a Gijón pero ya nunca volvió a ser el que fue el que había sido. No le fue bien en el plano individual, cuatro goles, ni en el colectivo. La hiel del descenso llegó de nuevo a su lengua, y decidió abandonar la profesión. Como todos los guerreros se retiró a la ciudad en la que fue niño, Castellón. Allí, alfa y omega, falleció en 2007.
Nos acordamos de su figura porque es bueno que cualquier institución tenga su santoral para recordarlo en fechas significativas y hoy es una de ellas. Con el primer gol que ayer anotó Messi (pónganse de nuevo en pie) igualó los que metió Badenes a lo largo de su carrera. Queda con este dato remarcado el nivel de este futbolista que durante dos años fue paisano nuestro. Ningún jugador que haya sido blanquivioleta jamás anotó tantos goles. Nos encomendamos a su recuerdo en estos momentos en que tanta falta hace.

Publicado en "El Norte de Castilla" el 24-01-2012

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