domingo, 22 de enero de 2012

SOLSTICIO DE CAPRICORNIO


No sé si tiene que ver con la cacería que se ha iniciado contra algunos servidores de internet o con mi propia torpeza al enfrentarme a cualquier aparato que tenga botones, en los once años que llevo viviendo en esta misma casa no he cambiado ni una vez el programa de la lavadora, el caso es que he sido incapaz de ver el partido en el ordenador. Como la persistencia tampoco es lo mío, pasados los quince minutos decidí cerrar los ojos y viajar al Pedro Escartín encaramado en las distintas voces de los compañeros que lo narraban a través de la radio. La alfombra mágica se desplazaba plana y sin sobresaltos sobre una llanura extensa en una tarde soleada. Sin ninguna cordillera que modificase el ritmo narrativo, ni una neblina que nos hiciera apretar el botón de alerta. Pero, como si de un Moncayo se tratase, apareció de repente un pico, solo y exento, que modificaba el paisaje. Cuando menos se esperaba, casi sin darnos cuenta, Óscar conseguía hacer diana con el primer dardo. El parte meteorológico indicaba que el día iba a estar despejado y la vista mostraba una ruta cuesta abajo. Ni uno ni otra nos engañaron.

El regreso fue más plácido aun. Abiertos los ojos y de nuevo en casa me percaté de que en el viaje de ida, mientras miraba al cielo, vi como el sol alcanzaba el cénit a mediodía sobre el Trópico de Capricornio, el partido en Guadalajara se había disputado en la fecha en que se producía el solsticio de invierno, la noche más larga, la mitad del año solar. A partir de ahora los días comerán terreno a la oscuridad hasta que en la noche de San Juan de esta Segunda División, cuando el mismo rival devuelva visita, cuando la luz inunde nuestras pupilas y podamos ver con claridad, sepamos cual será nuestro destino final. Ahora, a la luz de las velas, solo podemos hacer bagaje de la primera parte del viaje para cambiar coordenadas o mantenernos en el rumbo.

No parece mala, más bien todo lo contrario, la primera peripecia. El Valladolid ha encontrado su sitio, se ha ido endureciendo y parece que está preparado para abordar la segunda parte del trayecto por haber consolidado un estilo y porque los números así lo demuestran. Veamos, Djukic anunció que su equipo querría dominar los partidos, ser dueño del balón. No siempre se cumplió con la premisa de mantener activado el modo valiente pero lo contrario fue más excepción que norma. Sigamos, es cierto que se perdió parte del equipaje en algunos momentos pero, así y todo, hay material de sobra y piel curtida. Se empataron partidos que se debieron ganar, Huesca o Alicante, pero, como contrapartida, el Pucela es el equipo más difícil de vencer, dos derrotas en veintiún encuentros. 

A pesar de ello hay nubes y tememos que la situación económica derive en chaparrón. Los jugadores de momento están teniendo una conducta irreprochable. La ciudad no tanto. Los lamentos de boquilla no valen, el público en Zorrilla tiene que ser el mohan que ahuyente los malos espíritus y para eso se necesita más gente, más color y más calor. Miles de gargantas en la grada tienen que conseguir que, durante el tiempo que duran los partidos, ningún futbolista recuerde que no cobra, miles de gargantas en la grada les tienen que transmitir la emoción por ejercer su profesión y el orgullo por vestir una camiseta histórica. Valladolid tiene la palabra para decidir como quiere que sea el próximo solsticio de verano. Decidir, incluso, si quiere que sea.  Con lamentos no llega. 


Publicado en "El Norte de Castilla" el 22-01-2012

No hay comentarios:

Publicar un comentario