martes, 19 de junio de 2001

ADIÓS GIL, ADIÓS CANEDA

A mí me gusta el fútbol. Eso que comienza cuando el árbitro toca el silbato y con el mismo toque, repetido tres veces, concluye. Y sin embargo convertimos en protagonistas a los gil de turno. Necios avalados por el dinero que están convencidos de que el dinero todo lo compra. Casi siempre es así, y por ello cuando algo se torna inaccesible a sus pecunias el sentimiento de frustración es superior a la del resto de los mortales. Es entonces cuando su lenguaje de casquería mana a borbotones y  encuentra acomodo en los medios de comunicación en detrimento de la información de lo que sólo es fútbol. Se presentaron con un discurso oportunista y demagogo, consiguieron el fervor de gentes que necesitan el narcótico de la ilusión, oír a alguien que les hable de futuros esplendorosos. Pero todo acaba. Se puede engañar a uno mucho tiempo, se puede engañar a todos algún tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo. Los gritos de los aficionados del atleti y del Compostela a sus presidentes pueden ser el fin de una pesadilla.

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