jueves, 14 de diciembre de 2017

NO HAY MOZOS EN MONLEÓN

Imagen tomada de la-llanura.blogspot.com
Nada nuevo, la tendencia venía ya marcada. A lo largo del primer semestre de 2017, murieron  en España más personas de las que nacieron. Una hiel que en Castilla y León trasegamos desde hace años en grandes jarras. El dato significativo castellanoleonés no es que el saldo vegetativo sea negativo, es que es cada vez más negativo. Un hecho que ya responde a una lógica anclada en un eslabón de la biología: somos una población tan vieja que a pesar de morir cuando toca -y toca tarde- no tenemos cuerpo ya para reproducirnos, en buena parte de nuestros pueblos ya no queda población en edad fértil.
La despoblación, sin embargo, aunque sea una cuestión de actualidad, no es actual sino el resultado de una serie de procesos migratorios que fueron sangrando este territorio sobre todo desde la llegada del tractor al campo y de las fábricas a las ciudades. Aquel flujo de personas que cambiaron la vida miserable de los pueblos por la miserable vida de la periferia de las ciudades fue reflejado por el poeta y cantautor salmantino Manuel Díaz Luis en un par de versos: “El burro de Villarino se ha muerto en los Pizarrales -barrio de la capital charra- porque lo que acarreaba era sangre y no vinagre”. Posteriormente, las capitales antaño receptoras sufrieron un proceso similar y sus gentes tuvieron que buscar acomodo en urbes mayores.
Nuestros gobernantes, el presidente Herrera a la cabeza, dicen estar preocupados por el problema de la despoblación. Algo que aunque quieran creérselo es políticamente mentira. No hay fórmula, más allá de lo testimonial, de revertir la situación, ya que esta es la consecuencia del modelo económico. El mecanismo del capitalismo funciona por acumulación; es un sistema, por definición, centrípeto. Sus espacios de producción y consumo se van haciendo cada vez mayores, se concentran en menos puntos, y, como obvio resultado,  el resto se va vaciando.

Un romance tradicional que Federico García Lorca incluyó en sus Cantares Populares arrancaba diciendo que “Los mozos de Monleón se fueron a arar temprano”. El citado escritor salmantino, prematuramente fallecido en 1996, en una de sus canciones quiso dejar constancia de que ya nada era así, de que “los mozos de Monleón ya no van a arar temprano”. Hoy en los cientos de ‘monleones’ ya no hay mozos ni mozas. Lo peor es que en las ‘salamancas’, cada vez menos. Y no habrá política que lo pueda cambiar. Son los designios económicos.

Publicado en "El Norte de Castilla" el 14-12-2017 


"Los mozos de Monleón"
Los mozos  de Monleón
se fueron a arar temprano,
ay, ay,


para ir a la corrida, 
y remudar con despacio,
ay, ay.


Al hijo de la "Velluda",
el remudo no le han dado,
ay, ay.


—Al toro tengo que ir
aunque vaya de prestado,
ay, ay.


Permita Dios, si lo encuentras,
que te traigan en un carro,
las albarcas y el sombrero
de los siniestros colgando.
Se cogen los garrochones,
se van las navas abajo,
preguntando por el toro,
y el toro ya está encerrado.
A la mitad del camino,
al mayoral se encontraron,
—Muchachos que vais al toro:
mirad que el toro es muy malo,
que la leche que mamó
se la di yo por mi mano.


Se presentan en la plaza
cuatro mozos muy gallardos,
ay, ay.


Manuel Sánchez llamó al toro;
nunca lo hubiera llamado,
ay, ay,


por el pico de una albarca
toda la plaza arrastrando;
ay, ay.


Cuando el toro lo dejó,
ya lo ha dejado sangrando,
ay, ay.


—Amigos, que yo me muero;
amigos, yo estoy muy malo;
tres pañuelos tengo dentro
y este que meto son cuatro.


—Que llamen al confesor,
pa que venga a confesarlo.
Cuando el confesor llegaba
Manuel Sánchez ha expirado.


Al rico de Monleón
le piden los bues y el carro,
ay, ay,


pa llevar a Manuel Sánchez,
que el torito lo ha matado.
ay, ay.


A la puerta de la "Velluda"
arrecularon el carro,
ay, ay.


—Aquí tenéis, vuestro hijo
como lo habéis demandado.
ay, ay.


(Musicada por F.G.Lorca).

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