lunes, 27 de octubre de 2008

DE VUELTA A LOS ORÍGENES

PedÍamos el otro día una reflexión por parte del técnico y Mendilíbar la expuso a las claras, tenemos que volver a los orígenes, urge rescatar los valores prefutbolísticos que llevaron al equipo a la Primera División y que fueron seña de identidad durante las anteriores campañas: esa amalgama de recursos que se engloban en la palabra compromiso. Pero de fútbol no habló. Nos recordó al mejor Caparrós. El resto de la reflexión nos la mostró al recitar la lista de jugadores convocados y con su elección de los once futbolistas que habrían de afrontar el partido.

Todos entendimos que, entre acoplar la filosofía de juego a los recién llegados o adaptar a los nuevos a la vieja identidad, se había optado por agarrar los machos del pasado
Todos entendimos que la apuesta de Mendilíbar se cimenta en el principio de indeterminación de Heisenberg, al no poder determinar de forma simultanea el par intensidad-precisión, prefiere un equipo que percuta de forma imprecisa a uno que ahogue su precisión en las aguas anodinas de la falta de carácter. Y de esta manera no ha habido ninguna innovación en el planteamiento ni en la elección estilística. El Valladolid sabe a que juega, pero con eso ya no llega. Lo que antes sirvió parece que ahora no vale. La superioridad mostrada en segunda y la sorpresa del recién llegado jugaron a favor del Real Valladolid pero hoy no hay ni una ni la otra y la base de jugadores tiene muchos más kilómetros. El gol recibido ayer es un claro ejemplo: una táctica, adelantar la defensa para que los atacantes se encuentren de sopetón en situación de fuera de juego, puede ser eficaz si sorprende; si se aplica de forma reiterada, el contrario encontrará la manera de contrarrestarla dejando a tres delanteros en situación ilegal como señuelo para despistar a los zagueros mientras un cuarto jugador aparece de la nada y marca. El equipo se ha convertido en una maquinaria pesada en la época de la tecnología, un vehículo sin un engrase de talento en las bielas. Los jugadores que podrían dar ese lustre no disfrutan de la continuidad necesaria y Mendilíbar les ha puesto en el disparadero, a la par que se retiraba de la quema. Él sabrá por qué pero es un mal síntoma.
El mes que se avecina asusta y el Real Valladolid no parece estar en las mejores condiciones para salir airoso del trance.
Quizá al equipo le pase lo que a mi paisano Patro. El hombre, que ya no cumpliría los sesenta, escardaba la remolacha rodeado de veinteañeros. Al quedarse atrás, surco tras surco, el dueño de la finca le inquirió: ¿No tienes otro paso? A lo que él, inmutable, le replicó: Sí, pero es más lento. Sigue entonces con el que llevas, asumió con resignación el preguntón.
Menos mal que en el fútbol todo es, a diferencia del paso del tiempo, revertible.

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