martes, 30 de julio de 2024

EL PADRE DE ALGUNO

Acababa de sonar el timbre que daba por concluido el recreo. De vuelta a las aulas, acelerados por la energía de la edad, remoloneando para arañar unos segundos a la clase siguiente, atravesamos la pista de atrás de baloncesto, a la que apenas hacíamos caso. Allí, un señor demasiado parecido a mi padre –igual edad, misma altura, similar complexión, pelo negro, raya marcada a la izquierda, patillas abriéndose paso, idéntica forma de vestir-, demasiado parecido a cualquier padre de cualquiera de mis compañeros del San Juan de Dios de Palencia, todos tan de pueblo como yo, hacía tiempo esperando la comunicación de algún fraile. Curiosa expresión, cuando en realidad el tiempo se deshace, nos deshilacha. “El padre de alguno”, pensé.

miércoles, 17 de julio de 2024

EL JUGADOR DE CARTAS




Tiempo atrás, leí en este nuestro ‘El Norte’ una columna firmada por Jesús Quijano en la que afirmaba que un dirigente popular le había comentado: “en el PP, más de la mitad son de VOX pero aún no lo saben”. Quizá sea así, aunque a muchas personas les costaría elaborar tal registro debido a que, en la hispánica asimilación, ambas formaciones comparten un enorme espacio de intersección. Las elecciones europeas con sus reacciones posteriores, el vuelco de la segunda vuelta de las francesas, revelaron una percepción opuesta: de Pirineos hacia allá, será porque hubo un 45 que por aquí pasó de largo, un abismo separa lo equiparable a unos con lo identificable con los otros.

Ambos, PP y VOX, comprendieron que esa excepcionalidad toca a su fin. O simplemente hicieron cuentas y asumen que, de la mano, se toparían con un muro: el PP perdería tibios y evitaría que a su izquierda hubiera fugas de los desencantados; VOX no pasaría de ocupar el papel de comparsa amable. Emprenden ahora camino por separado. Los de Feijóo -con tilde en la primera ‘o’-, como el novio cobarde, en vez de romper, aprovecharon el chantaje. Los de VOX, los que no han hecho mutis por el foro, alardean de cumplir su palabra. Algo deseable salvo que la palabra dada responda a una bravuconada. Lo de rectificar y eso. Si no, puede ocurrirte lo que a ‘el Paulino’, el echador de cartas de la novela delibesiana ‘El disputado voto del señor Cayo’, que aventuró, desafiando a Dios, el día de su fallecimiento. Llegada la víspera de la fecha anunciada, ‘el Paulino’ rebosaba salud; cuando le recordaron la predicción, asintió: “así es, mañana las doblo”. El día de marras, Dios no estaba por la labor, así que ‘el Paulino’, testarrón, defendiendo un pretendido prestigio, se colgó de la galería de su casa. Con el traje de fiesta, que no se diga. Como el que lucían Abascal o García-Gallardo el día de autos. Muertos. Eso sí, por ahora, que en política tan pronto se muere uno como resucita.


Publicado en "El Norte de Castilla" el 16-07-2024

miércoles, 3 de julio de 2024

ANÓNIMOS SIN FILTRO

 



Determinadas palabras denotan comportamientos deleznables, se utilizan para denostar conductas más o menos habituales. Tal vez por la tradición cristiana, a partir de la evangélica reprensión de Jesús, “¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!”, colocamos la hipocresía en uno de los más bajos estantes de  nuestra consideración ética. Sin embargo, al menos en dos aspectos, nos resulta eficiente en el día a día. Por una parte, actúa como lubricante: una cierta dosis de hipocresía, llamémosle social, el conjunto de pequeñas hipocresías individuales, engrasa la convivencia. Lo opuesto, no tener filtro en el lenguaje coloquial, genera distorsión sin aportar compensación alguna. Por otra, el hipócrita respeta determinados valores. Necesita fingir, por lo tanto conoce, de alguna manera se avergüenza y con ello prestigia, un orden moral. Ya en el siglo XVII, el escritor francés François de La Rochefoucauld apuntó que “la hipocresía es el homenaje que el vicio le rinde a la virtud”.