domingo, 12 de octubre de 2014

DE MELMAC A PUCELA

Entre 1950 y 1956, el senador estadounidense Joseph McCarthy puso en marcha un mecanismo que pretendió, y en buena medida consiguió, amedrentar cualquier disidencia política con el pretexto de eliminar el ‘peligro comunista’. El senador no se anduvo con chiquitas, cualquier cosa que sirviera para tal fin se utilizó, ya fueran falsas delaciones con las que el delator pretendía salvar el pellejo; acusaciones sin fundamento en las que se aprovechaban los odios o los celos del acusador; listas negras que servían, entre otras cosas para impedir realizar su trabajo a quienes en ellas estaban incluidos... En plena guerra fría, los escrúpulos no cotizaban en bolsa. En este contexto se rodaron muchas películas para mayor gloria del régimen; entre ellas, destacaron las de invasiones de extraterrestres, ya que la metáfora era sencilla: los invasores eran seres perversos que compartían la voluntad de aniquilar la sociedad invadida. Entre todas estas películas, aunque buena parte no eran más que pura morralla, ‘La invasión de los ladrones de cuerpos’ destacó por su calidad cinematográfica y por su capacidad para mantener la tensión a lo largo de sus ochenta minutos. Don Siegel casi nos convence de que el peligro puede estar en cualquier parte, que uno no se pude fiar de nadie. Hasta 1980 no puso pie en la Tierra un alienígena bondadoso, E.T. se ganó el corazón de varias generaciones de niños y de los que no lo eran tanto.
Otro ser llegado del espacio exterior juega ahora en el Real Valladolid. No sabemos si Bergdich, que así se llama este marciano, es la réplica de un futbolista que ha madurado en una vaina o es un tierno ser abandonado a su suerte en un territorio extraño. Lo cierto es que no es un jugador al uso terrícola. Sus hábitos futbolísticos desesperan, pero su pundonor te conmueve; su incapacidad para elegir la opción correcta te saca de quicio, pero de repente aparece donde no debe y marca el gol que da el triunfo a su equipo. No sabes si el fiel de la balanza se inclina más hacia el lado de lo que su juego caótico aporta por indescifrable o de lo que deja de aportar por meterse en jugadas en las que nadie le llama o por intentar lo que no sabe. Bergdich es un enigma. Aunque, bien pensado, conocemos otro tipo que provoca reacciones tan extremas y contrapuestas y lleva el mismo corte de pelo, se llama ALF. Quizá Berdich provenga de Melmac.

Publicado en "El Norte de Castilla" el 12-10-2014

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