lunes, 20 de mayo de 2024

NO LO VERÁS, ¡QUÉ MÁS DA!

El petulante Owen Thursday, reconcomiéndose por dentro tras su degradación militar, pretende su restitución en el nuevo destino: Fort Apache, un puesto fronterizo con el territorio comanche. Los planes de este arrogante ahora coronel Thursday –personaje, interpretado por Henry Fonda en la película 'Fort Comanche' dirigida en 1948 por John Ford– chocan de plano con el sentir, derivado de un cabal conocimiento del terreno y el enemigo, de su inferior el capitán Kirby York, papel que corresponde a John Wayne.

En una conversación icónica en la historia del cine, la altanería de Thursday le impele a sentirse capaz de percibir lo que ninguno de sus soldados, bien conocedores de ese percal, había apreciado; le permite infravalorar a vuelapluma, sin más información que la aportada por su deseo o su prejuicio, a su contendiente.

–Sin duda los apaches han decaído mucho a juzgar por los pocos que he visto durante mi viaje.

El capitán York, más modesto en sus propósitos militares, más considerado y respetuoso con el enemigo y, en paralelo, nada inclinado a callar ante lo que consideraba un error que aunaba soberbia y desconocimiento, por más que lo refiriese un superior, le rebate con apenas siete palabras.

–Si pudo verlos, coronel, no eran apaches.

Una escena similar, salvando la oceánica distancia existente entre los territorios del viejo oeste y el vestuario que acogía a un Osasuna de la segunda mitad de los ochenta, se produjo en la previa a un partido de los rojillos ante el Cádiz. Así lo leí, así lo recuerdo sin descartar que me traicione la memoria, 'se non è vero –me perdonen– è ben trovato'. Zabalza, el entrenador, encomienda a Castañeda la vigilancia del Mágico González. El defensor, entre atribulado y resignado, emula a York contradiciendo a su jefe.

–Míster, no sabemos si Mágico va a venir; si viene, no sabemos si va a jugar; si juega, no sabemos si va a querer; pero si viene, juega y quiere, ¡qué más da quién le marque!

Como de una mezcla de un apache etéreo e imperceptible, me disculpen los espíritus de las montañas, y un prestidigitador Mágico González, me dispense el Dios del fútbol, me resulto el juego de Moro en Alcorcón. Disfruté cada intento como lamenté cada ausencia que, me temo, ha impedido al Pucela haber facturado ya el billete de regreso. La diferencia entre él y el resto es superior a la oceánica antes citada. En una de sus cabalgadas ha propiciado el gol de un empate vivífico, ha impedido con ello un triunfo del Alcorcón que hubiera podido devolver al Eibar la gracia que hace un par de años, en detrimento de los armeros, otorgó al propio Valladolid.

Iago López, el defensa alfarero encargado de su marcaje, volverá a casa sin haber visto a Moro, pensando que, para la próxima ocasión en que se enfrente, dará igual quién lo marque.


Publicado en "El Norte de Castilla" el 20-05-2025

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