lunes, 25 de agosto de 2008

LO SERIO Y LO QUE SOLO LO PARECE

Concluye la pretemporada, ya se avista el comienzo de la Liga. Mala noticia porque, de la misma forma que las golondrinas avisan de la llegada de la primavera, la competición oficial llega a la par que el otoño. Los 10 goles en dos partidos del Real Valladolid, como aquella chica que algún verano conocimos, son ya una foto añeja, un regusto placentero, una nebulosa atropellada por el día a día que se impone. Una realidad que se puede afrontar con esperanza o con miedo, con ilusión o con nostalgia, haciéndonos dueños de nuestro futuro o llorando ante la foto de aquella muchacha.
Las dos manitas que los albivioletas han endosado en pocos días podrían ser nocivas para el equipo si se recrease en ellas sin ser conscientes de que aún nada ha comenzado. Pero no hay que temer, José Luis Mendilibar no es amigo de vanas nostalgias e impedirá que los suyos se duerman en el sueño de una noche de verano. Otros podrán analizar con mayor rigor y con más capacidad la aptitud del de Zaldívar como entrenador pero su actitud, en este sentido, es irreprochable. Valiente, honesta y sincera. Ninguno desea más que él el triunfo de su equipo y que la afición le apoye, pero no a cualquier precio, no todo vale.
Y no vale insultar a un rival porque eso no es apoyar a tu equipo. Y así lo hizo saber encarándose frente a quienes insultaban a Gurpegui. No hay nadie con más ganas de demostrar a la directiva (y a la afición) del Athletic que se equivocaron al perder tan pronto la paciencia y echarle, pero no ha tenido jamás una palabra de revancha. Cada cosa en su sitio y cada cosa en su momento. Como ese penalti que lanzó Baraja porque, aunque el partido sea un bolo y además esté ganado, hay una lista definida con criterio y se ha de respetar. Las cosas aprendidas sirven para cuando hacen falta y tarde o temprano llegará ese momento. Sesma ya lo sabe y los demás también. Mendilibar enmarca con seriedad un trabajo ética y estéticamente impecable. Esa seriedad es un valor que aporta confianza. No podremos pedir más al equipo vallisoletano porque lo que no nos dé será, simplemente, porque no lo tenga.
Esa seriedad serena se contrapone a la hosca seriedad del técnico sevillano del Athletic. Un hombre al que jamás se le oye hablar de fútbol y envuelve con generalidades vacuas un discurso viciado de demagogia que tanto vale para un entrenador de fútbol como para un capataz de latifundio algodonero. Una seriedad como pose que puede engañar a unos pocos mucho tiempo o a muchos un poco de tiempo. No más. Dejó al Sevilla y Juande lo mejoró, se fue del Dépor y no se le echa de menos. Quizá cuando se vaya del club vizcaíno muchos lamenten el tiempo en el que estuvo.
En fin, el fútbol de verano es parco en emociones. Pero tras las vacaciones llega el fútbol de verdad y nos aprestamos para vivir mayores emociones. Como una película, un cuadro, un libro. Como cualquier creación nos ayudará a sobrellevar el año, a disfrutar y, si somos capaces, vernos reflejados, conocernos en profundidad, aprender y comprender mejor el mundo que nos rodea, del que somos parte.
Los que no pueden saborear su belleza, rendir su pasión o descifrar su poesía, lo seguirán satanizando, esas uvas están verdes. Al fin y al cabo estamos hablando de la perfección de una metáfora y no todos la pueden interpretar. Pobres de ellos. Capaces de criticar a Goya por vivir del rey, capaces de criticar a Cervantes por sus cuitas o por entresijos editoriales, capaces de inmolarse en el fuego de su castidad, un cilicio que fustiga sus carnes. El fútbol, junto con el sexo, es la cosa más importante de las cosas no importantes de nuestras vidas. Algo eminentemente hermoso que, sin dejar de llamarse juego, nos otorga una posibilidad, la de pensar, que siempre cuestiona al poder. Comenzamos.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 25-08-2008

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