domingo, 19 de febrero de 2012

Uribe no mueve la cabeza

Grecia, la mayoría de sus habitantes, no vive sus mejores días. Parece que cada circunstancia es una nueva losa sobre las espaldas de un pueblo abatido. Hasta las casuales: cuando más necesarias son las voces de esas personas cuyos ojos son un bisturí, fallecía hace menos de un mes el director de cine Theo Angelopoulos. Como la ficción es hija de la experiencia, y esta se nutre de lo que conocemos, siempre va detrás de la realidad. El cineasta pudo encontrar en su muerte el argumento para hilvanar uno de sus guiones. Él, que había indagado sobre los resortes del poder, que había denunciado cómo los poderosos endurecen las formas cuando se sienten más débiles, murió al ser atropellado por la moto de un policía mientras se encontraba rodando una película.El cine de Angelopoulos levantaba pasiones en ese grupo de personas que presumen de paladar. Sin embargo, no atraía a multitudes porque su estilo narrativo era ‘excesivamente lento’ y las escenas no seguían un orden cronológico.
Ahí al lado, en Portugal, otro director, aún siendo estilísticamente distinto, provoca los mismos efectos encontrados: Manoel de Oliveira. Es el hacedor de la más extensa obra fílmica de la historia, raro es el año que no presenta una nueva obra y eso que ya ha cumplido los 103 años. En los últimos cuarenta solo rueda planos fijos, al fin y al cabo, dice, no movemos la cabeza para mirar las cosas, son estas las que se mueven delante de nosotros. A veces utiliza la ficción, otras el documental, pero siempre reflexiona acerca del ser humano y su complejidad y desde ella profundiza en la génesis del arte. Los cinéfilos le consideran un purista hermanado creativamente con las vanguardias, los menos avezados se limitan a decir que realiza un cine plomizo. 
Cuando el entrenador del Girona dijo en rueda de prensa que en Valladolid habíamos podido comprobar lo bien que lo hace su equipo y lo injusta que es su clasificación, son los últimos de la lista, sentí la misma sensación que quien lee una reseña elogiosa de una película cualquiera de uno de los dos directores citados y recuerda que salió bostezando de la sala cuando fue a verla. 
Josu Uribe debe tener una mente clarividente y es capaz de observar detalles que los profanos somos incapaces de percibir. Pero en este caso el rey está desnudo, el partido de ayer fue un bodrio insufrible. El Girona tiene poco que ofrecer, puede, en un esfuerzo brutal, replicar lo que otro pretenda, y punto. El Valladolid, que tiene recursos futbolísticos, puede, y por tanto debe, aportar mucho más al tapete. Aunque cabe decir que notó la ausencia de Óscar, el salmantino puede que no se note cuando está pero su hueco es enorme cuando falta. Sus compañeros parecían tener saciado el apetito tras el temprano gol y a partir de ese momento solo esperaron para llevar el botín. Lo malo en estos casos es que el partido parece muerto, por tanto no se mata y, de repente, sale del letargo. Ese rival hasta ese momento inocuo te amedrenta y convierte el sueño en pesadilla. La suerte es que la cosa quedó en susto y Djukic puede presumir de ir segundo. Ahora tiene cuatro semanas para confirmarlo, llegan, de forma consecutiva, cuatro partidos contra equipos de la parte alta o muy alta. Lo visto ayer desmiente a las versiones más optimistas pero quizá el Pucela sea como un muelle y se comprima más cuanto más necesario sea que lo haga. Si quiere ser grande tiene que ofrecer ese mejor nivel ante los grandes, sin asustarse ante los retos. Este mes venidero nos dirá si somos aspirantes a jugar con los mayores o ludópatas que arrojan las monedas al juego del play off.

Publicado en "El Norte de Castilla" el 19-02-2012

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