domingo, 16 de noviembre de 2014

LA PIEZA DEL PUZLE


Las piezas de un puzle carecen de sentido por sí mismas. Es el conjunto de ellas lo que aporta valor. Observando solo una de ellas no podremos, por más atención que pongamos, hacernos una idea de la construcción completa a la que pertenece. A veces tratamos de interpretar cada gesto, cada estímulo que procede del exterior, para hacer valoraciones generales sin darnos cuenta de que ese hecho aislado, analizado sin el contexto adecuado, sin introducirlo en una lógica de los acontecimientos, no tiene más valor que la pieza perdida del puzle. Precisamente por ello, siendo conscientes de ello, los poderes que siempre han sido, incluso cualquiera que tiene algo de poder sobre un grupo de gente, pretenden convertir cada acontecimiento en un hecho aislado porque esa pieza del puzle, sin confrontarla con el resto, puede ser fácilmente justificada.
Pueden convencerte de que esa intervención militar se realiza para defender la democracia hasta que compruebas qué democracia existe en los sitios en los que previamente ha habido intervenciones en las que se esgrimían argumentos similares, de que esa rebaja de sueldo es imprescindible para la competitividad de la empresa hasta que descubres que los beneficios de las grandes corporaciones han crecido durante estos años de crisis, de que una decisión de una organización política se toma para que sea la más democrática del mundo mundial hasta que constatas que toda su dirección es la previamente elegida por el alto mando, de que los corruptos se lo llevan crudo sin la necesaria participación de los corruptores. De cualquier piececita cabe toda interpretación pero ninguna vale nada. Del partido que ayer jugó el Real Valladolid en Sabadell se puede decir lo mismo. Visto de forma aislada es tan indescifrable como una pieza azul en un puzle que dibuja el cielo. Caben tanto discursos optimistas -un punto en campo contrario nunca es desdeñable-, como pesimistas -si se aspira a ascender no se pueden perder puntos en los campos de los equipos de la parte baja de la clasificación-. Ambas visiones son académicamente correctas y a ninguna le faltan argumentos para defender su razón. Pero el único análisis válido para partidos como este llegará cuando las cuarenta y dos piezas de este puzle se hayan completado y podamos dar gracias por el punto conseguido o lamentarnos por los dos perdidos en tierras vallesanas. Esta reflexión no es solo reflejo del resultado, un empate siempre te deja a medio camino entre lo que pudo ser y lo que pudiste perder, sino del partido en sí. Un enfrentamiento en el que vimos difuminadas las virtudes que han llevado al equipo a lo más alto de la tabla, pero en el que tampoco apreciamos, si somos condescendientes con Samuel, errores groseros. Fue, sin más, un partido destemplado, de entretiempo, de esos que llegan cuando parece que no apetece jugar pero hay que ponerse a ello. Y los jugadores se pusieron, poco reproche cabe al esfuerzo, pero construyeron una pieza con aires deslavazados, un correcalles a ratos, que no sabemos aún donde situar. Una pieza del fondo que solo podremos colocar cuando el puzle esté casi completo. 

Publicado en "El Norte de Castilla" el 16-11-2014

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