martes, 17 de junio de 2025

DEMOCRACIA EROSIONADA

 

Foto. EFE

De la misma forma en que el tiempo resquebraja un edificio, el transcurso de los años agrieta cualquier arquitectura institucional, cualquier entramado social. Los buenos propósitos, siquiera aparentes, de todo arranque de ciclo van siendo sepultados por los fangos depositados por las hornadas de dirigentes subsiguientes: las conformadas por individuos que supieron acodarse en los resortes de poder político aprovechándose de la dejación colectiva de generaciones que habían asimilado como como algo natural la estabilidad del sistema; las que se aunaron adaptándose a los usos y costumbres que servían de escalera; las que se encumbraron como la hiedra. A buen seguro, la generalización es injusta: ni lo iniciático se conforma desde el absoluto candor, ni lo posterior enmugrece a todos sus protagonistas; pero la deriva es inexorable, los ciclos nacen y mueren; fenecen ahogados por sus propias contradicciones. Llegado el momento, o la consciencia general impulsa una catarsis o el desmoronamiento del inmueble -auspiciado por los dueños del solar- aplastará a los más vulnerables y dejará sin hogar a los que se pretendían por encima de estos riesgos.

La sacudida del último cutre lodazal que ha zarandeado al gobierno y anquilosado al PSOE incide en el desgaste, aumenta la indignación y promueve la desafección -eufemismo que sustituye a ‘mandarlo todo a la mierda’-. El ramplón ‘y tú más’ al que se recurre como excusa se convierte en síntoma. Con la misma lógica con la que se repite el aforismo ‘locura es hacer lo mismo esperando resultados diferentes’, los señalados en esta ocasión se han amparado en el ‘si nunca pasa nada, no tiene por qué ocurrir ahora’. Olvidan o desconocen los procesos de erosión.

Al final, el cuerpo destruido por la continua fricción resulta la democracia. Salvo que por democracia se entienda la elección entre susto y muerte, el asumir lo menos malo como opción.  

Entretanto, en la parte de democracia que ya ni se considera, por más que la ficción muestre una ruptura irreconciliable entre las organizaciones políticas mayoritarias, el presupuesto en defensa, acatando imperativos externos, aumentará a costa de lo necesario.

Artículo publicado en El Norte de Castilla el 17-06-2025

 

 

miércoles, 4 de junio de 2025

AÑORADA HIPOCRESÍA

 

Foto: EP


Rebusco en el Diccionario de la lengua española el término ‘hipocresía’. “Fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan”, me responde el glosario. No se trata de la primera vez que aquí, al pie de un café, cavilo al respecto. Desde que antaño me topé con el rotundo aforismo del escritor francés François de La Rochefoucauld  -“la hipocresía es el homenaje que el vicio le rinde a la virtud”-, volteo recurrentemente este carrusel de reflexiones. Más en unos tiempos en los que la hipocresía, en cuanto homenaje, se desvae. ‘Fingimiento’, significan en su definición las academias. Una circunstancia que limita y aísla: por un lado, la hipocresía obliga a un juego de máscaras, a un esfuerzo de apariencias, que restringe al menos un poco el potencial pernicioso del embaucador; por otro, complica -complica, no impide- la confabulación de quienes presumen del ‘vicio’ referido por de La Rochefoucauld.

En esta ocasión me ha traído de vuelta el artículo de Fernando Colina ‘Es igual pero peor’ publicado el viernes pasado en esta misma ventana en el que el autor, al respecto de la barbarie desencadenada en la Franja de Gaza por el Estado de Israel, de la ‘solución’ amparada en la masacre provocada aquel 7 de octubre por Hamas, señala que “se lleva a cabo a la luz del día”. Y abunda, “sin muestra de pudor por parte de los autores”. Y sentencia dolorido, “ni respuesta efectiva a cuenta de los espectadores”.

En esa falta de respuesta colectiva se enmarca la altivez de quienes ahora alardean de comportamientos inicuos. Callamos, asentimos, asumimos. Una falta de respuesta derivada, entiendo, de la complejización de un mundo que nos resulta inabordable, inaccesible. Apocados, nos sentimos incapaces; además, bastante tenemos con sobrevivir.

El humano no es peor, ni mejor que en otras épocas. La coyuntura sí se diferencia profundamente de las que reconocíamos. Y nos modela de manera distinta.

Una coyuntura que revoca advenedizas certidumbres de nuevo rico: ni más cultura hace mejor, ni viajar exime de miserias.

Publicado en El Norte de Castilla el 3-6-2025