viernes, 10 de enero de 2020

HASTA QUE LA TELA AGUANTE

Foto "El Norte de Castilla"
El tamaño de las cosas está directamente relacionado con la distancia desde la que las miramos. Hasta anteayer, martes, al mediodía, parecía no haber más tema que la elección presidencial y la relación de esta con los asuntos locales. Los discursos, alegatos y peroratas desbarraban desde una perspectiva, la de quienes consideraban que la decisión del Parlamento supone el principio del fin de la integridad económica y territorial de España, y desde la otra, la que aventura unos venturosos tiempos de abundancia amor y armonía. Entre medias, una mayoría, quiero suponer, más o menos contenta con la designación, que entiende sin necesidad de aspavientos hiperactuados que las aguas volverán a su cauce y ‘por sus obras, les conocerán’. Hasta anteayer a mediodía, justo antes de que al caer la noche el mundo nos diese otro baño de realidad y nos hiciese percatarnos de que lo que parecía enorme puede no ser nada frente a la escalada bélica que se ha iniciado en el Medio Oriente.
La realidad es que esa tensión no es nueva, ni nuevos son los casi periódicos los espasmos que amenazan con una escalada irreversible. Mas, observando con esa ingenuidad pensaremos que es otro episodio más de una serie que se puede alargar hasta el infinito. Pero hasta la mejor tela termina por romper.
Del asesinato del general iraní Qasem Soleimani el viernes pasado por parte de Estados Unidos se dio parte en los medios, pero, enfrascados como estábamos en nuestras cuitas, no entendimos la gravedad del asunto. La respuesta iraní bombardeando con misiles a un par de bases militares con tropa estadounidense en suelo iraquí es un querer y envidar más. Lo perverso del asunto es que ambas actuaciones no tienen sentido por sí solas sino en el marco de una pelea a gran escala por tomar posiciones en un nuevo orden internacional que se puede estar gestando. La muerte de Soleimani puede retrotraernos al Sarajevo donde fue tiroteado Francisco Fernando de Austria. Las guerras han evolucionado pero los humanos no tanto. Muchos son los intereses, los directos y los cruzados; variados los escenarios; conocidos los diversos textos que se pueden interpretar. Y al frente del mundo, fanáticos o iluminados que se hacen pasar por tales. En este momento, el clavo al que me agarro sigue siendo la consciencia generalizada de que si nadie frena, nadie puede ganar.

Publicado en "El ´Norte de Castilla" el 09-01-2020

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