domingo, 9 de diciembre de 2012

MIRANDO AL LADO OSCURO


A los locos hay que contarlos para saber que están todos encerrados, que ninguno escape de los límites del psiquiátrico en el que se los encierra. Si falta uno salta la alarma, pero la sorpresa llega cuando se llega al 33 donde debería haber 32. Este loco de más  acude al despacho del doctor Julio Denis, quien, de vuelta de todo, sin mueca de estupefacción, escucha la historia que narra Rantés, el nuevo paciente. Con esta lana Eliseo Subiela empieza a tejer su película ‘Hombre mirando al sudeste’. Rantés dice haber llegado de otro planeta, que su cuerpo no es más que una especie de holograma y que no tiene sentimientos. El psiquiatra, por supuesto, no le cree, pero, poco a poco, va entrando en su juego debido a que el comportamiento de Rantés le desconcierta, ¿un genio?, ¿un loco?, ya que no encuentra argumento médico que justifique su actitud. Sin embargo, Denis cree vislumbrar una falla en la argumentación de Rantés: este había dicho que no tenía sentimientos pero sus actos, sumamente generosos, parecían desdecirlo. Rantés rechaza la tesis, él no responde a sentimiento alguno sino a la más pura racionalidad, son los humanos los que, al actuar impelidos por los sentimientos,  provocan las injusticias. Lo humano, viene a decir, discurre entre lo excelso y lo ruin, y ambas facetas parten de lo más alejado a la razón, la emoción.
La ideología futbolística de Mourinho, el entrenador del Real Madrid, se sustenta en una reflexión similar, razón por la que se aleja de lo táctico para incidir en los resortes más oscuros de los seres humanos. Las dos caras, la exitosa como técnico y la desagradable como personaje, son de la misma moneda, una y otra se complementan para infundir miedo, para marcar territorio emocional y para condicionar a su favor  todo lo que gire cerca de él. Tácticamente, ya digo, no es nada, entre otras cosas porque el fútbol le interesa bastante menos que su contexto o porque entiende que el fútbol es solo su contexto. Para que esta filosofía sea efectiva requiere de grandísimos futbolistas que, aunque colectivamente no propongan gran cosa, peleen sin desmayo, puedan resolver con una genialidad  y tengan el olfato afilado para detectar sangre en forma de error del oponente. Así va ganando partidos y dejando a los rivales con la sensación de haber muerto sin saber ni cómo, ni por qué.

Años después, Subiela dirigió ‘El lado oscuro del corazón’, película prologada por unos versos de Dylan Thomas: «La pelota que arrojé cuando jugaba en el parque aún no ha tocado el suelo». Mourinho los suscribe  aunque su lectura sea antagónica a la del poeta galés. Mientras este deseaba, supongo, alargar la infancia hasta el infinito, el otro pretende atemorizar al rival con balonazos.  Ayer casi no le sale. El Pucela, balón al suelo, templó y mandó. Aunque murió, sin saber ni cómo, ni por qué.

Publicado en "El Norte de Castilla" el 09-12-2012

No hay comentarios:

Publicar un comentario