jueves, 30 de mayo de 2013

AQUÍ ME TIENES, ESPAÑA

Él oye el sonido del teléfono y traslada el auricular a su oído con la calma propia de quienes han aprendido a someter todos los movimientos a una disciplina gestual.
-Sí, dígame.
Del otro lado del hilo le llega la voz cadenciosa de una mujer que, por el tono lastimero, denotaba una angustia que hacía presagiar una situación desesperada.
-Buenos días. ¿Es usted José María? 
Un sonido gutural le sirve para dar razón a la pregunta retórica de su interlocutora y que da pie a que esta vaya perdiendo el miedo y entrando en conversación.
-Me alegro de hablar de nuevo con usted, no sé si me recuerda, mi nombre es España y ahora, más que nunca, le necesito.
Se hizo un silencio.
Nuestro protagonista sonrió, llevaba años esperando esa llamada, justo desde aquel día que, por fardar ante los amigotes, dijo que la dejaría creyendo que ella se arrastraría suplicando que no lo hiciese. Pero ella no lo hizo. Pasaron los días, las semanas, pero la llamada no llegaba. Entre conferencia y footing, entre consejo de administración y partida de pádel, iba llenando su tiempo, mientras el vacío interior iba en aumento. A pesar de todo, siempre mostraba una sonrisa (o algo parecido a ella) y se decía para sí, que la cara vista debe ser un anuncio de Signal, recordando la única frase que le sonaba de esa canción de Mecano. Que le sonaba, porque desde que decidió romper con España esa melodía le persigue: “Y aunque fui yo quien decidió que ya no más y no me cansé de jurarte que no habrá segunda parte, me cuesta tanto olvidarte”.
De repente, se despertó. Se sentó al pie de la cama y se puso a llorar. Había sido todo un buen sueño, pero un sueño cabrón. Sintió que el cuerpo le había respondido de la misma forma que responde a los adolescentes cuando sueñan con su Afrodita. Se secó las lágrimas.

Quiso recuperarla, pero había perdido cualquier pista. Aún le quedaban amigos de antaño y recurrió a ellos. No te preocupes, le dijeron. Él recuperó la sonrisa, se miró al espejo y atusó su ‘no bigote’. Se sintió preparado. Se puso los calzoncillos rojos por encima de los pantalones azules y acudió a un plató de televisión: España, amor mío, aquí me tienes de nuevo.

Publicado en "El Norte de Castilla" el 30-05-2013


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