jueves, 29 de noviembre de 2018

MARICÓN Y SOCIALISTA

Imagen tomada de eldiario.es

Menos mal que tuvo la fortuna de nacer en Madrid, tierra sin sospecha; porque si el profesor Alfredo Corell fuese oriundo, pongamos por caso, de Vilanova i la Geltrú, el cobarde afiche aparecido repetidamente en la Facultad de Medicina de Valladolid habría incorporado el adjetivo ‘CATALÁN’ al binomio que forman ‘MARICON’ -así, sin tilde ni nada- y ‘SOCIALISTA’. En ningún caso sería necesario añadir ‘ATEO’, estaríamos ante una redundancia, pues para mentes como la del autor del cartel, lo de renegado de la fe verdadera va de suyo, aparece implícito tanto en maricón como en socialista.
Cada adjetivo de aquellos, por sí solo, tiene su propio valor, pero en el momento en que aparecen cogidos de la mano pierden su concreta esencia para convertirse en el negativo de una definición. A un socialista, si no lo es mucho, ya me entienden, que no sea ‘maricón’ se le tolera. A un ‘maricón’, si no lo es mucho, ya me entienden, se le soporta. Pero maricón y socialista, agarraditos en el mismo cartel, no pretenden especificar nada sobre la sexualidad ni la ideología del interpelado sino apuntar que debido a aquellas condiciones, por otra parte seguramente ya sabidas, no es digno de formar parte de un determinado `nosotros’ normalmente de carácter nacional. Precisamente por eso, porque ambos adjetivos abren y cierran una elipsis intimidatoria -por rojo y maricón fue asesinado Federico García Lorca- el cartel se convierte en amenaza, asusta. Y asusta más, claro, si los no interpelados directamente callan.

Por suerte, en España se ha avanzado lo suficiente en este terreno como para pensar que, al menos de momento, un cartel así solo puede ser obra de un ‘venao’ o de un irredento, víctima del odio, la rabia o el despecho; aunque ojo con ellos, que ser pocos no anula el riesgo.
La historia, sin embargo, no camina solo en una dirección y, cuando menos se lo espera, gira y se mueve en sentido opuesto. El señor Corell, no sé, ni me importa, si socialista; no sé, ni me importa si maricón; siente que van a por él, se encuentra ante la triste situación de tener que mirar con rostro de sospecha a quien tiene cerca. Tal vez el cartel, más allá del Alfredo Corell concreto, es un aviso de que algo está cambiando, de que vuelve a ocurrir lo que creíamos, al menos por aquí, definitivamente superado. Mosquea y preocupa.



Publicado en "El Norte de Castilla" el 29-11-2018

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