domingo, 14 de noviembre de 2021

SUFRIR POR TRADICIÓN, AUNQUE NO TOQUE

Concluye el partido. Un tres campea en el espacio del marcador asignado para anotar los goles locales. El del contrario no se movió en toda la tarde. Me encamino al ordenador, este espacio, aún hueco, me espera. Pese al resultado, el juego del Pucela no había alentado mi sosiego; más al contrario, fruncí el ceño alguna que otra vez. Una pregunta retórica, «¿y por dónde arranco?», toma volumen –soy así, hablo, busco complicidades, sonrisas compartidas– mientras paso al lado de un compañero. «Pues por la felicidad –me responde–, Carpanta celebra cuando hay pollo en casa». Mi ademán espontáneo mostró alegría.
La conversación puede parecer intrascendente, una más de tantas, pero refleja de forma fidedigna un estado de ánimo, una realidad, en los hogares humildes, en esos en los que apenas hay espacio para el devaneo, bien va celebrar cada vez que hay ocasión. También es cierto, pienso, que en el contexto de esta categoría conviene huir de esa visión 'pequeñista' y, sin dejar de alegrarse por ganar, no conformarse con tan poco. Vamos, que siendo uno de los tuertos en esta Segunda de ciegos, tampoco es necesario sufrir cuando sufrir no es necesario. Hay días en que todo se pone en contra, no fue el caso en el enfrentamiento ante el Fuenlabrada ayer. A nada de empezar, sin apenas acumular méritos y gracias a un error ajeno, el Valladolid mandaba en el marcador. El rival, además, no asustaba. Los recursos exhibidos le definían como un equipo voluntarioso, sin más. Pues ni así, cuesta abajo, el Pucela alcanzó más velocidad que la de crucero. Las pocas ocasiones creadas comparecían más por efecto de la inercia que del juego. Parecía que el centro del campo jugaba un partido y los delanteros otro. Estos, en vez de asociarse, buscaban cada uno la suya. El tiempo pasaba y eso, cuando no se cierra un partido, genera incertidumbre. Lo de Ibiza, aquel empate por accidente, sobrevolaba nuestras cabezas. Incluso cuando el Fuenla se quedó con uno menos tuvo arrestos para asustar con una férvida llegada al área. El colofón, los dos postreros goles, maquillan pero no tapan una tarde de fútbol manifiestamente mejorable.
No hubo caída, y se agradece, pero durante demasiado tiempo se anduvo como caminando por un alambre, como esperando llegar sin incidentes a la plataforma final. Aunque fuera que no, más vale no tentar a la suerte.

Publicado en "El Norte de Castilla" el 14-11-2021

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