domingo, 2 de enero de 2022

NO ME PUEDES ATRAPAR

En tardes así no puedo evitar que en mi cabeza resuene el tan pegajoso como cansino estribillo del ‘¡Chas! Y aparezco a tu lado’ que a finales de los ochenta popularizaron Alex & Cristina antes de que cada cual del dúo recobrase su apellido para emprender sus trayectorias tanto en solitario como en nuevos proyectos. Me ocurre cuando el balón deambula pertinaz por el territorio aledaño a la portería rival pero nadie termina de darle el empellón irreversible, el puntillazo definitivo.

Y así, ‘quieres ir tras de mí, pobrecito de ti, no me puedes atrapar’, poco reproche cabe hacer al Pucela que, osado, nunca cejó en el empeño de perseguir el gol; que, afanoso, no se sintió pequeño ni acobardado; que, perseverante, insistía pese a las reiteradas negativas.

Y así, ‘cuando crees que me ves, cruzo la pared’, una vez y otra y otra… las ocasiones, sin saber cómo, se iban convirtiendo en humo, el gol escapaba al otro lado del muro. El resultado, en estas, no dejaba de balancearse, porque si bien es cierto que el Leganés propuso poquito, también lo es que el gol es la sustancia más extrañamente volátil: de la misma manera que tú lo buscas y no aparece, les puede aparecer a ellos sin apenas buscarlo.

Escribí al comienzo, voluntariamente en plural, ‘en tardes así’ porque ya van unas cuantas en que, por falta de definición, no corresponde el resultado al mérito. Supongo que más de un aficionado, yendo por las bravas, como casi siempre, proponiendo soluciones fáciles a problemas complejos, comentaría a su vecino eso de ‘si de mí dependiera les tendría entrenado todo el día hasta que fueran capaces de atinar con la portería’. Entrenar el remate final se tiene que entrenar, claro, pero no es lo mismo la práctica, en la que de cien ocasiones se atina en noventa y nueve, que la obra, donde no hay repetición posible.

Hay jugadores concluyentes, sea Weissman el caso, que puede que aporten poco al juego pero saben redondear los círculos y otros que, pese a su despliegue, creatividad o virtudes varias, llegado el último momento, dibujan una espiral que nunca termina de cerrarse.

Por suerte, cuando menos lo esperábamos, el puñetero gol hizo chas, siquiera una vez, y apareció de nuestro lado. A la vez, a setecientos km, el aparentemente inexpugnable Almería transmitía debilidad. El año empieza con luz al final de túnel. Que no sea la de un tren que venga hacia nosotros.


Publicado en "El Norte de Castilla" el 03-01-2022

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