miércoles, 9 de marzo de 2022

…Y NO ACUDE NADIE

Como si fuera así de sencillo; como si, con solo desearlo, con solo decidirlo y exclamar ‘sea’, inmediatamente se cumpliera el vehemente anhelo. ‘Armemos a los ucranianos’. Y ya. En nada expulsan al invasor ruso, se castiga a Putin y demás líderes por sus felonías y pasado mañana todo es historia. ‘No a la guerra’. Dicho y hecho. Todo el mundo implicado lee la pancarta. Rusia se retira hacia dentro de sus fronteras, Ucrania promete ser buena, la OTAN su fusiona con alguna orden franciscana, los pajaritos cantan, las nubes se levantan. El ‘no a la guerra’ lejano, distante, sin más compromiso con lo que se enarbola que gritarlo cuando el hecho parece irreversible, ayuda más al bienestar del que lo dice que a reparar nada.  

Lo siento, en medio de tanta certeza, no sé nada salvo que llevarse las manos a la cabeza cuando sucede lo que se sabía que podía suceder tiene poco sentido y ninguna utilidad. Salvo que construir el mundo que se desea, si hay mundo que se desee, es un ejercicio arduo, continuo. Por lo que nos toca como España, dejar de exportar armamento e impulsar esta decisión en los ámbitos internacionales en los que participemos.

Ahora solo ansío, y no se me ocurre la manera, que esta guerra acabe pronto y con el menor número de víctimas. Entonces sí tendrá sentido decir ‘no a la guerra’, pero no pidiendo la gracia de algún Dios benigno, sino construyendo cada día para que la guerra deje de ser recurso de nada. Como lo tiene ese mismo grito lanzado desde calles rusas y ucranianas. Esos millares de personas, muchas sufren ya represalias, desalientan -algo siquiera, rompen aparentes unanimidades bélicas- la ofensiva, muestran el camino: ‘si vis pacem para pacem’. E imaginar que algún día se sean tantos que suenan tambores llamando a la guerra y…


Publicado en "El Norte de Castilla" el 09-03-2022

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