domingo, 6 de octubre de 2024

LA PROPIA NATURALEZA

A estas alturas, nadie desconoce la fábula del escorpión y la rana. De su desenlace nos enseñaron a extraer un efecto aleccionador referido a la maldad intrínseca de algunas personas: se nos advierte de su incapacidad para obrar idóneamente pese a que su malicioso desempeño incube funestas consecuencias incluso para ellas mismas. Sin embargo, de esta parábola cabe recolectar una reflexión más orientada a la aplicación particular de la enseñanza sobre la condición humana en general: conviene asumir la incapacidad de renegar de los imperativos de nuestra propia naturaleza, nos cuesta horrores cambiar y –por más que luego abjuremos, maldigamos la decisión tomada o (nos) insistamos en que esta ha sido la última vez– respondemos de manera similar ante estímulos semejantes.

En más de una ocasión –porque ocurrió más de una vez, porque se señaló en más de un lugar– la temporada pasada se apuntó que el Pucela de Pezzolano arrancaba los partidos con una alineación esencialmente conservadora –no solo por la disposición, también por el perfil de los elegidos–, preservaba en la banqueta algún jugador con vitola de titular, promovía un juego insulso y su equipo no encontraba forma ni de adueñarse de los partidos ni de generar peligro. Persuadido por lo visto, convencido por la inapelable realidad, Pezzolano se desdecía en el vestuario conformando de cara a la segunda mitad, sustituciones mediante, un once más pujante en el que aparecían esos futbolistas que sorprendentemente habían esperado turno en el banquillo. En una ocasión escribí que de este modo el Valladolid emulaba al hombre que, pretendiendo atravesar la sabana, cargaba con un yunque. Interpelado al respecto, el viajero precisó que utilizaba la pieza para defenderse de los leones. Ante el pasmo del interrogador, el caminante concretó–Si me acecha un león, tiro el yunque y corro más.

Y el Pucela de entonces corrió más (mejor). El escorpión apareció de nuevo ante el Rayo y hubo de esperar a la vuelta del descanso para atestiguar que generaba peligro. Incluso se adelantó en el marcador. La ductilidad defensiva impidió que la alegría perdurase; desvencijada, propició la pérdida del punto de consolación. En la cara de miedo de un sobrepasado David Torres tras la jugada en que un malentendido con Hein concedió un córner al rival se dibujada el tembleque contagioso que amilana a un equipo que parece asumir su inferioridad con respecto a los rivales.

Pezzolano, con yunque o sin yunque, de vuelta a los viejos usos o pretendiendo innovar, no encuentra (no dispone de) piezas que le resuelvan problemas concretos, no logra (no cuenta con materiales para) componer una argamasa consistente. Ha probado todas las combinaciones y ninguna (le) convence. El uruguayo, inasequible al desaliento, deposita ahora su confianza en la vuelta de Anuar: esfuerzo, vigor, aliento, inteligencia futbolística al servicio de la causa. La polivalencia del ceutí posibilitará un nuevo catálogo de alternativas a las que encomendarse en pos de la solidificación del Pucela licuado.


Publicado en "El Norte de Castilla" el 06-10-2024

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