jueves, 23 de abril de 2020

SORPRENDE LA SORPRESA

Foto "El Norte de Castilla"
Una cosa es utilizar de tanto en tanto una metáfora bélica, un ‘lucha’ por aquí, un ‘batalla’ por allá, un ‘enemigo’ por acullá y otra revestir con liturgia de guerra lo que no es (debería ser) más (ni menos) que un ingente esfuerzo físico e intelectual para paliar las consecuencias de la extensión de un virus, encontrar cuanto antes las fórmulas que lo desactiven y, en paralelo, pretender que las secuelas económicas posteriores no se ceben con los sectores más vulnerables de la sociedad. Imbuido de ese dialéctico ardor guerrero, el ejecutivo ha depositado parte de la labor comunicativa en miembros de cuerpos militares. Y las palabras de uno de ellos, el Jefe de estado Mayor de la Guardia Civil, le han estallado en las manos. En medio de un debate que debería ser sobre el derecho a una información veraz y que se ha convertido en una ciénaga, José Manuel Santiago, que así se llama, ha dicho que están trabajando para “minimizar ese clima contrario a la gestión de crisis por parte del Gobierno”. Terremoto 8 escala Richter. El Ministro del Interior, al poco, pretendió matizar las palabras y corregir el sentido de la afirmación. El empeño de Grande-Marlaska tuvo escaso éxito porque de antemano unos estaban, o hacían como que estaban, convencidos de que el ministro solo quería tapar sus vergüenzas y otros, desde antes, hacían como que estaban, o estaban, convencidos de lo que Marlaska aún no había dicho.
Entre tanto, me sorprendía por la ingenuidad. Cabe también que la inocencia no fuera tal y todo el escándalo no hubiera sido más que un ejercicio de ficción. Si lo que Santiago quería haber dicho no tuviera nada que ver con lo que dijo, no tiene sentido polémica alguna. Si, por el contrario, la realidad fuera tal cual,  ¿a quién le puede sorprender que un cuerpo del ejército obedezca las órdenes que recibe del Gobierno? Las más legales y las que bordean la legalidad desde el otro lado. Sorprendería, eso sí, reconocimiento tan explícito.
Pero una cosa es el deber ser, lo que la teoría dice que cada cosa es en una democracia, y otra lo que en realidad es. Los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado obedecen al Gobierno -decir que no se debe confundir Gobierno con Estado es, a estas alturas, proponer un debate escolástico- porque la otra alternativa viene recogida en los códigos penales.


Publicado en "El Norte de Castilla" el 22-04-2020

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