Con demasiada frecuencia, los personajes del Congreso me recuerdan al elenco de ‘La vida de Brian’. Tanto en la película de los Monty Python como en la tribuna parlamentaria, el mismo actor, según exigencias del guion, interpreta a la vez un papel: el de su antagonista o el de cualquier personaje del reparto. Brian o Pijus Magnificus. Todos con el mismo arrojo, eso sí. Ya puede el gobierno presentar un proyecto de ley que reproduzca en su enunciado la de la gravitación universal o exponer un plan para dotar de alas a los peces, que la respuesta de la oposición anunciará desairada el mismo apocalipsis por más que la primera se cumpla por prescripción de la Física y la segunda sea de imposible cumplimiento.
Antes, estando en el Gobierno, los que ahora se oponen
defendieron cosas similares -sea el caso, un proyecto de armonización fiscal no
tan distinto al que ahora les parece un ataque a Madrid-. Después, cuando les
vuelva a corresponder turno, convivirán con toda naturalidad con aquellas
fuentes de todos los males sin necesidad de desdecirse. Y cuando los
protagonistas sean otros, se dará la
vuelta al torno: ¿se acuerdan, por ejemplo, de la ley Mordaza?
Publicado en "El Norte de Castilla" el 20-12-2020
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