miércoles, 21 de abril de 2021

GUAPO, BONITO

No tenía intención de que mis letras saltasen Guadarrama en uno u otro sentido. Palabra. Si de normal no se acude como fuente a las elecciones aragonesas, asturianas o extremeñas, ¿por qué sí a las madrileñas? La razón de que sea la capital no me vale, es un apriorismo, la excusa, no la causa. Capitales hay por el mundo que no acaparan. Sí pretendía estar atento a lo que iba aconteciendo, pero era una cuestión de interés personal, al igual que sigo lo que ocurre en las elecciones de los sitios indicados o me mantengo al tanto de la Segunda B, entendiendo que mi pedrada particular no debería ser la materia con que se conformen estos renglones. Hasta que ocurre algo que trasciende a las propias elecciones, al lugar en el que se produce.

Un par de palabras -tanto da quién las pronunciara: ni pretendo hacer campaña ni (casi) ningún lector forma parte del censo convocado-, utilizadas para calificar a todas las personas que se ven obligadas a recibir alimentos para subsistir, sacuden mi templanza: “mantenidos, subvencionados”, les dice. Como si supiera las circunstancias de todas ellas, como si tuviera la certeza de que ninguna ha hecho labor para merecer comer a diario, como si la vida fuera repartiendo prebendas en función de méritos. “Mantenidos, subvencionados”, una detrás de otra, redundantes como rojo colorado o guapo bonito, con el desprecio de quien cree que su valía está por encima de la de todos a los que les va peor.

Me sacuden, pero no por efecto de sorpresa alguna, de haber escuchado algo inesperado, un exceso verbal, un giro desafortunado. Me sacuden porque trasladan una visión del mundo que se extiende como mancha de aceite, porque no pretenden ofender sino interpretar. Ideología pura y dura travestida de ley natural.  


Publicado en "El Norte de Castilla" el 21-04-2021

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