sábado, 4 de diciembre de 2021

PERDER, PERDER

En algún lado leí que durante los años de la posguerra era casi imposible encontrar café. No había engaño, bien se sabía que, tras el anuncio de 'café', el género ofrecido no pasaba de sucedáneo, generalmente achicoria. Para diferenciarse, los pocos establecimientos que podían acceder al lujo del producto genuino anunciaban 'café, café'. Ha habido y habrá partidos en que el Pucela pierda. Lo del de Huesca, sin embargo, no admite paliativos ni monsergas del pelo de «esta derrota sirve para crecer». Con la lógica cafetera, el Valladolid perdió, perdió. Su salida al campo me recordó a los chavales que arrancan el curso pensando que con su capacidad les da de sobra para aprobar y que, para cuando se quieren poner, ya han suspendido el primer control y el temario les desborda. Los primeros veinticinco minutos fueron un muestrario de carencias, un compendio de horrores. Sin aparente tensión, sin juego, sin contundencia... El Huesca no llegó al 2-0 por accidente sino por incomparecencia. Lo de después fue peor, sencillamente porque fue mejor. Si a partir del segundo gol encajado, el Valladolid tuvo más de media docena de ocasiones, no fue solo porque el rival diera un paso atrás, sino porque hay nivel para tal acometida. A mí me sienta mal que una compañía de teléfonos plantee rebajar la tarifa solo si ven que puedo marcharme. Aún así, ya digo que el Huesca no mostró grandes hechuras, el Pucela estuvo a punto de voltear el resultado. Dos circunstancias lo impidieron. Por un lado, con el primer cambio, que fue doble, Pacheta quiso aportar robustez atacante pero restó fútbol. La marcha de Aguado y Plata rompió el ritmo y aminoró el caudal de peligro. El campo dejó de estar inclinado hacia la portería oscense. Por otro, un inesperado tercer gol laminó la esperanza. Se produjo tras una concatenación de errores. Joaquín no midió el ímpetu, Javi Sánchez se limitó a acompañar y Roberto –no fue su día– erró en la ejecución. El del central madrileño fue el más reprensible de los tres porque mostró que no sale del catón cuando la ocasión lo requiere. Actuó como si le viniera un tropel al contrataque y dejo hacer al que llevaba el balón como si este lo fuera a pasar a un alguien que no estaba. Si viene uno, no se contempla, se impide.

Publicado en "El Norte de Castilla" el 04-12-2021

No hay comentarios:

Publicar un comentario