martes, 26 de octubre de 2004

GLOBALIZACIÓN

Globalización es la palabra de moda. Pretende definir un mundo casi ideal en el que todo fluye con más fuerza y velocidad que las aguas, tras una riada, buscando su cauce original.

Pretenden, los panegiristas del fin de las ideologías, convencernos (vencernos) de las bondades de esta nueva economía en la que la información y los capitales se desplazan con vertiginosos movimientos de cintura y en tiempo real podemos adquirir un paquete de acciones en Canadá o conocer el resultado de cualquier partido de fútbol australiano a la par que los asistentes al estadio.

El resultado, paradójicamente, es el inverso. Tanta globalización desvirtúa los procesos globales. Hundido el artesano y sentenciado a muerte el agricultor nadie tiene ante si procesos completos de producción. Quien, hoy tiene la suerte de poder trabajar, realiza una mísera parte de un proceso productivo que ignora, sólo me interesa mi tornillo.

La concentración en urbes traslada esta paradoja a las relaciones cotidianas. La estructura social de las ciudades no permite relaciones intergeneracionales más allá de las marcadas por vínculos jerárquicos padre-hijo, profesor-alumno...... Hemos robado a los chavales la posibilidad de contemplar la vida como un discurrir y la hemos presentado como una sucesión de hechos que a ti te suceden. Lo pagaremos.

El disfrute de las prácticas deportivas no podía esquivar esta tendencia; pocos son los deportes que atraen la atención, sólo interesan los partidos decisivos y dentro de estos, los momentos culminantes: un gol, una canasta o una bola de partido. Es una visión sesgada, estamos en la cultura de Estudio-estadio.

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