martes, 26 de octubre de 2004

REALIZACIÓN PERSONAL

Dejamos jirones de existencia en las fábricas para comprar otro coche -jamás lo suficientemente grande- que nos embale al mismo atasco, para pagar el piso que nunca termina de ser nuestro... para satisfacer tanta estúpida necesidad creada artificialmente y nos alaban. El discurso oficial insinúa que ese es el camino de la realización personal, que estamos progresando. El trabajo, un intercambio de actividades que nos debería permitir vivir a todos, se ha convertido en nuestra mortaja y su reparto nos subordina por nuestro miedo, mansedumbre o complicidad; hablar de derechos es un ritual pleistocénico. Hemos organizado nuestras vidas para el trabajo, guarderías para aparcar al niño, asilos para almacenar al viejo improductivo, planes de estudio que forman empleados dóciles, ciudades para que el coche nos conduzca a la fábrica y al comercio. Sin espacio, sin tiempo... sin alternativas. Dimitidos de nuestra responsabilidad como ciudadanos libres, nuestro traje es el de consumidores, contribuyentes o cuerpo electoral; nos hemos transformado en masa, burda masa complaciente, devoradora de imprescindibles vacuidades. Vendimos nuestra libertad por un salario. Vendimos nuestra libertad.

1 comentario: